Una ministra antídoto contra la era Salvini

Luciana Lamorgese, nueva titular de Interior italiana, tiene un perfil técnico y discreto que ayudará a rebajar la presión mediática y social en la gestión de la inmigración

Daniel Verdú
Roma, El País
Cuando el primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, subió al Palacio del Quirinal hace algunas semanas con una lista de nombres para su segundo gobierno, solo escuchó una exigencia: nada de propaganda en el Ministerio del Interior. El nuevo titular del área, pidió el presidente de la República, Sergio Mattarella, debía tener un perfil técnico capaz de gestionar con humanidad y rigor un área profundamente inflamada y evitar choques con Europa. Alguien sugirió a Luciana Lamorgese (Potenza, 66 años), una experta en cuestiones de seguridad e inmigración curtida durante 40 años en Interior. El nombre, desconocido para la mayoría de italianos, no salió del PD ni del Movimiento 5 Estrellas, que aspiraban a colocar en ese cargo a uno de sus hombres fuertes, explican fuentes de ambos partidos. Solo pronunciarlo, sin embargo, causó un efecto balsámico.


El jueves a media mañana, una funcionaria sortea los corrillos que se forman en los largos pasillos del Ministerio del Interior y responde rotunda. “¿El cambio? Se nota. Menos ruedas de prensa, quizá un ambiente más relajado. Pero no crea, Salvini también trabajaba mucho”, apunta con la diplomacia de viejo empleado público. “Ha sido acogida con gran entusiasmo. Es un técnico. Ha hecho una gran carrera, y es un punto de referencia para muchos colegas aquí que ya habían trabajado con ella. Y sí, la presión mediática ha bajado”, señala otro alto cargo de Interior que ha visto pasar a los últimos ministros.

La realidad es que el anterior inquilino del Palacio del Viminale estuvo aquí pocas jornadas enteras. Fue difícil combinar el trabajo de oficina con los viajes de campaña y su hiperactividad propagandística en redes. Justo lo contrario que anuncia el currículum de Luciana Lamorgese, una experta en cuestiones de seguridad e inmigración, crecida y curtida en este palacio, que no suele dar entrevistas y ni siquiera tiene Twitter o Facebook.

El perfil políticamente neutro de la nueva ministra, culminado en la última fase de su carrera en puestos como las delegaciones del Gobierno en Milán y Venecia, se demuestra también con la variedad de partidos con los que ha trabajado con éxito (ella nunca ha militado en ninguna formación). En 2008 fue nombrada subjefa de gabinete del Ministerio del Interior, cuando el entonces líder de la Liga, Roberto Maroni, era su titular. “Es una persona seria y equilibrada”, señaló la semana pasada. Luego asumió el cargo de comisario para la gestión de refugiados y nómadas de la región de Véneto. En 2013, cuando Angelino Alfano se marchó de Forza Italia y fue ministro del Interior, volvió al Viminale como su jefa de Gabinete, puesto que mantuvo hasta 2017, también con Marco Minniti (PD).

Italia recibió durante ese periodo el mayor número de desembarcos de su historia (42.00 en 2013, 170.000 en 2014, 154.000 en 2015 y 181.000 en 2016). Lamorgese fue quien gestionó el plan de incentivos a los ayuntamientos que acogieron a solicitantes de asilo, abrió los primeros centros de acogida temporales y estuvo al frente de la comisión para la aprobación de los permisos de asilo. En aquel tiempo siempre se manifestó a favor de que procesos de integración acompañasen cualquier política migratoria lo que le granjeó la estima explícita de organizaciones como Caritas y otras ONG. Pero la unanimidad en torno a su competencia alcanza también a gente inesperada.

Cuando Lamorgese se jubiló hace un año y abandonó la delegación del Gobierno de Milán, Matteo Salvini reconoció que los delitos habían descendido en dicha provincia un 8,7% durante el tiempo que ella estuvo ahí desplazada y le regaló una placa de conmemoración. La relación era buena y no ha tenido, hasta el momento, una sola palabra negativa hacia su sucesora. “Me pongo a su disposición si puedo ser de ayuda”, lanzó la semana pasada. Pero ella deberá lidiar ahora con la modificación paulatina de los dos decretos que diseñó Salvini para limitar los derechos de los inmigrantes y perseguir a las ONG que los rescatan en el Mediterráneo central. El presidente de la República los firmó, pero realizó apreciaciones que el Gobierno ha anunciado, deberán tenerse en cuenta.

La Comisión Europea, en total sintonía con Mattarella, incluso en los momentos más complicados de relación con Italia, ha visto con buenos ojos la llegada de Lamorgese. Algo fundamental para agilizar la implantación de la redistribución automática de los inmigrantes que servirá, también, para frenar las embestidas de Salvini desde la oposición. En las dos semanas que lleva en el cargo, ya se ha reunido con su homólogo alemán, Horst Seehofer, y el español, Fernando Grande-Marlaska (más que su predecesor en 14 meses). Francia y Alemania han cambiado el tono y el acuerdo parece cercano. El éxito del antídoto a Salvini dependerá en gran medida de ello.

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