Thomas se hace el jefe
El ghanés confirma su madurez con una exhibición en el derbi. De las dudas del final de la temporada pasada a convertirse en imprescindible.
Jorge García
As
Alguno vio ayer en el Metropolitano al mejor Michael Essien o al mejor Yaya Touré. Pero fue Thomas, el que hizo recordar a sus dos ídolos. Fue el ghanés del Atlético el que se exhibió en el derbi para confirmar el extraordinario momento de madurez que vive. El medio africano se agigantó ante el Real Madrid. Una respuesta contundente en un partido de la máxima exigencia, justo aquello que en el pasado le generó dudas al propio jugador. Thomas terminó la temporada pasada pensando que Simeone todavía no confiaba en él a ciegas, de hecho lo había dejado entrever él mismo con declaraciones. Sin embargo, también se había ocupado de dejar claro que, por encima de todo, su gran sueño era triunfar en el Atlético, el club que le ha dado todo.
El Atlético es uno con Thomas y otro sin él. Consolida la medular, le aporta seguridad y confianza, pero sobre todo es el factor cohesionador. Muchos se llevaban las manos a la cabeza cuando Rodrigo decidió abandonar el Atlético. Thomas ha respondido, hasta ahora, de forma rotunda a esas dudas. Ya no es solamente la fortaleza que transmite. Ha limitado mucho sus errores en la salida, algo que antes le penalizaba, sobre todo teniendo en cuenta la zona del campo donde se expresa. Jugando ordenadamente, es capaz de combinar en vertical de primeras o sacarse un pase para romper la línea de presión, algo que ya venía siendo su elemento diferenciador, pero que ahora además adorna con alta precisión. Libera a compañeros y cada vez abarca más campo con una confianza que no para de crecer. Protege la pelota como nadie y se entiende con Trippier como si llevaran toda la vida jugando juntos.
En el derbi ganó el 80% de los duelos y fue el rojiblanco que más balones recuperó con 9. Jugó con una jerarquía acorde al estatus que ya ha alcanzado en el Atlético. De las dudas de la temporada pasada a hacerse imprescindible.
Jorge García
As
Alguno vio ayer en el Metropolitano al mejor Michael Essien o al mejor Yaya Touré. Pero fue Thomas, el que hizo recordar a sus dos ídolos. Fue el ghanés del Atlético el que se exhibió en el derbi para confirmar el extraordinario momento de madurez que vive. El medio africano se agigantó ante el Real Madrid. Una respuesta contundente en un partido de la máxima exigencia, justo aquello que en el pasado le generó dudas al propio jugador. Thomas terminó la temporada pasada pensando que Simeone todavía no confiaba en él a ciegas, de hecho lo había dejado entrever él mismo con declaraciones. Sin embargo, también se había ocupado de dejar claro que, por encima de todo, su gran sueño era triunfar en el Atlético, el club que le ha dado todo.
El Atlético es uno con Thomas y otro sin él. Consolida la medular, le aporta seguridad y confianza, pero sobre todo es el factor cohesionador. Muchos se llevaban las manos a la cabeza cuando Rodrigo decidió abandonar el Atlético. Thomas ha respondido, hasta ahora, de forma rotunda a esas dudas. Ya no es solamente la fortaleza que transmite. Ha limitado mucho sus errores en la salida, algo que antes le penalizaba, sobre todo teniendo en cuenta la zona del campo donde se expresa. Jugando ordenadamente, es capaz de combinar en vertical de primeras o sacarse un pase para romper la línea de presión, algo que ya venía siendo su elemento diferenciador, pero que ahora además adorna con alta precisión. Libera a compañeros y cada vez abarca más campo con una confianza que no para de crecer. Protege la pelota como nadie y se entiende con Trippier como si llevaran toda la vida jugando juntos.
En el derbi ganó el 80% de los duelos y fue el rojiblanco que más balones recuperó con 9. Jugó con una jerarquía acorde al estatus que ya ha alcanzado en el Atlético. De las dudas de la temporada pasada a hacerse imprescindible.