MUNDIALES | ATLETISMO | Karsten Warholm deja el trono de 400 vallas en poder vikingo
El noruego, de 23 años, revalidó su título de 400 vallas que ya ganara en Londres ante Benjamin y Samba. No hubo récord mundial.
Juanma Bellón
As
Karsten Warholm, un vikingo desinhibido, es otra vez campeón mundial de 400 vallas, la prueba más caliente, la distancia en la que se tambalea el récord mundial (46.78) cada vez que este noruego se pone en unos tacos de salida. Y a por la plusmarca salió este noruego, 23 años, en el estadio Khalifa de Doha. Lo que sucedió fue que el exceso de ímpetu se lo arrebató. Se quedó en 47.42 y batió en la meta a el estadounidense Rai Benjamin y a Abderraham Samba, que con su bronce dio el primer bronce para Qatar. Esos dos atletas también pelean con Warholm por el tope universal de Kevin Young en Barcelona 1992.
Con su zancada rítmica y altísima, Warholm arrancó a 13 pasos la valla, velocísimo desde la calle 3 (a él le gustan las exteriores). Devoró rápidamente al brasileño Alison dos Santos y se echó encima del turco Yasmani Copello, incluso se acercó a Benjamin, otro que sale a fuego. Pero esa pasión desaforada, casi salvaje como los vikingos, de Warholm le llevó a llegar algo menos fresco de lo debido a la recta final, cuando el ácido láctico machaca y las piernas se transforman en bloques de hormigón. Pese a todo, Warholm aguantó el tipo con dificultades y metió el brazo en meta para que el crono fuese lo mejor posible. 47.42, Benjamin, 47.66 y Samba, 48.03, convertido en héroe local y jaleado por los qataríes.
"Es fácil decir que iba a ganar, pero no estaba nada seguro si le soy honesto. Fue una carrera muy dura y tenía un dolor en el pecho. Creía que me iba a morir, pero aquí estoy, campeón del mundo. Esto es sólo el comienzo, mañana mismo empiezo a preparar Tokio 2020", decía entre risas Warholm.
Warholm revalida así el título que consiguió en Londres 2017, cuando apareció por sorpresa. Esta vez se le esperaba, y más tras haber corrido en 46.92. Es de Uilstenvik, un pueblo astillero de Noruega que salió de la mano del entrenador Leif Olav Alnes, un estudioso con apariencia de científico despistado, que ha llevado a la excelencia a Karsten y le forjó un carácter extrovertido, en el que habla sin problemas de pubs y cervezas. Pero también le inculcó un espíritu de sacrificio brutal, en el que casi siempre llega al límite, como demuestra en sus redes sociales. “Me encanta entrenar, pero también lo odio con todas mis fuerzas”.
"Noruega es un pequeño sitio que está enseñando haciendo cosas maravillosas en el atletismo", seguía Warholm fue el único héroe de su país en el día después de que los Ingebrigtsen no pudieran en la batalla infernal contra Etiopía. Jakob, el menor de la saga con 19 años, aguantó hasta la última vuelta, pero se enganchó una pájara brutal que le dejó quinto en la victoria de Mukhtar Edris, el hombre que ya destrozó a Mo Farah en Londres 2017, donde Warholm se dio a conocer al mundo y después se bajó a un pub junto a Tower Bridge. En Doha seguro que monta otra celebración especial... con caso vikingo incluido.
Juanma Bellón
As
Karsten Warholm, un vikingo desinhibido, es otra vez campeón mundial de 400 vallas, la prueba más caliente, la distancia en la que se tambalea el récord mundial (46.78) cada vez que este noruego se pone en unos tacos de salida. Y a por la plusmarca salió este noruego, 23 años, en el estadio Khalifa de Doha. Lo que sucedió fue que el exceso de ímpetu se lo arrebató. Se quedó en 47.42 y batió en la meta a el estadounidense Rai Benjamin y a Abderraham Samba, que con su bronce dio el primer bronce para Qatar. Esos dos atletas también pelean con Warholm por el tope universal de Kevin Young en Barcelona 1992.
Con su zancada rítmica y altísima, Warholm arrancó a 13 pasos la valla, velocísimo desde la calle 3 (a él le gustan las exteriores). Devoró rápidamente al brasileño Alison dos Santos y se echó encima del turco Yasmani Copello, incluso se acercó a Benjamin, otro que sale a fuego. Pero esa pasión desaforada, casi salvaje como los vikingos, de Warholm le llevó a llegar algo menos fresco de lo debido a la recta final, cuando el ácido láctico machaca y las piernas se transforman en bloques de hormigón. Pese a todo, Warholm aguantó el tipo con dificultades y metió el brazo en meta para que el crono fuese lo mejor posible. 47.42, Benjamin, 47.66 y Samba, 48.03, convertido en héroe local y jaleado por los qataríes.
"Es fácil decir que iba a ganar, pero no estaba nada seguro si le soy honesto. Fue una carrera muy dura y tenía un dolor en el pecho. Creía que me iba a morir, pero aquí estoy, campeón del mundo. Esto es sólo el comienzo, mañana mismo empiezo a preparar Tokio 2020", decía entre risas Warholm.
Warholm revalida así el título que consiguió en Londres 2017, cuando apareció por sorpresa. Esta vez se le esperaba, y más tras haber corrido en 46.92. Es de Uilstenvik, un pueblo astillero de Noruega que salió de la mano del entrenador Leif Olav Alnes, un estudioso con apariencia de científico despistado, que ha llevado a la excelencia a Karsten y le forjó un carácter extrovertido, en el que habla sin problemas de pubs y cervezas. Pero también le inculcó un espíritu de sacrificio brutal, en el que casi siempre llega al límite, como demuestra en sus redes sociales. “Me encanta entrenar, pero también lo odio con todas mis fuerzas”.
"Noruega es un pequeño sitio que está enseñando haciendo cosas maravillosas en el atletismo", seguía Warholm fue el único héroe de su país en el día después de que los Ingebrigtsen no pudieran en la batalla infernal contra Etiopía. Jakob, el menor de la saga con 19 años, aguantó hasta la última vuelta, pero se enganchó una pájara brutal que le dejó quinto en la victoria de Mukhtar Edris, el hombre que ya destrozó a Mo Farah en Londres 2017, donde Warholm se dio a conocer al mundo y después se bajó a un pub junto a Tower Bridge. En Doha seguro que monta otra celebración especial... con caso vikingo incluido.