Armas que llegan a Brasil son robadas de cuarteles o vendidas por militares
Según un excomandante policial y el experto en defensa y seguridad, Samuel Montaño, hay uniformados que negocian sus armas a terceras personas, quienes finalmente las venden a grupos delictivos.
Daniela Romero / La Paz
Las armas que se trafican en Brasil son robadas de cuarteles o vendidas por miembros de las Fuerzas Armadas en Bolivia, según un excomandante de la Policía y el experto en seguridad y defensa, Samuel Montaño.
“Antes las armas robadas iban a los guerrilleros o a los grupos armados como Sendero Luminoso, de Perú, pero ahora van directamente a los cárteles de Brasil. Ellos necesitan armas de grueso calibre, no cualquier pistola, es por eso que compran de militares o, como pasó el año pasado, roban en cuarteles militares en Bolivia”, informó a Página Siete un excomandante policial que por algunos años trabajó en Beni, en la frontera con Brasil.
El tráfico de armas hacia Brasil sale de nuevo a la luz después de que el gobernador de Río de Janeiro, Wilson Witzel, manifestara que le pedirá a las Naciones Unidas una sanción internacional contra países como Colombia, Paraguay y Bolivia, que, a su juicio, venden armas ilegales a los grupos criminales y han provocado un “genocidio” en su estado.
Para el especialista en defensa, Samuel Montaño, hay dos formas de traficar armas hacia Brasil: por asaltos ejecutados por extranjeros en cuarteles bolivianos y debido a que hay militares que venden armamento a terceras personas con fines ilícitos.
“En Bolivia las armas salen de los cuarteles hacia el exterior, no hay ningún tipo de control, nadie hace nada para frenar esta venta de armas. Los militares, no todos obviamente, son quienes negocian con armas suyas o de la institución”, manifestó.
A mediados de junio del año pasado, un grupo armado del Comando de Vermelho, una de las organizaciones criminales más peligrosas de Brasil, atacó un puesto militar en la población de Porvenir, en Pando, justo una zona fronteriza.
Los asaltantes dejaron un militar herido y se robaron 30 armas, entre ellas siete fusiles AK con cargadores y pistolas, además de 2.000 municiones.
Días después del asalto, el ministro de Defensa, Javier Zavaleta, informó que seis militares de diferentes rangos serían sometidos a una investigación. Surgió la duda de que los uniformados tenían que ver con el robo del arsenal, sin embargo semanas después el Ministerio Público decidió desestimar la denuncia y apartarlos del caso.
Según el excomandante policial, que prefirió no dar su nombre para evitar represalias de las Fuerzas Armadas, el caso debería investigarse en profundidad dentro del puesto militar atacado. “Sabemos por antecedentes que hay militares que venden sus armas o permiten que se saquen armas desde cuarteles”, dijo. Añadió que no hay ninguna investigación y menos control en la venta de armas en el país.
Este medio intentó obtener información de autoridades de las Fuerzas Armadas sobre los casos de robo de armamento u otros que se haya registrado en los últimos años, pero no tuvo respuesta.
Dos antecedentes
2006 El especialista Samuel Montaño recordó una investigación que se abrió durante la gestión del primer alto mando militar de la gestión de Evo Morales, en la que se descubrió que oficiales de las Fuerzas Armadas ofrecían sus armas a terceros. Este hecho derivó a que un día los militares sean llamados a presentarse con sus armas, pero el 50% de los citados dijeron que las habían perdido o fueron víctimas de robo.
2015 En diciembre de ese año, delincuentes extranjeros robaron 11 fusiles AK de una base naval boliviana, ubicada en la frontera con Brasil. Los asaltantes fueron detenidos días después y se procesó a los militares de ese puesto por permitir que se cometa el delito. El caso quedó ahí.
Daniela Romero / La Paz
Las armas que se trafican en Brasil son robadas de cuarteles o vendidas por miembros de las Fuerzas Armadas en Bolivia, según un excomandante de la Policía y el experto en seguridad y defensa, Samuel Montaño.
“Antes las armas robadas iban a los guerrilleros o a los grupos armados como Sendero Luminoso, de Perú, pero ahora van directamente a los cárteles de Brasil. Ellos necesitan armas de grueso calibre, no cualquier pistola, es por eso que compran de militares o, como pasó el año pasado, roban en cuarteles militares en Bolivia”, informó a Página Siete un excomandante policial que por algunos años trabajó en Beni, en la frontera con Brasil.
El tráfico de armas hacia Brasil sale de nuevo a la luz después de que el gobernador de Río de Janeiro, Wilson Witzel, manifestara que le pedirá a las Naciones Unidas una sanción internacional contra países como Colombia, Paraguay y Bolivia, que, a su juicio, venden armas ilegales a los grupos criminales y han provocado un “genocidio” en su estado.
Para el especialista en defensa, Samuel Montaño, hay dos formas de traficar armas hacia Brasil: por asaltos ejecutados por extranjeros en cuarteles bolivianos y debido a que hay militares que venden armamento a terceras personas con fines ilícitos.
“En Bolivia las armas salen de los cuarteles hacia el exterior, no hay ningún tipo de control, nadie hace nada para frenar esta venta de armas. Los militares, no todos obviamente, son quienes negocian con armas suyas o de la institución”, manifestó.
A mediados de junio del año pasado, un grupo armado del Comando de Vermelho, una de las organizaciones criminales más peligrosas de Brasil, atacó un puesto militar en la población de Porvenir, en Pando, justo una zona fronteriza.
Los asaltantes dejaron un militar herido y se robaron 30 armas, entre ellas siete fusiles AK con cargadores y pistolas, además de 2.000 municiones.
Días después del asalto, el ministro de Defensa, Javier Zavaleta, informó que seis militares de diferentes rangos serían sometidos a una investigación. Surgió la duda de que los uniformados tenían que ver con el robo del arsenal, sin embargo semanas después el Ministerio Público decidió desestimar la denuncia y apartarlos del caso.
Según el excomandante policial, que prefirió no dar su nombre para evitar represalias de las Fuerzas Armadas, el caso debería investigarse en profundidad dentro del puesto militar atacado. “Sabemos por antecedentes que hay militares que venden sus armas o permiten que se saquen armas desde cuarteles”, dijo. Añadió que no hay ninguna investigación y menos control en la venta de armas en el país.
Este medio intentó obtener información de autoridades de las Fuerzas Armadas sobre los casos de robo de armamento u otros que se haya registrado en los últimos años, pero no tuvo respuesta.
Dos antecedentes
2006 El especialista Samuel Montaño recordó una investigación que se abrió durante la gestión del primer alto mando militar de la gestión de Evo Morales, en la que se descubrió que oficiales de las Fuerzas Armadas ofrecían sus armas a terceros. Este hecho derivó a que un día los militares sean llamados a presentarse con sus armas, pero el 50% de los citados dijeron que las habían perdido o fueron víctimas de robo.
2015 En diciembre de ese año, delincuentes extranjeros robaron 11 fusiles AK de una base naval boliviana, ubicada en la frontera con Brasil. Los asaltantes fueron detenidos días después y se procesó a los militares de ese puesto por permitir que se cometa el delito. El caso quedó ahí.