Un teniente del Ejército venezolano confiesa cómo sobrevive con los bajos salarios: “Sé que no es legal, pero necesito el dinero”
Ningún militar se mantiene con el sueldo de la Fuerza Armada. El contrabando, las actividades paralelas al servicio y la exigua ración de productos básicos que pueden comprar con el escaso dinero legal que recibe del Estado
Sebastiana Barráez
desde Caracas, Venezuela
“Es horrible”. Esa es la primera expresión de un teniente del Ejército cuando le pregunto cómo hace para lidiar con la crisis económica. “Yo trabajé en nómina hasta hace como seis años. Y si bien es cierto que los militares siempre hemos recibido salarios pésimos, jamás había sido como ahora”.
Casi siempre, cuando le pregunto a un militar, sea oficial superior o tropa profesional, cuánto es su salario, tratan de no decirlo. Este teniente, que presta servicio en una instalación castrense del estado Zulia, no es la excepción. “Al igual que los médicos, abogados, enfermeros, policías, bomberos, entre otros, nosotros, los militares, también entramos en el grupo de los pésimos salarios”.
Lo insto a que relate qué puede cubrir de la cesta básica con el monto que recibe mensualmente en la Fuerza Armada. “La verdad, no es mucho lo que puedo hacer con el sueldo; un litro de aceite cuesta 50 mil bolívares (2,5 dólares), un kilo de arroz, Bs. 38 mil (1,9 dólares), y una mantequilla de 500 gramos, Bs. 40 mil (2 dólares). Ahí está mi sueldo de treinta días”.
Sobre otros beneficios destaca que “la caja de alimentos CLAP ya casi no llega. Los Servicios odontológicos no los cubre Seguros Horizonte, empresa que nadie quiere y no cubre casi nada por la inflación”.
En los cuarteles la comida cada día es solo para llenarse y no para alimentarse. Le pido al teniente que nos diga cómo es un día de desayuno, almuerzo y cena en el comando donde presta servicio. “El desayuno es requesón, lenteja, arepa y una chicha de pasta (espagueti). Al almuerzo, es pasta o arroz con pollo, yuca o plátano, jugo artificial de sobre o mango y sopa de lentejas. Y en la cena, a veces es igual que al desayuno, y otras, es pasta con pollo y chicha de pasta”.
“Tengo que hacer de todo”
Es obvio que ningún militar se mantiene con el salario que recibe de la Fuerza Armada, y tampoco este teniente del Ejército, a quien no puedo identificar porque está prohibido declarar sin orden del ministro de la Defensa o del Comandante en Jefe de la Fuerza Armada. Le pido que explique cómo hace para mantener a su familia.
“Tengo que hacer de todo, porque el sueldo da vergüenza. Entre las cosas que realizo está comprar y vender cualquier artículo que sea de alta rotación y que esté al alcance del consumidor. Yo compro y vendo pan. También ofrezco a la venta aceite y cauchos, que un empresario me da la oportunidad de vender. Por otra parte, me ayudo haciendo trabajos contables. Sé que no es legal hacerlo, porque como funcionario no debo firmar, pero igual lo hago porque necesito el dinero”.
Un militar, tradicionalmente, estaba obligado a cumplir de manera exclusiva funciones para la institución castrense. Le pregunto al teniente si los trabajos que él hace fuera de su función esencial como oficial no le acarrea problemas con sus superiores, y responde: "Eso depende del comando y del jefe. Hay comandantes que están conscientes de que la situación del país está cada vez peor y que los sueldos no alcanzan, por lo que debemos buscar alternativas para poder mantener a nuestras familias. Otros no lo son tanto”.
Refleja cierto pesimismo ante la situación que se vive en Venezuela. “Esto es cada vez peor, y lo más triste del caso es que no hay un proyecto a corto plazo, por parte del Gobierno, que permita desahogar la economía del país. En 1998 teníamos una producción petrolera certificada por la OPEP de 3,5 millones de barriles diarios, y hoy escasamente llegamos a los 700 mil barriles diarios con una inflación acumulada, de enero a septiembre de 2019, de 2.674%, de manera que un militar que en enero ganaba 100 mil bolívares, ahorita en septiembre debería estar ganando dos millones 674 mil bolívares”.
Cuenta que hay dependencias administrativas que “trabajan un día sí, otro día no, como ocurre con el Hospital Militar de Maracaibo, donde, por cierto, ya no queda nadie en esa unidad. Otros jefes trabajan todos los días 24/7, y los oficiales o sargentos terminan yéndose porque no les alcanza el sueldo”.
La otra opción
Aquel militar que no tiene inventiva para idearse una salida con algún trabajo digno opta por hacer acciones delictivas a escondidas. “Muchos se dedican al bachaqueo (contrabando) de gasolina, por lo menos un viaje por día. Todos los días los ves dando lástima para echar gasolina, que ahora le cuesta más a los militares, porque desde que sacaron al general Lapadula Sira, la mayoría de las estaciones de combustible están en manos del gobernador Omar Prieto, con la policía regional, y es así como tiene más poder él que los comandantes de la región de Defensa Integral (REDI) y de las Zonas Operativas (ZODI)”.
Insisto en preguntarle qué tan rentable es ese contrabando. “La última vez que pregunté, hace una semana, estaba el punto de gasolina (pimpina de 20 litros) a Bs. 30 mil. Hay militares que tienen vehículos grandes, tipo caprice o camionetas bronco, que pueden dejar hasta 4 o 5 puntos por viaje, de manera que estamos hablando de Bs. 120 a 150 mil en efectivo por viaje. Es el sueldo de un mes”.
Explica que algunos militares hacen dos y hasta tres viajes en un día. “Cargan gasolina y la llevan a las caletas que están en Sinamaica (capital del Municipio Guajira, estado Zulia y que está a hora y media de Maracaibo) y de ahí los que la compran la llevan a la línea de la frontera, por las trochas. En Sinamaica pagan en moneda colombiana, entre 25 mil a 30 mil pesos. Ahí en Sinamaica lanzas un fósforo y explota el pueblo, porque hay combustible almacenado en todas partes”.
Finalmente, sentencia: “Aquí no va quedar militar alguno con estas políticas del gobierno”.
Sebastiana Barráez
desde Caracas, Venezuela
“Es horrible”. Esa es la primera expresión de un teniente del Ejército cuando le pregunto cómo hace para lidiar con la crisis económica. “Yo trabajé en nómina hasta hace como seis años. Y si bien es cierto que los militares siempre hemos recibido salarios pésimos, jamás había sido como ahora”.
Casi siempre, cuando le pregunto a un militar, sea oficial superior o tropa profesional, cuánto es su salario, tratan de no decirlo. Este teniente, que presta servicio en una instalación castrense del estado Zulia, no es la excepción. “Al igual que los médicos, abogados, enfermeros, policías, bomberos, entre otros, nosotros, los militares, también entramos en el grupo de los pésimos salarios”.
Lo insto a que relate qué puede cubrir de la cesta básica con el monto que recibe mensualmente en la Fuerza Armada. “La verdad, no es mucho lo que puedo hacer con el sueldo; un litro de aceite cuesta 50 mil bolívares (2,5 dólares), un kilo de arroz, Bs. 38 mil (1,9 dólares), y una mantequilla de 500 gramos, Bs. 40 mil (2 dólares). Ahí está mi sueldo de treinta días”.
Sobre otros beneficios destaca que “la caja de alimentos CLAP ya casi no llega. Los Servicios odontológicos no los cubre Seguros Horizonte, empresa que nadie quiere y no cubre casi nada por la inflación”.
En los cuarteles la comida cada día es solo para llenarse y no para alimentarse. Le pido al teniente que nos diga cómo es un día de desayuno, almuerzo y cena en el comando donde presta servicio. “El desayuno es requesón, lenteja, arepa y una chicha de pasta (espagueti). Al almuerzo, es pasta o arroz con pollo, yuca o plátano, jugo artificial de sobre o mango y sopa de lentejas. Y en la cena, a veces es igual que al desayuno, y otras, es pasta con pollo y chicha de pasta”.
“Tengo que hacer de todo”
Es obvio que ningún militar se mantiene con el salario que recibe de la Fuerza Armada, y tampoco este teniente del Ejército, a quien no puedo identificar porque está prohibido declarar sin orden del ministro de la Defensa o del Comandante en Jefe de la Fuerza Armada. Le pido que explique cómo hace para mantener a su familia.
“Tengo que hacer de todo, porque el sueldo da vergüenza. Entre las cosas que realizo está comprar y vender cualquier artículo que sea de alta rotación y que esté al alcance del consumidor. Yo compro y vendo pan. También ofrezco a la venta aceite y cauchos, que un empresario me da la oportunidad de vender. Por otra parte, me ayudo haciendo trabajos contables. Sé que no es legal hacerlo, porque como funcionario no debo firmar, pero igual lo hago porque necesito el dinero”.
Un militar, tradicionalmente, estaba obligado a cumplir de manera exclusiva funciones para la institución castrense. Le pregunto al teniente si los trabajos que él hace fuera de su función esencial como oficial no le acarrea problemas con sus superiores, y responde: "Eso depende del comando y del jefe. Hay comandantes que están conscientes de que la situación del país está cada vez peor y que los sueldos no alcanzan, por lo que debemos buscar alternativas para poder mantener a nuestras familias. Otros no lo son tanto”.
Refleja cierto pesimismo ante la situación que se vive en Venezuela. “Esto es cada vez peor, y lo más triste del caso es que no hay un proyecto a corto plazo, por parte del Gobierno, que permita desahogar la economía del país. En 1998 teníamos una producción petrolera certificada por la OPEP de 3,5 millones de barriles diarios, y hoy escasamente llegamos a los 700 mil barriles diarios con una inflación acumulada, de enero a septiembre de 2019, de 2.674%, de manera que un militar que en enero ganaba 100 mil bolívares, ahorita en septiembre debería estar ganando dos millones 674 mil bolívares”.
Cuenta que hay dependencias administrativas que “trabajan un día sí, otro día no, como ocurre con el Hospital Militar de Maracaibo, donde, por cierto, ya no queda nadie en esa unidad. Otros jefes trabajan todos los días 24/7, y los oficiales o sargentos terminan yéndose porque no les alcanza el sueldo”.
La otra opción
Aquel militar que no tiene inventiva para idearse una salida con algún trabajo digno opta por hacer acciones delictivas a escondidas. “Muchos se dedican al bachaqueo (contrabando) de gasolina, por lo menos un viaje por día. Todos los días los ves dando lástima para echar gasolina, que ahora le cuesta más a los militares, porque desde que sacaron al general Lapadula Sira, la mayoría de las estaciones de combustible están en manos del gobernador Omar Prieto, con la policía regional, y es así como tiene más poder él que los comandantes de la región de Defensa Integral (REDI) y de las Zonas Operativas (ZODI)”.
Insisto en preguntarle qué tan rentable es ese contrabando. “La última vez que pregunté, hace una semana, estaba el punto de gasolina (pimpina de 20 litros) a Bs. 30 mil. Hay militares que tienen vehículos grandes, tipo caprice o camionetas bronco, que pueden dejar hasta 4 o 5 puntos por viaje, de manera que estamos hablando de Bs. 120 a 150 mil en efectivo por viaje. Es el sueldo de un mes”.
Explica que algunos militares hacen dos y hasta tres viajes en un día. “Cargan gasolina y la llevan a las caletas que están en Sinamaica (capital del Municipio Guajira, estado Zulia y que está a hora y media de Maracaibo) y de ahí los que la compran la llevan a la línea de la frontera, por las trochas. En Sinamaica pagan en moneda colombiana, entre 25 mil a 30 mil pesos. Ahí en Sinamaica lanzas un fósforo y explota el pueblo, porque hay combustible almacenado en todas partes”.
Finalmente, sentencia: “Aquí no va quedar militar alguno con estas políticas del gobierno”.