A 4 meses de la muerte de Margarita, la ayuda prometida por el Gobierno a sus hijos no llega

Los pequeños de 9,7 y 4, que perdieron su mamá por un cáncer, requieren ayuda psicológica y otras atenciones. En las últimas semanas se rehúsan a probar alimentos.

ANF
“Ya vamos a tener casita, vamos a estar bien. Les decía a mis hijitos para que no tengan tanta pena de la muerte de su mamá”, relata, casi llorando, Benjamín Pari, el esposo de Margarita Ramos, una joven mamá que murió el pasado 27 de mayo a causa de un cáncer de cérvix en etapa terminal, dejando huérfanos a sus tres retoños de 9,7 y 4. El Gobierno le había prometido ayuda pero esa “promesa” se quedó solo en “palabras”, dice.


A más de cuatro meses de la partida de su pareja, Benjamín cuenta, que todavía no llegó la ayuda que le prometieron desde el Gobierno para conseguir una vivienda propia y tratamiento integral para el más pequeño de sus retoños, Miguel Ángel que fue diagnosticado con retraso psicomotor y síndrome de Noonan, un trastorno genético que evita el desarrollo normal en varias partes del cuerpo como características faciales inusuales; baja estatura y defectos cardíacos.

El hombre de mediana estatura y que se dedica a la venta ambulante de calzas y buzos, en las calles y ferias de La Ceja en la ciudad de El Alto, para mantener a sus pequeños, afirma que, después de la muerte del “amor de su vida”, la tristeza abruma a su familia. Principalmente porque temen que el dueño de la pequeña habitación que cuidan hace años y donde vive junto a sus hijos en la zona San Miguel, Alto Alpacoma de la urbe alteña, los desaloje y se queden en la calle.

Pero, lo que más le duele, es ver cómo cada día que pasa desde la muerte de su esposa, sus niños esperan el regreso de su “mamita”, sobre todo los más pequeños Carlos (7) y Miguel Ángel o Miki (4), como le llamaba de cariño su mamá. Este último, era el que acompañaba a Margarita, durante sus días de agonía por la enfermedad.

“Él le cuidaba y le hacía compañía todos los días, siempre estaban juntos, ahora parece que se está amartelando. No quiere comer, eso sí, toma su tecito con pan en la mañana, pero después no quiere comer y en la noche se duerme solo con su yogur. A veces dice ¡mamá, mamá! y, yo no sé qué hacer”, cuenta, desesperado Benjamín.

Miki, el hijo más pequeño de Margarita.

Relata que dos meses después del deceso de Margarita, a Miky le tocaba consulta en el Hospital Arco Iris de Villa Fátima, tratamiento que fue costeado por la Lotería Nacional, y comenzó a llamar a su mamá con desesperación, ya que tiempo antes, ambos (madre e hijo) recibían atención en ese nosocomio. Ella tomaba cuidados paliativos y él era tratado por su síndrome de Noonan en una misma sala.

“No sé, cómo se habrá recordado que su mamá estaba en ese hospital y de un rato para otro quería subir las gradas y gritaba, ¡mamá, mamá! No se quería calmar, hasta que una señorita enfermera le ha levantado y se ha tranquilizado”, dice.

Desde ese episodio y por trámites burocráticos para seguir con su tratamiento médico, el pequeño dejó de ir al hospital. En las últimas tres semanas, comenzó a dormir más de lo habitual y no quiere probar alimentos, incluso dejó de hablar y sólo pronuncia la palabra “mamá”. Hay noches que no puede dormir. La misma situación atraviesa, Carlitos, el otro hijo de Margarita, que bajó su rendimiento escolar y presenta dolores de cabeza.

Benjamín dice que los primeros meses del fallecimiento de su pareja, sus tres pequeños estaban “normal”, pero en las últimas semanas, comenzaron a recaer y a extrañar con más fuerza a su progenitora. Remarca, que ese era uno de los motivos, por el cual estaba entusiasmado en cambiar de vivienda y evitar que sus hijos sufran por la ausencia materna.

“Están tristes, cuando nos reunimos solo estamos los cuatro, sin mamá. Antes por lo menos, ella no hablaba ni caminaba, pero estaba echada en la cama y nos sonreía. Ahora, no hay nadie. Por eso también estaba ilusionado, con tener esa casita que me había prometido (los del Gobierno) para irme con mis hijitos y que ya no se recuerden viendo sus cosas”, comenta.

Carlitos y Miky duermen en su pequeña habitación.

Asegura que pensó en buscar un alquiler en otra zona, para ya no ver el sufrimiento de sus pequeños, pero sus bajos ingresos económicos, no le permiten optar por esa opción. Él intenta animar a sus pequeños, llevándolos de compañía a su trabajo, comprándoles algunas golosinas para que despejen su mente, pero el efecto es momentáneo.

Lamenta que el Gobierno, principalmente la Unidad de Apoyo de Gestión Social del Ministerio de la Presidencia, a la cabeza de la exministra de Justicia, Virginia Velasco, les haya ilusionado con la idea de tener un hogar propio. Pero, lo que más le afecta, es que esa autoridad incumplió su palabra de no “abandonarlos nunca”.

“La doctora Velasco, cuando ha muerto mi esposa, me ha dicho: ‘Cualquier rato voy a pasar a la casa, a ver a las wawas’, no les voy abandonar nunca. Desde ese día, varias veces la hemos esperado, mis hijos la esperaban, pero acaso ha llegado. Nunca más ha venido, ha desaparecido”, señala.

El hombre pide ayuda psicológica para sus retoños, pues también esa promesa que fue realizada por otras autoridades no se cumplió.

Compromisos

En vida, Margarita lo que más deseaba y preocupaba era tener un hogar propio y lleno de amor para sus retoños de 9,7 y 4 años de edad, pero por su enfermedad que la tuvo hospitalizada y postrada durante más de un año, no pudo hacer realidad su anhelo.

Cuando su dramático caso salió a la luz pública, varias autoridades de Estado se comprometieron ayudarla, entre ellos la Lotería Nacional y la Unidad de Apoyo de Gestión Social del Ministerio de la Presidencia. La primera institución se comprometió a costear el tratamiento del más pequeño de sus hijos y le entregó un lote de diferentes productos.

De acuerdo a Benjamín, la atención a su pequeño no se concretó del todo y hasta ahora, desconoce cuál es el diagnóstico de su niño. Afirma, que el niño recibía tratamiento en el Hospital Arco Iris de Villa Fátima y el Hospital del Niño, pero aparentemente, le cortaron esa ayuda porque los costos de su atención en ambos nosocomios eran elevados y ya no podían ser costeados.

“La cuenta ha salido como Bs 14 mil y me han reclamado por qué he gastado tanto. Yo no sé, de dónde habrá salido tanto monto, ni siquiera le han querido hacer la tomografía de la cabecita a mi hijo. Me mandaban de un lado para otro y la última vez, me han citado al Ministerio de Salud para que aclare porqué se ha gastado tanto”, asegura.

En contraparte, la directora de Lotería Nacional, Rossío Pimentel, explicó a ANF, que su institución sigue con la predisposición de ayudar al pequeño Miky y señala que si ahora el niño no recibe tratamiento, es porque su progenitor ya no le llevó más a las consultas.

Sobre el gasto de Bs 14 mil y los reclamos a Benjamín, cree que hubo un “malentendido”, ya que asegura que no tienen mayores problemas en erogar eso monto, ya que en otros casos de ayuda social gastaron más de bs 100 mil. Sin embargo, remarca, que la ayuda para el pequeño continuará hasta el final de su tratamiento.

La segunda entidad que comprometió su ayuda ante diferentes medios de comunicación, es la Unidad de Apoyo de Gestión Social del Ministerio de la Presidencia, liderada por Virginia Velasco. La promesa a Margarita fue la de gestionar una casa para sus hijos.

Velasco lanzó ese compromiso, el pasado 26 de abril, antes del deceso de Margarita Ramos. Esa fecha, anunció que su despacho iba remitir un informe de la situación vulnerable de esa familia a la Agencia Estatal de Vivienda, dependiente del Ministerio de Obras Públicas, para que canalice la ayuda la necesaria.

Pero, a la fecha no hay nada de lo prometido. ANF intentó contactarse con Velasco para conocer su versión, pero no fue posible un encuentro ni un contacto telefónico, porque la autoridad no contestó las llamadas de este medio de comunicación.

Otra de las promesas incumplidas por esa autoridad, también fue la reinserción educativa de la hermana de 13 años de Margarita a un establecimiento educativo para continuar con sus estudios. En ese tiempo, la menor vivía y ayudaba la familia.

Margarita

El pasado mes de abril, ANF publicó un reportaje sobre el drama que vive Margarita Ramos, una joven madre que batallaba contra el cáncer de cuello uterino en etapa terminal. Pero, el 27 de mayo, justo en el Día de la Madre Boliviana, perdió su batalla.

La joven se aferraba a la vida, por sus tres pequeños. Había realizado quimioterapia, radioterapia y braquiterapia para afrontar la enfermedad; sin embargo, ninguno resultó.

Su esposo Benjamín Pari perdió su trabajo como albañil por atender a su esposa y sus hijos. Actualmente, se dedica a vender calzas como ambulante en distintas ferias de la urbe alteña, pero sus ganancias varían entre Bs 20 y 50 no le alcanzan para mantener a su familia ni solventar los gastos que representa ser viudo y padre soltero.

Pese a que cuando se hizo pública su historia, la familia recibió el respaldo de todo el territorio nacional e incluso de Estados Unidos, Uruguay, España, sobre todo de residentes bolivianos que se solidarizaron con su drama. Esa ayuda le sirvió para amortiguar sus deudas bancarias, para ser precisos tres entidades, de los cuales dos ya fueron canceladas en su totalidad.

Pero la familia precisa más ayuda y sobretodo que las autoridades cumplan con su palabra para dar un ligero alivio a los pequeños que, junto a Benjamín, viven con la pena de ser desalojados en cualquier momento del cuarto que cuidan hacer varios años. El dueño de la propiedad les otorgó un plazo hasta fin de este año.

Para cualquier ayuda a los hijos de Margarita pueden comunicarse al 71594933.

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