Rodrigo y Alcácer fueron brujos

Doblete de ambos en el día que se homenajeó a Quini. España sumó la sexta victoria seguida de la Selección camino a la Euro'20. Ramos alcanzó a Casillas con la Selección.

Héctor Martínez
As
Sé de uno que se acercó a presenciar en directo el final de etapa de la Vuelta en El Acebo y que tres horas después respiraba Asturias por los cuatro costados en el estadio El Molinón-Quini cuando las selecciones de España e Islas Feroe saltaron al césped. No les quiero ni contar lo que vivió poco después, cuando la grada empezó a aplaudir como si no hubiera mañana. Era el minuto 9 ("Ahora, Quini, ahora", se gritó), el nueve que lució el Brujo en su camiseta, el que sirvió para recordar a un grande del pasado que nos da impulso hacia el futuro. Por cierto, España ganó por 4-0 y tras seis victorias acaricia ya el pase a la Eurocopa. La victoria se daba por descontada, que me perdonen los internacionales nórdicos. Hay veces que la emoción juega al margen de clasificaciones y estadísticas.


Si acudimos a estas, una de ellas queda ya grabada a fuego en la historia de la Selección: los 167 partidos internacionales que suma Sergio Ramos, con lo que alcanza a quien fuera su compañero en el Real Madrid Iker Casillas. Ramos fue uno de los dos jarrones que Robert Moreno no cambió de sitio respecto al partido de Bucarest. El otro fue Rodrigo Moreno, cuyas acciones cotizan al alza en La Roja. El resto del equipo sufrió una revolución casi anunciada por quien pretende hacer de la Selección una rotación en la que lo único que importe sea el aquí y el ahora. Nada se da por sentado, nadie tiene plaza fija. Ese es el mensaje de Moreno.

Rodrigo era, además, uno de los tres ingredientes valencianistas en el once inicial. Gayà y Parejo completaban ese trío que permite sacar pecho a los aficionados che que, tan acostumbrados a los sobresaltos de su directiva, agradecen el bálsamo de la Selección. Ningún otro club tenía tanto peso en el equipo titular como ellos. Rodrigo fue también quien abrió la goleada de España. Lo hizo tras empujar a puerta vacía el pase de Oyarzabal en una jugada en la que los árbitros desafinaron. El del Valencia estaba en fuera de juego e hizo por ir a por el balón, pero el polaco Jakubik se fijó sólo en el momento del pase de Oyarzabal, así que...

Habían bastado doce minutos para romper el 5-4-1 con el que Lars Olsen pretendía retrasar lo que parecía inevitable, que España marcara. Para mayor amenaza, Moreno había apostado por toque a granel, con Rodri, Parejo y Thiago como eje del 4-3-3. Klaement Olsen era una isla en el ataque feroés y su gol ni siquiera lo contemplaban las casas de apuestas, que cifraban la victoria visitante en un revelador 126 a 1. En realidad, lo más cerca que estuvo de marcar Islas Feroe fue en dos remates de Bjartalio, en los minutos 29 y 72, pero en ambos se impuso De Gea, quien puso fin a la titularidad que había copado Kepa desde que se produjo el cambio de seleccionador.

Pasaron los minutos y España amagó, pero no dio, pareció contagiarse de la placidez anunciada por todos, esa que imagina goleadas desde la habitación del hotel. A falta de buen juego, nos agarrábamos a ciertos detalles del libro de estilo del nuevo seleccionador. Por ejemplo, a su pasión por las jugadas ensayadas, como la del córner que Thiago enganchó de volea y que propició el paradón de Nielsen. Fue lo mejor de Thiago, del que siempre espero más. Es como Magic Johnson, pero sin anillos de NBA, los años pasan y me sigue quedando la impresión de haber imaginado mucho más de lo que ese jugador terminará siendo. Ojalá me equivoque. También corrimos en su día ese riesgo con Parejo, sobre todo tras los piropos de un tal Di Stéfano, pero el madrileño ha ganado poso y pausa con los años, convirtiéndose quizá en fijo en esa selección de no-fijos de Moreno.

Ambos se mantuvieron hasta el final como el abrelatas de la defensa feroesa, que vio cómo Alcácer se sumaba a la fiesta para marcar el tercero y el cuarto. "Ahora, Quini, ahora", volvió a cantarse en la grada. Los goles del Brujo los marcaron ayer Rodrigo Moreno y Alcácer. Su legado está en buenas manos. Todo queda en casa.

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