La insólita batalla en Colombia entre un sacerdote-gobernador y el templo del "hijo de Lucifer"

Desde 2015 funciona en Quindío un templo para adorar al Diablo. Todo se complicó cuando ese mismo departamento eligió un sacerdote católico como gobernador

Jorge Cantillo
desde Bogotá, Colombia
En diciembre de 2015, una insólita historia salió a la luz en Colombia: se había abierto un templo para adorar al Diablo en uno de los lugares más católicos del país. Ese lugar, llamado Asociación Templo Luciferino Semillas de Luz, es dirigido por Héctor Londoño, quien se hace llamar Victor Damián Rozo o "el hijo de Lucifer", un polémico personaje a quienes algunos han catalogado como un estafador y otros siguen como un verdadero guía espiritual que promete fortuna y bienestar por entregar el alma al diablo.





Hoy este Templo Luciferino está en medio de una batalla legal para poder seguir existiendo, en la cual tiene como contendor a un sacerdote, Carlos Eduardo Osorio Buriticá, quien el mismo año que empezó a funcionar este lugar de adoración al diablo fue electo gobernador de Quindío, departamento donde Lucifer erigió su templo.

Desde entonces el sacerdote Gobernador y el brujo luciferino libran una disputa entre demandas y decretos que pretenden acabar las prácticas esotéricas que se llevan a cabo en la Semillas de Luz. El tema ha escalado tanto que el mes pasado el Gobierno Nacional se vio forzado a intervenir, nombrando por medio de un decreto una gobernadora Ad Hoc para tratar el caso, ya que el sacerdote Osorio se encuentra impedido por ser una de las partes en la disputa.

Beatriz Lorena Ríos Cuéllar, funcionaria del departamento de Asuntos Religiosos del Ministerio del Interior, fue la encargada de definir el pleito jurídico, el cual en un estado laico como constitucionalmente lo es Colombia, tiene matices entre el respeto por la libertad de culto y la prohibición de prácticas satánicas explícitamente delimitada en la Constitución y la Ley.

La expectativa por el veredicto final es grande, más en un país tan católico como Colombia, donde tener un templo dedicado a la adoración del diablo era algo impensable hasta hace pocos años.

La historia de Semillas de Luz

En concreto Semillas de Luz está situado en Quimbaya, un pequeño municipio de Quindío con una profunda tradición católica. Para llegar a él hay que ir a las afueras del municipio, a una finca de propiedad de Víctor Damián Rozo, que tiene dos casas, dos piscinas y al fondo la construcción de fachada blanca con una gran puerta negra en medio de dos grandes cruces invertidas.
El Templo Luciferino Semillas de Luz
El Templo Luciferino Semillas de Luz

La historia de este macondiano lugar gira en torno a la de Héctor Londoño, nombre real de Víctor Damián Rozo, un hijo de chamanes oriundo de Armenia -la capital del Quindío- que empezó a hacerse conocido por publicitar en las redes sociales sus servicios de brujo y espiritista.

Este hijo de Lucifer asegura que fue criado bajo la tradición católica y aunque sus padres eran chamanes y espiritistas nunca renegaron del Dios cristiano. En diferentes entrevistas y videos que se pueden encontrar en su canal de Youtube, narra que su camino como líder espiritual empezó igual que el de sus padres, trabajando de espiritista, pero alternando con toda suerte de trabajos más cotidianos que realizaba para conseguir el sustento, como en almacenes de calzado o vendiendo ropa.

"En un sueño lo vi a él (Lucifer) como un gran ángel negro que me dijo: tú vas a estar para grandes cosas, para agrandar o aumentar la hermandad de mis hijos, para organizar el ejército de los hijos de lucifer", afirma en una entrevista para Vice, una de las primeras que concedió.

"Yo estoy acá en la tierra para ganar almas para Lucifer, para ese gran dios, yo soy el elegido", dice en otro video subido a su página de Facebook.
Para Víctor Damián su misión consiste en enfrentar a "La Gran Ramera", como denomina a la Iglesia Católica, y con ese fin promete fama, fortuna, éxito en el amor o en los negocios a las personas que acepten ser parte de un ritual satánico para entregarle su alma al diablo.

Estos rituales también los publicita por medio Youtube y Facebook e incluyen el uso de estrellas de David, fuego, incienso, rezos, y en los que no realiza en el templo, sacrificios de animales.

Pero la polémica alrededor de este particular personaje no solo parte de su devoción a Satanás, sino porque muchas de las cosas que promete o publicita han resultado ser falsas.

Sobre esto han escrito muchos artículos en La Crónica del Quindío, principal periódico de la región, que le ha hecho un seguimiento a Víctor Damián Rozo y su Templo luciferino desde el momento en que se conoció su existencia.

Ahí por ejemplo se han publicado historias de personas que han salido con el "hijo de Lucifer" afirmando que después de entregarle su alma al diablo han recibido fortuna o se han curado de la salud, pero que después le revelaron al medio que recibieron dinero por dar esas declaraciones.

Tal es el caso de Ernesto López Araque, un hombre que tras perder las dos piernas vive pidiendo la caridad de las personas en un semáforo de Armenia. Él aparece junto a Víctor Damián en uno de sus videos en Facebook, afirmando que su nombre es Juan Carlos y que después de entregar su vida a Lucifer el señor oscuro le entregó fortuna y lo curó de sus enfermedades. Después se supo que el líder luciferino le pagó por este video 130 mil pesos (39 USD).

Además, por Facebook, en donde mantiene dos perfiles activos bajo el nombre de Víctor Damián Rozo, ha publicado fotos de viajes por el mundo – como La Muralla China o Las Vegas- afirmando que Lucifer le ha traído lujo y riqueza, donde también se observan yates, carros lujosos o mujeres armadas. Fotos que él mismo ha aceptado que son montajes para la prensa.

Aun así, Víctor Damián Rozo continúa promocionando sus servicios como brujo y sus rituales luciferinos para engordar el ejército del diablo, como él mismo lo llama.

Dice que su actividad es completamente legal y que su iglesia está registrada en Cámara de Comercio como Asociación Semillas de Luz, que el templo fue construido en predios que están a su nombre y gracias a donaciones de sus fieles y que seguirá abriendo sus puertas dos veces al mes como lo vine haciendo hace ya cuatro años.

La ley y el sacerdote

Carlos Eduardo Osorio Buriticá es un reconocido sacerdote católico de Quindío. Es teólogo y filósofo, tiene maestría y doctorado en derecho canónico de la Universidad Javeriana de Bogotá, y lleva más de 30 años trabajando en la iglesia. En 2015 fue electo Gobernador de su departamento, cargo al que aspiró recogiendo firmas, pero para el que también contó con el respaldo del Centro Democrático, partido que lidera el expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez.

Desde su posesión en 2016, año en que en que el Templo Luciferino Semillas de Luz abrió sus puertas oficialmente al público, el sacerdote gobernador ha denunciado que dicho lugar no cuenta con los permisos de ley para ofrecer servicios religiosos y que aunque Colombia es un estado laico, ellos no pueden ampararse en la libertad de culto porque no lo son.

La primera dificultad que tiene el templo es que fue construido sin los permisos requeridos para este tipo de obras, algo por lo que podrían imponerle una multa de hasta 60 millones de pesos (17.773 USD).

En este proceso y en el que busca el cierre definitivo del templo por no ser una práctica religiosa avalada por la Consitución, el sacerdote gobernador se declaró impedido hace ya tres años para "iniciar las acciones legales y procedimentales correspondientes a la cancelación de la personería jurídica y, por ende, el registro mercantil respectivo, de la existencia y de la representación legal de la sociedad sin ánimo de lucro".

El caso ha revivido a causa de un Decreto del Ministerio del Interior, entidad que entre otras cosas regula las actividades religiosas de las iglesias en Colombia, en el que se nombra una gobernadora Ad Hoc para el caso.

Los argumentos del sacerdote gobernador se amparan en una sentencia de la Corte Constitucional que afirma: "Si bien el Estado se halla obligado por las normas constitucionales a permitir que los fieles de las distintas religiones tomen parte activa en los ritos propios de sus creencias, sin obstáculos ni impedimentos, los agentes estatales no pueden permanecer pasivos ante situaciones que, desbordando el curso razonable de las ceremonias religiosas, impliquen daño o amenaza a la vida, la integridad personal o la dignidad de los concurrentes o de terceros".

En esa sentencia la corte habla explícitamente del "fanatismo religioso, que puede conducir al flagrante peligro de los mismos integrantes de una colectividad de creyentes, o los ritos satánicos, que causan grave daño a la integridad física y moral de los circunstantes, no están comprendidos dentro de la libertad de cultos".

Ante estas situaciones Rozo afirma que seguirá con sus prácticas, que su templo no incurre en fanatismos ni en rituales que inciten la anarquía el desorden o que dañen a las personas. Dice que el tema de los permisos de construcción está solucionado y que en un Estado laico como Colombia sería muy grave que no se respetaran los derechos de quienes comulgan religiones distintas a la cristiana.

Así, este chamán y brujo autodenominado "hijo de Lucifer" continuará ganando almas para el ejército del diablo hasta que el Estado colombiano defina de una vez por todas, cuales son los límites de la libertad de culto que garantiza su propia constitución.

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