Nacho Fernández y el fútbol total del River de Gallardo
El mediocampista del Millonario se ha convertido en una pieza fundamental para Gallardo. Ayer, en el Superclásico ante Boca, volvió a dar otro recital.
Marta Marañón Alarcia
As
Lo de ayer de River en el Monumental ante Boca fue un claro ejemplo de lo que es el fútbol total. Un despliegue defensivo, de creación y ofensivo absoluto. Anuló a Boca hasta convertirlo en un equipo casi pequeño, sin ideas, sin nada que ofrecer, sólo pérdidas y errores. Si no llega a ser por Andrada, el conjunto de Alfaro se hubiera llevado más que un 2-0 de Núñez.
Pero ya no es noticia que el River de Gallardo es imparable cuando despliega todo su arsenal sobre el terreno de juego. Y parte de la "culpa" de que el Millonario sea uno de los mejores equipos de Sudamérica es de Nacho Fernández. Su influencia anoche (y siempre) en el juego de River por el sector izquierdo fue clave para que el engranaje de los locales funcionara a la perfección.
Nacho hace y deshace a su gusto, sin que nadie le entorpezca su labor. Es solidario y generoso con sus compañeros, dentro y fuera de la cancha. No hay un motivador mejor que él. Es la extensión del Muñeco sobre la cancha. Está siempre pendiente de qué es lo que pide el partido. Le pone velocidad, pausa... Marca los tiempos. Es la brújula del equipo.
Tiene una facilidad pasmosa para desestabilizar al rival y generar ocasiones de peligro. En la jugada del segundo gol del Millonario en el Superclásico, el ex Gimnasia apareció para asociarse con Matías Suárez, despistar a la defensa xeneize y rematar a placer al arco de Andrada.
Cuando toca el balón parece que tiene todo pensado, ensayado, pero en realidad es pura improvisación. Juega por intuición, por inercia, esa es su gran valía. Además, mantiene un bajo perfil en la vida pública que lo hace un jugador aún más especial. De esos héroes silenciosos que marcan época. Ahora mismo sería imposible explicar el River de Gallardo sin mencionar a Nacho Fernández, que ya se ha convertido en el mejor jugador del fútbol argentino.
Marta Marañón Alarcia
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Lo de ayer de River en el Monumental ante Boca fue un claro ejemplo de lo que es el fútbol total. Un despliegue defensivo, de creación y ofensivo absoluto. Anuló a Boca hasta convertirlo en un equipo casi pequeño, sin ideas, sin nada que ofrecer, sólo pérdidas y errores. Si no llega a ser por Andrada, el conjunto de Alfaro se hubiera llevado más que un 2-0 de Núñez.
Pero ya no es noticia que el River de Gallardo es imparable cuando despliega todo su arsenal sobre el terreno de juego. Y parte de la "culpa" de que el Millonario sea uno de los mejores equipos de Sudamérica es de Nacho Fernández. Su influencia anoche (y siempre) en el juego de River por el sector izquierdo fue clave para que el engranaje de los locales funcionara a la perfección.
Nacho hace y deshace a su gusto, sin que nadie le entorpezca su labor. Es solidario y generoso con sus compañeros, dentro y fuera de la cancha. No hay un motivador mejor que él. Es la extensión del Muñeco sobre la cancha. Está siempre pendiente de qué es lo que pide el partido. Le pone velocidad, pausa... Marca los tiempos. Es la brújula del equipo.
Tiene una facilidad pasmosa para desestabilizar al rival y generar ocasiones de peligro. En la jugada del segundo gol del Millonario en el Superclásico, el ex Gimnasia apareció para asociarse con Matías Suárez, despistar a la defensa xeneize y rematar a placer al arco de Andrada.
Cuando toca el balón parece que tiene todo pensado, ensayado, pero en realidad es pura improvisación. Juega por intuición, por inercia, esa es su gran valía. Además, mantiene un bajo perfil en la vida pública que lo hace un jugador aún más especial. De esos héroes silenciosos que marcan época. Ahora mismo sería imposible explicar el River de Gallardo sin mencionar a Nacho Fernández, que ya se ha convertido en el mejor jugador del fútbol argentino.