El plan de Gallardo volvió a decidir el Superclásico
River Plate fue superior y venció en el Monumental a Boca en la ida de las semifinales de la Copa Libertadores con goles de Santos Borré y Nacho Fernández.
Javier de Paz
As
River Plate mostró su superioridad en el mejor momento posible y le ganó bien a Boca para acercarse a una nueva final de la Copa. Los de Marcelo Gallardo salieron a presionar y asfixiar al rival y se encontraron un regalo en forma de penal, tan justo como innecesario, al poco de salir de los vestuarios, pero no renunciaron a la pelota y a hacer más sangre ante unos xeneizes que lo intentaron con más orgullo que condiciones.
Habían pasado varios meses desde que se produjo la histórica final de Madrid, que aún no ha cicatrizado en el vestuario xeneize, y, pese a que ahora es Alfaro el inquilino del banquillo, en Boca decepcionó el plan para la ansiada 'revancha', con un planteamiento excesivamente rácano que abusa de buscar el pelotazo hacia Wanchope, vigilado durante too el partido de cerca por un gran Pinola.
Es cierto que Boca tuvo las suyas y Capaldo dejó para el recuerdo un error del que seguro ya se están acordando, pero River tenía una idea mucha más trabajada y pudo haber llegado a La Bombonera con el pase a la final en el bolsillo si Andrada no hubiera sacado esa mano en el último suspiro. Matías Suárez, Borré (y más tarde Scocco) fueron puñales que desangraban la zaga xeneize una y otra vez.
El triángulo Palacios-De La Cruz-Nacho Fernández fue dueño del partido, una vez más, con un enorme Enzo oxigenando y recuperando ante los volantes superados del Xeneize: MacAllister acabó sustituido y Capaldo, expulsado al final. Además, los cambios no cambiaron la dinámica de este Superclásico, con Boca aún más lejos del gol en la segunda parte y la sensación de que se necesitará una épica para darle la vuelta al resultado del Monumental.
Hay que pedirle mucho más a los de Alfaro, desbordados atrás -solo se salvó un Izquierdoz imperial-, sin mando en la medular y con un ataque casi inerte, donde ni Ábila, ni Zárate ni Tevez generaron ocasiones claras. Gallardo volvió a salir victorioso de un Superclásico -el tercer River-Boca que gana en la Libertadores-, y eso ya no es ninguna novedad.
Javier de Paz
As
River Plate mostró su superioridad en el mejor momento posible y le ganó bien a Boca para acercarse a una nueva final de la Copa. Los de Marcelo Gallardo salieron a presionar y asfixiar al rival y se encontraron un regalo en forma de penal, tan justo como innecesario, al poco de salir de los vestuarios, pero no renunciaron a la pelota y a hacer más sangre ante unos xeneizes que lo intentaron con más orgullo que condiciones.
Habían pasado varios meses desde que se produjo la histórica final de Madrid, que aún no ha cicatrizado en el vestuario xeneize, y, pese a que ahora es Alfaro el inquilino del banquillo, en Boca decepcionó el plan para la ansiada 'revancha', con un planteamiento excesivamente rácano que abusa de buscar el pelotazo hacia Wanchope, vigilado durante too el partido de cerca por un gran Pinola.
Es cierto que Boca tuvo las suyas y Capaldo dejó para el recuerdo un error del que seguro ya se están acordando, pero River tenía una idea mucha más trabajada y pudo haber llegado a La Bombonera con el pase a la final en el bolsillo si Andrada no hubiera sacado esa mano en el último suspiro. Matías Suárez, Borré (y más tarde Scocco) fueron puñales que desangraban la zaga xeneize una y otra vez.
El triángulo Palacios-De La Cruz-Nacho Fernández fue dueño del partido, una vez más, con un enorme Enzo oxigenando y recuperando ante los volantes superados del Xeneize: MacAllister acabó sustituido y Capaldo, expulsado al final. Además, los cambios no cambiaron la dinámica de este Superclásico, con Boca aún más lejos del gol en la segunda parte y la sensación de que se necesitará una épica para darle la vuelta al resultado del Monumental.
Hay que pedirle mucho más a los de Alfaro, desbordados atrás -solo se salvó un Izquierdoz imperial-, sin mando en la medular y con un ataque casi inerte, donde ni Ábila, ni Zárate ni Tevez generaron ocasiones claras. Gallardo volvió a salir victorioso de un Superclásico -el tercer River-Boca que gana en la Libertadores-, y eso ya no es ninguna novedad.