Jugar lindo no es jugar bien

Marcos Durán
As
En los últimos años, se intentó dar por sentado que jugar lindo es jugar bien. Lo vistoso, lo alegre, es lo bueno; el orden, la intensidad, es lo malo. Y todo esto es relativo: se puede jugar bien y lindo, pero también se puede jugar bien y que sea menos estético.


Jugar bien no es tirar dos caños, jugar todas las pelotas por abajo o que el arquero la toque veinte veces, no. Jugar bien es aplicar el plan del director técnico teniendo en cuenta las virtudes del propio equipo y las debilidades del contrario.

En los últimos años se pone como ejemplo el Barcelona de Guardiola, campeón de todo, como uno de los estandartes del juego lindo y lírico, con posesiones infinitas y destellos de magia. Ese equipo jugaba de manera espectacular porque aplicaba la presión alta y explosiva tras pérdida, los movimientos de los jugadores tras el pase, la continua superioridad numérica en todas las fases del juego y en todas las zonas del campo o las innovaciones tácticas llevadas a cabo. Esa era una de las maneras que hay de jugar bien al fútbol.

Boca también juega bien al fútbol, pero de otra manera. Es cierto que no practica un juego vistoso, no juega lindo de cara al hincha neutral, no enamora. Por esto se criticaron los planteos de Alfaro, especialmente en el empate a cero contra River en el Monumental. Boca lleva nueves meses de transición, con un técnico nuevo que busca su sistema y sus jugadores, con sus aciertos y con sus errores. Boca está invicto en Superliga Argentina, Andrada está imbatido y el único desliz grave de la era Alfaro fue la derrota contra Almagro por Copa Argentina.

El partido contra San Lorenzo le da una suma de confianza importante a Boca para lo que se viene. Ahí sí jugó bien el equipo de Alfaro, cumpliendo el plan escrito: bien plantado en todas las líneas, intenso en la parte defensiva y ofensiva, sobrio en el juego aéreo (ataque y defensa), moviendo al rival y llevándolo al terreno que más le beneficiaba, siendo práctico.

Por eso Boca juega bien y es peligroso, porque tiene un plan y lo lleva a cabo, a veces de mejor manera que otras, como en todos los equipos. Pero esa idea del 'fútbol champagne' y su relación con el 'fútbol perfecto' es más que discutible.

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