La peligrosa maniobra de Erdogán en Siria

Turquía inició la invasión del noreste sirio. Estados Unidos le dio el visto bueno traicionando a sus aliados kurdos. Una situación que puede ser aprovechada por el ISIS para volver a ganar territorio. Irán y Rusia podrían sumarse a este nuevo frente de la guerra siria.

Gustavo Sierra
Especial para Infobae America
Contra la opinión del Pentágono, el Departamento de Estado y la gran mayoría de los analistas internacionales, Donald Trump dio el visto bueno a su par turco, Recep Tayyip Erdogan, para que invada Siria. Una jugada que pone en peligro a toda la región y que nadie sabe en qué puede decantar. Para llegar a esto, dejó en soledad a las fuerzas kurdas que fueron sus aliados en el combate contra el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés). Los kurdos, el grupo étnico de 30 millones de personas, viene luchando por su autonomía y reivindica territorio en Irak, Turquía y Siria. Ankara considera esa pretensión inadmisible y combate a sus grupos guerrilleros desde hace décadas. Ahora, Erdogan asegura que sólo va a abrir un corredor seguro para defender su frontera sur. En principio, sería un territorio de 32 kilómetros dentro de Siria a lo largo de casi 500 kilómetros de la línea fronteriza. Pero Turquía tiene la vieja ambición de quedarse con toda la planicie que llega hasta el río Eufrates: miles de kilómetros con centenares de pozos de petróleo.


En el medio están Rusia e Irán que apoyan al régimen de Bashar al Assad. Los ayatholas de Teherán, musulmanes chiítas, pretenden ganar influencia en Siria y tomar una posición de ventaja ante sus eternos enemigos, musulmanes sunitas, de Arabia Saudita. Vladimir Putin ya tenía allí su única base naval sobre el Mediterráneo y ahora sumó varias otras guarniciones y aeropuertos militares. Es su gran oportunidad para ser un jugador importante en el tablero de Medio Oriente. Todavía no está muy claro cuál va a ser la posición de iraníes, rusos y las fuerzas del régimen de Damasco ante el invasor turco.

Las fuerzas internacionales que intervienen en la guerra que ya lleva ocho años, también fueron sorprendidas por el cambio de posición de los Estados Unidos. Francia y Gran Bretaña tienen allí comandos especiales que apoyaron a los kurdos en su lucha contra los milicianos del ISIS. Probablemente se tengan que poner a un costado y pasar a ser unos meros observadores. Las tropas estadounidenses ya retrocedieron hasta más allá del Éufrates y el grueso de los marines está en sus bases en Irak.

La región kurda representa más de una cuarta parte de Siria y es el área más grande fuera de las manos de Al-Assad y sus aliados. Está controlada por las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), que engloba grupos de milicias de una variedad de etnias pero su columna vertebral es kurda. Los comandantes kurdos ya anunciaron que van a resistir la incursión turca. La prensa opositora de Estambul advierte a Erdogan que la aventura puede ser “su Vietnam”. Por eso es probable que por ahora no despliegue un gran número de soldados y “limpie” el corredor con bombardeos selectivos y el avance de milicias sirias aliadas.

Las SDF se formaron en 2015 para defender ciudades y pueblos kurdos y crear lo que esperaban se convirtiera en una provincia semiautónoma dentro de Siria. Su principal enemigo en ese momento era el ISIS que había creado su califato cruzando buena parte del territorio kurdo y aniquilando a la población civil que se resistiera. Los estadounidenses habían estado buscando desesperadamente un socio confiable para ayudarlos a luchar contra los terroristas islámicos. Habían gastado 500 millones de dólares entrenando y equipando a otros grupos rebeldes sirios sin éxito. En los kurdos, combatientes efectivos, cuyos líderes políticos eran seculares y defendían valores modernos como la igualdad de género, vieron un grupo con el que podían aliarse. Washington dio apoyo táctico, armas y realizó ataques aéreos, para que los kurdos terminaran desmantelando el califato. “Sin el SDF, el presidente Donald Trump no podría haber declarado la derrota completa de ISIS”, explicó a la cadena ABC, el general Joseph Votel, ex comandante de operaciones estadounidense en Siria, que logró la alianza con los kurdos en 2015. El SDF sufrió 11.000 bajas en los combates contra los terroristas.

Obviamente, Turquía observaba esta alianza con mucha desconfianza. Un número significativo de kurdos de las SDF también son miembros de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), una rama del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) que vienen luchando contra el estado turco desde hace 35 años y ya dejó 40.000 muertos. Erdogan insiste con que el PKK es un grupo terrorista que quiere aprovechar la oportunidad para quedarse con una parte del territorio turco. Por eso, pretende mantener al SDF alejado de la frontera. Y asegura que también tiene un propósito “humanitario” ya que allí trasladaría a los casi dos millones de sirios que escaparon de la guerra y están refugiados en Turquía. El plan inicial era que el corredor debía ser patrullado conjuntamente por tropas turcas y estadounidenses hasta que Trump decidió evacuar a sus tropas.

Todo esto crea una gran oportunidad para el ISIS. De acuerdo a informes de inteligencia europeos todavía tiene entre 11.000 y 18.000 combatientes –entre ellos unos 2.000 extranjeros- listos para volver al campo de batalla. Muchos están camuflados junto a sus mujeres e hijos en inmensos campos de detención sólo controlados desde el exterior y desde donde continúan adoctrinando y operando. Los líderes de las SDF han advertido que no pueden garantizar la seguridad de estos prisioneros si se ven obligados a desplegar sus fuerzas en el frente de una guerra contra Turquía. Se especula que las SAS británicas y las fuerzas especiales francesas acantonadas en la zona de Rojava, en el norte de Siria, tendrían la tarea de asegurar los perímetros de los campamentos si los kurdos se retiraran. Pero necesitarían el envío de muchos más soldados europeos para cumplir con la tarea. “El ISIS no podría haber escrito mejor el guion de esta segunda temporada”, escribió Mike Giglio, en la revista The Atlantic.

Erdogan tiene programada una visita a la Casa Blanca el 13 de noviembre. Se especula con que en esa entrevista con Trump podrían cantar victoria y detener cualquier ofensiva contra los kurdos. Pero para eso falta todavía más de un mes. Y para Medio Oriente ese es un lapso suficiente como para cambiar la historia.

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