La Holanda de De Jong barre a Alemania en su salón
Holanda dio un golpe sobre la mesa y se impuso por 4-2 a Alemania a domicilio en un partido que le da mucha tranquilidad a los holandeses.
José Carlos Menzel
As
Holanda dio un golpe sobre la mesa y se impuso por 4-2 a Alemania a domicilio en un partido que le da mucha tranquilidad a los holandeses y, a la vez, hace saltar las alarmas de nuevo en el país vecino. Oranje se sitúa tercera con seis puntos por detrás de Alemania e Irlanda del Norte (tiene un partido menos que ambos), mientras los de Löw viajan a Irlanda del Norte obligados a ganar el lunes para no darle más emoción de lo necesario a la clasificación para la Eurocopa. Hay nervios. El alemán es un ser pragmático, tanto en la vida como en el fútbol.
Cuando algo no funciona no se aferra a ello. Busca soluciones, por muy drásticas que sean. Tan solo un año después del histórico batacazo en la fase de grupos del Mundial de Rusia, la Mannschaft es otra. La media de edad ha bajado considerablemente y la posesión ha sido sustituida por una verticalidad que vive de la velocidad de Werner y los demás correcaminos germanos.
Lo que no cambiará nunca es la eficacia alemana. Ayer le bastó con una contra para ponerse por delante. Kimmich le sirvió un gran balón en profundidad a Klostermann que Gnabry terminó mandando al fondo de la red en el segundo intento. Alemania dominaba, peligroseaba a la contra, todo bajo control.
La cosa cambió en la segunda mitad, que mostró las carencias que sigue teniendo el nuevo proyecto de Löw. Los de Koeman embotellaron a la Mannschaft y la acosaron sin cesar. Frenkie puso las tablas a centro de Babel y un gol en propia de Tah le dio la vuelta al marcador en cuestión de siete minutos. Kroos volvió a empatar el encuentro desde los once metros, pero los que mandaban eran los de naranja. Fueron a por los tres puntos vitales y los encontraron en un error de Ginter. Blind, Depay y Wijnaldum protagonizaron una gran jugada que terminó en las botas de Malen y, acto seguido, en el marco de Neuer. La puntilla la dio Wijnaldum a la contra.
José Carlos Menzel
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Holanda dio un golpe sobre la mesa y se impuso por 4-2 a Alemania a domicilio en un partido que le da mucha tranquilidad a los holandeses y, a la vez, hace saltar las alarmas de nuevo en el país vecino. Oranje se sitúa tercera con seis puntos por detrás de Alemania e Irlanda del Norte (tiene un partido menos que ambos), mientras los de Löw viajan a Irlanda del Norte obligados a ganar el lunes para no darle más emoción de lo necesario a la clasificación para la Eurocopa. Hay nervios. El alemán es un ser pragmático, tanto en la vida como en el fútbol.
Cuando algo no funciona no se aferra a ello. Busca soluciones, por muy drásticas que sean. Tan solo un año después del histórico batacazo en la fase de grupos del Mundial de Rusia, la Mannschaft es otra. La media de edad ha bajado considerablemente y la posesión ha sido sustituida por una verticalidad que vive de la velocidad de Werner y los demás correcaminos germanos.
Lo que no cambiará nunca es la eficacia alemana. Ayer le bastó con una contra para ponerse por delante. Kimmich le sirvió un gran balón en profundidad a Klostermann que Gnabry terminó mandando al fondo de la red en el segundo intento. Alemania dominaba, peligroseaba a la contra, todo bajo control.
La cosa cambió en la segunda mitad, que mostró las carencias que sigue teniendo el nuevo proyecto de Löw. Los de Koeman embotellaron a la Mannschaft y la acosaron sin cesar. Frenkie puso las tablas a centro de Babel y un gol en propia de Tah le dio la vuelta al marcador en cuestión de siete minutos. Kroos volvió a empatar el encuentro desde los once metros, pero los que mandaban eran los de naranja. Fueron a por los tres puntos vitales y los encontraron en un error de Ginter. Blind, Depay y Wijnaldum protagonizaron una gran jugada que terminó en las botas de Malen y, acto seguido, en el marco de Neuer. La puntilla la dio Wijnaldum a la contra.