El globo de James se pincha

Después de su traspaso frustrado al Atleti por el 3-7 del verano, su inicio de temporada con el Madrid ilusionó. Sin embargo, las lesiones han desvanecido su impacto.

Sergio Gómez
As
El globo de James Rodríguez vuelve a pincharse. La lesión en el ligamento interno de la rodilla izquierda que le tendrá de baja mes y medio es el último contratiempo de un jugador que ha pasado de ser motivo de ilusión en el inicio de temporada a chasco. En verano, el colombiano regresó de su cesión en el Bayern. Zidane no contaba con él y todos los caminos le dirigían a unos kilómetros del Bernabéu, concretamente al Wanda Metropolitano. Pero el histórico 3-7 que endosó el Atlético al Madrid en Nueva Jersey abrió el fuego de las críticas y dinamitó el traspaso. El entrenador francés, por lo tanto, se vio obligado a contar con él (el club sí le quería en la plantilla), olvidar el pasado y comenzar de cero.

James comenzó muy bien la temporada en el Real Madrid. Parecía que tanto él como Zidane habían hecho borrón y cuenta nueva en su relación deportiva. "Es uno de los nuestros", llegó a decir Zizou. Le utilizó en la segunda jornada contra el Valladolid y le dio cuatro titularidades en cinco partidos (se perdió la visita al Villarreal por lesión), a las que el cafetero respondió con buen rendimiento. Su inicio fue ilusionante. Gustó contra los pucelanos (1-1), brilló ante el Levante en el Bernabéu (3-2) y fue motor en el triunfo del Pizjuán (0-1). Pero sus problemas físicos y el misterio que los ha rodeado han diluido el impacto de James en el equipo (acumula 422 minutos, sólo el 29,3% de los posibles) y en el madridismo.

La polémica vuelve a rondar al cafetero. En el penúltimo parón de selecciones, no fue convocado por Colombia porque su deseo fue quedarse en Valdebebas para convencer a Zidane de que podía tener un papel importante en el segundo proyecto del técnico francés en el Bernabéu. Sin embargo, el plan no le salió. Contra el Mallorca fue titular (90 minutos), pero su gris actuación le dejó en el banquillo en la decisiva noche del Galatasaray (jugó sólo 11’). Ese fue su último partido con el Real Madrid (22 de octubre). Luego vino el viaje a su país por su paternidad y una misteriosa lesión (de la que no hubo parte médico del club) le privó de estar frente a Leganés, Betis, Galatasaray y Eibar. El ruido en torno a su figura aumentó cuando Colombia le convocó para este último parón FIFA sin haber trabajado aún con el grupo. Preguntado en la previa del partido contra los armenos por la situación de James (y de Bale), Zidane sorprendió: "No tienen lesión, pero no están disponibles. No es decisión técnica, todavía no se entrenan con el equipo y entonces no pueden jugar mañana". El futbolista viajó con su selección y en el primer entrenamiento trabajó sin problemas. Dos días después, sufrió la lesión en el ligamento interno de la rodilla que le obliga de nuevo a parar…
Una historia de altibajos

La historia de James en el Real Madrid ha sido una noria. Fichado en el verano de 2014 del Mónaco por 80 millones de euros, el colombiano, futbolista exquisito en su juego, gustó mucho en su primera temporada con Ancelotti. De hecho, se convirtió en uno de los jugadores fetiche del italiano (le utilizó el 84% de los minutos posibles). Nunca ahorró elogios hacia él (“Tiene un gran talento”) y, con tacto y persuasión, hizo que uniera trabajo e intensidad defensiva a su exquisitez como mediapunta. Fue básico para él (17 goles y 18 asistencias).

Pero después, por distintas razones, el cafetero se extravió. Con la salida de Carletto, en 2015, comenzó su montaña rusa y empezó a ser un jugador residual. Primero con Benítez, con quien ya en pretemporada comenzó con el pie cambiado al no adelantar sus vacaciones como le pidió el por entonces entrenador blanco (jugó con él el 56,5% de los minutos) y después con Zidane, que en la última temporada de James en el Madrid antes de marcharse cedido al Bayern, sólo le tiró de él en el 33% de los minutos. Un porcentaje de participación parecido al que está teniendo esta campaña, en la que esos destellos de esperanza del inicio se han diluido...

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