Un minuto lo cambió todo

Un gol de Parejo en el 81' deja al Atleti sin dos puntos. Un minuto antes, se lesionó João Felix. Costa rompió su gafe y marcó de penalti. Oblak evitó males mayores.

Patricia Cazón
As
Ochenta minutos antes de que al Atleti se le escaparan dos puntos en sesenta segundos, Simeone saltaba ante el Valencia con un once con siete jugadores que no se fueron de parón. Con ellos llevaba trabajando quince días este partido, Hermoso incluido, inesperado. La banda izquierda suya y no de Lodi (como de Arias la derecha), convertido en ataque en tercer central, con Saúl de carrilero. Si en público Simeone defendió estas dos semanas la pizza, en privado buscaba cómo variar el menú y lanzó a sus jugadores sobre Cillesen al pitar el árbitro el inicio. En el minuto 4, João Félix caía derribado en el área por Paulista. Pareció penalti, pero ni el árbitro lo dio ni el VAR lo corrigió.


Ocho minutos tardaría el Valencia en trenzar una jugada larga con un mensaje al Cholo: era un espejo en su intensidad. Había armado Celades a su equipo con Kondogbia como muro en el centro, cuatro hombres por delante y Maxi Gómez en la punta. Durante un rato amenazó a balón parado ante la falta de ocasiones claras desde el juego. Se despistaba João en la marca, aparecía Paulista. Lo hacía Hermoso y Ferran tenía dos casi. Chasqueaba los labios el Cholo, como si lo que veía no le terminara de gustar. Y eso que el partido quemaba de intenso. Parpadear era perderse algo.

Y la amenaza rojiblanca sí eran ocasiones, tres en cuatro minutos. Pero el balón de Saúl se iba fuera acariciando el palo, la vaselina de Morata se quedaba a medias y el disparo de Costa, desviado y flojo. A este Atleti con la propuesta de otro menú, jugando con ambición y en campo contrario, sólo le faltaba el gol. O que Costa deje de enredarse cuando Morata le deja una pelota franca, como ayer. O que Morata amenace como Felipe o Giménez cuando cabecea en el área, como ayer. Chasquearía de nuevo la boca el Cholo ante otro jugador: Thomas, después de que éste le regalara a Cheryshev un balón en la frontal que obligó a Oblak a la doble parada. Un Cheryshev que seguiría bajo el foco en la jugada siguiente, para que fuera Celades quien torciera el gesto: acababa de echarle una mano al Atleti y además de manera literal.

Con ella tocó el balón en la misma línea de la frontal y, en cuanto se detuvo el juego, el árbitro se fue a la pantalla avisado por el VAR. Que le hubiese preguntado a Costa que, mientras Cordero Vega corría, ya colocaba con temple el balón en el punto de penalti. Era. Y lo marcó golpeando tranquilo y tranquilo lo celebró casi sin celebrar. Más que un gol es autoestima.
De Cheryshev a Parejo

De la caseta, en la segunda parte, brotó un Valencia ordenado en un 4-4-2 que se abalanzó sobre la portería de Oblak desde su inicio, como el Atleti en la primera. Un Atleti que salió con el rodillo de amasar: tocaba menguar, 45’ de pizza, fiarse a las contras. Pero el balón era del Valencia y también las ocasiones. Cheryshev, otra vez Cheryshev, estampaba un balón con violencia en el larguero (quizá desviado por Oblak lo justo con las uñas) y Simeone quitaba al minuto a Hermoso y Thomas. Un doble cambio quizá demasiado pronto. Minuto 54. Había comenzado en el partido el tiempo de Parejo ya.

Ni Lodi ni Lemar mejoraron lo que había sino todo lo contrario (y lo del francés comienza a indigestarse). Celades introdujo a Gameiro por si sonaba esa flauta, la de los ex, mientras el Cholo le daba a João el partido completo: su último cambio sería Llorente por Morata. No lo acabaría sin embargo el luso, que en una jugada con Parejo se dobló el tobillo. Directo a la enfermería. Se quedaba el Atleti con diez. Si un minuto antes ni Arias ni Lemar, por supuesto, habían logrado llevar a la red un balón de João para el 2-0, uno más tarde Parejo marcaba de falta directa, con un balón a la escuadra, fuerte, colocado e inalcanzable para Oblak.

Comenzaron los nervios y hubo pitos mientras Parejo obligaba al portero a sacar su mano milagro, por bajo y a contrapié, para evitar el 1-2. Era el 90’ cuando Kang-In igualaba la cuenta de hombres después de arrancarle a Arias un trozo de media de una patada. El árbitro le sacó la roja tras verla en la pantalla avisado por el VAR. El partido acabó así. Otro empate. Y la pizza haciéndose bola en la garganta otra tarde más.

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