España jugará la final del Mundial de baloncesto tras ganar a Australia
La Selección se mete en la segunda final de la historia en un Mundial después de ganar una semifinal memorable a Australia con dos prórrogas.
Juan Jiménez
As
Cuando Sergi Llull anotó el 90-82 a 2:02 para el final de la segunda prórroga de la semifinal después de una secuencia de pases Claver-Marc-Rudy, que fue puro baloncesto, la piel se erizó porque lo que había hecho este grupo de jugadores no era sólo alcanzar la segunda final del Mundial en la historia de España. Era rebelarse contra todo. Soportar desventajas toda la semifinal contra la tremenda Australia de Mills. Superar limitaciones, exprimirse hasta explorar sus límites. Sencillamente, resistirse a caer de todas las formas posibles hasta levantarse casi de la lona (39-50 minuto 26), mirar a los ojos a Australia y ganarle por ley como hacen las selecciones para la historia.
A lomos de un Marc Gasol que ya está en el podio de héroes con su hermano Pau, y de un Ricky sencillamente mágico, multiusos, definitivo en todos los lados de la cancha, España ganó y luchará este domingo para volver a ser campeón del mundo. Un drama de película en una cancha de baloncesto en el que se jugaron 50 minutos, con dos prórrogas con momentos para el recuerdo. Y que tuvo además final feliz, maravillosamente feliz. Después de que Marc pidiese vitaminas para jugar la semifinal, nadie puede saber qué demandarán sus piernas esta vez. O las del heroico Rudy. O las del tremendo Claver y de Llull, partido inteligentísimo el suyo (+17 con él en la pista). Pero ya dará igual. La obra maestra de Sergio Scariolo, el seleccionador que ha mutado a maestro, está a punto de llegar. La Selección está a un paso de ser campeona del mundo.
El partido correspondió a la categoría de una semifinal del Mundial desde el inicio. Un espectacular marco, el mágico Wukesong, y dos equipos dispuestos a dejárselo todo. Los primeros minutos fueron de Ricky, a quien los focos de Pekín apuntaban fuerte como aspirante a MVP del Mundial. El base de El Masnou se ha convertido, seguramente, en el reclamo más importante del torneo. Un triple y una asistencia a Juancho abrieron un flash de 5-0 que pronto fue replicado por Australia, un conjunto con hambre de gloria y con un entrenador, Lemonis, que también tenía un plan. Ingles le pareció asfixiado de salida y metió a Goulding para ganar tiro. Le salió bien, porque además Mills estaba frío y fallón en el inicio.
España, con Lllull otra vez valiente en el final del primer cuarto como en el partido contra Italia, terminó en ventaja los diez primeros minutos. Pocos jugadores como Llull han entendido con su disciplina y humildad su rol en un equipo aun siendo una estrella. Leyó que sus tiros hacían falta en el final del primer cuarto y una mandarina suya dejó el partido 22-21.
Ante Patty Mills
La primera mitad del segundo cuarto fue una pesadilla para España. Willy no sacó esta vez de su bolsillo los importantísimos puntos que hizo contra Polonia. Pero lo peor es que Patty Mills despertó. Eléctrico de piernas, inteligente para cortar por mitad de la zona y mezclar con Bogut si el defensor se le pegaba para negarle el lanzamiento de tres, empezó a reventar el partido. El 24-32 fue el primer momento límite para España. Ayudado por la tercera falta a Juancho, y pese a que Rudy tenía dos personales, el italiano recurrió a su quinteto de seguridad, ese que llevaba un +39 en los minutos decisivos contra Italia, Serbia y Polonia. Funcionó. España dejó a Australia en sólo cinco puntos en los últimos minutos del cuarto y se marchó al descanso con 32-37. Sin las mejores sensaciones y con un terrible 0/8 de triples en el cuarto. Pero con esperanza.
La carga de tensión alcanzó niveles extremos en el tercer cuarto. A Marc nadie le pudo reprochar que no mirase el aro. Al fin, anotó un triple que significó el 37-40. Pareció que significaría un cambio de rumbo en el partido, pero España se atascó y, además, Australia supo encontrar las grietas en su defensa. Mills había encontrado los códigos para descifrar por un momento la defensa de la Selección. La ventaja se abrió hasta el 39-50, segundo momento límite del partido. Scariolo intentó frenar por todos sitios las vías de escape, pero los cambios ya no eran tan redondos y durante un momento dio la sensación de que la Selección estaba cansada de vivir tantos encuentros al límite. Había para dar un giro de tuerca más. Llull y su triple para el 47-52 puso en guardia a Lemonis. La superviviente España, pese a una técnica a Ricky, que compensó con un robo de balón, terminó viva el tercer cuarto: 51-55.
Tercer momento límite de España: 53-61 después de dos defensas de mala lectura resueltas con canastas fáciles de Bogut y Kay, siempre guiadas por un Dellavedova guerrero y ganador. Esta vez la carga para acercarse la llevó un Marc inmenso en el último cuarto. Líder inteligente, con tranquilidad para lanzar un triple y con cabeza para llevar al poste cuando había cambios. España llegó a estar 65-67 y con balón. Fue entonces cuando apareció el mexicano Bermúdez Mariscal para señalar una falta en ataque de Gasol a Ingles y luego una falta a Juancho castigada con tres tiros que Mills no perdonó (65-70). Cuarto momento límite. Desde ahí, seis puntos para España, que volvió a ponerse delante. Mills tuvo la oportunidad de darle la victoria a Australia con dos tiros libres, pero falló el segundo. Ricky tuvo el tiro de su vida en las manos desde el centro del campo pero el balón se le salió y el partido de fue a la prórroga.
Las dos prórrogas
No hubo quien se tuviese en pie de los nervios en la prórroga. España empezó con un 5-0 de parcial, con Marc celestial. Pero Australia, otra vez a través de Mills y del rebote ofensivo, empató el partido (78-78). En la siguiente jugada, mientras un colegiado le decía a Mills que se levantara, otro pitaba falta de ataque de Ricky. A los últimos 16 segundos se llegó con 78-78 y ataque a favor de Australia. Scariolo decidió hacer falta para probar a Mills, pero el australiano, 29 puntos, no falló. Tampoco Marc, tremenda su sangre fría y su pulso, a 4,5 segundos para el final. Dellavedova tuvo la gloria como Ricky minutos antes, pero Ribas le defendió bien. El partido se fue a la segunda prórroga (80-80).
Tal vez ese día de descanso, tal vez el tremendo corazón de España. Fuese lo que fuese, Australia dimitió en la segunda prórroga pese a que hizo la primera canasta. Pareció como que le resultase increíble que después de todo lo que había hecho, nada hubiese servido. Comprobó que a corazón, y a cabeza y buena toma de decisiones como luego explicó Scariolo, nadie le iba a ganar a España. Y tiró la toalla. Claver, el hombre que ya es él en la cancha; y el heroico Llull con dos triples fundamentales, rompieron el alma de los australianos, que se quedaron otra vez a las puertas de una final. Porque esa se la había ganado España. Marc metió un tiro lateral final, se giró y encontró en la fila uno a Kobe Bryant. Un gesto le delató. No era su hermano; era él. Marc, Marc Gasol. 33 puntos venidos de ese mundo de dioses en el que nacieron los hermanos de Sant Boi. España está en la final del Mundial de China.
Juan Jiménez
As
Cuando Sergi Llull anotó el 90-82 a 2:02 para el final de la segunda prórroga de la semifinal después de una secuencia de pases Claver-Marc-Rudy, que fue puro baloncesto, la piel se erizó porque lo que había hecho este grupo de jugadores no era sólo alcanzar la segunda final del Mundial en la historia de España. Era rebelarse contra todo. Soportar desventajas toda la semifinal contra la tremenda Australia de Mills. Superar limitaciones, exprimirse hasta explorar sus límites. Sencillamente, resistirse a caer de todas las formas posibles hasta levantarse casi de la lona (39-50 minuto 26), mirar a los ojos a Australia y ganarle por ley como hacen las selecciones para la historia.
A lomos de un Marc Gasol que ya está en el podio de héroes con su hermano Pau, y de un Ricky sencillamente mágico, multiusos, definitivo en todos los lados de la cancha, España ganó y luchará este domingo para volver a ser campeón del mundo. Un drama de película en una cancha de baloncesto en el que se jugaron 50 minutos, con dos prórrogas con momentos para el recuerdo. Y que tuvo además final feliz, maravillosamente feliz. Después de que Marc pidiese vitaminas para jugar la semifinal, nadie puede saber qué demandarán sus piernas esta vez. O las del heroico Rudy. O las del tremendo Claver y de Llull, partido inteligentísimo el suyo (+17 con él en la pista). Pero ya dará igual. La obra maestra de Sergio Scariolo, el seleccionador que ha mutado a maestro, está a punto de llegar. La Selección está a un paso de ser campeona del mundo.
El partido correspondió a la categoría de una semifinal del Mundial desde el inicio. Un espectacular marco, el mágico Wukesong, y dos equipos dispuestos a dejárselo todo. Los primeros minutos fueron de Ricky, a quien los focos de Pekín apuntaban fuerte como aspirante a MVP del Mundial. El base de El Masnou se ha convertido, seguramente, en el reclamo más importante del torneo. Un triple y una asistencia a Juancho abrieron un flash de 5-0 que pronto fue replicado por Australia, un conjunto con hambre de gloria y con un entrenador, Lemonis, que también tenía un plan. Ingles le pareció asfixiado de salida y metió a Goulding para ganar tiro. Le salió bien, porque además Mills estaba frío y fallón en el inicio.
España, con Lllull otra vez valiente en el final del primer cuarto como en el partido contra Italia, terminó en ventaja los diez primeros minutos. Pocos jugadores como Llull han entendido con su disciplina y humildad su rol en un equipo aun siendo una estrella. Leyó que sus tiros hacían falta en el final del primer cuarto y una mandarina suya dejó el partido 22-21.
Ante Patty Mills
La primera mitad del segundo cuarto fue una pesadilla para España. Willy no sacó esta vez de su bolsillo los importantísimos puntos que hizo contra Polonia. Pero lo peor es que Patty Mills despertó. Eléctrico de piernas, inteligente para cortar por mitad de la zona y mezclar con Bogut si el defensor se le pegaba para negarle el lanzamiento de tres, empezó a reventar el partido. El 24-32 fue el primer momento límite para España. Ayudado por la tercera falta a Juancho, y pese a que Rudy tenía dos personales, el italiano recurrió a su quinteto de seguridad, ese que llevaba un +39 en los minutos decisivos contra Italia, Serbia y Polonia. Funcionó. España dejó a Australia en sólo cinco puntos en los últimos minutos del cuarto y se marchó al descanso con 32-37. Sin las mejores sensaciones y con un terrible 0/8 de triples en el cuarto. Pero con esperanza.
La carga de tensión alcanzó niveles extremos en el tercer cuarto. A Marc nadie le pudo reprochar que no mirase el aro. Al fin, anotó un triple que significó el 37-40. Pareció que significaría un cambio de rumbo en el partido, pero España se atascó y, además, Australia supo encontrar las grietas en su defensa. Mills había encontrado los códigos para descifrar por un momento la defensa de la Selección. La ventaja se abrió hasta el 39-50, segundo momento límite del partido. Scariolo intentó frenar por todos sitios las vías de escape, pero los cambios ya no eran tan redondos y durante un momento dio la sensación de que la Selección estaba cansada de vivir tantos encuentros al límite. Había para dar un giro de tuerca más. Llull y su triple para el 47-52 puso en guardia a Lemonis. La superviviente España, pese a una técnica a Ricky, que compensó con un robo de balón, terminó viva el tercer cuarto: 51-55.
Tercer momento límite de España: 53-61 después de dos defensas de mala lectura resueltas con canastas fáciles de Bogut y Kay, siempre guiadas por un Dellavedova guerrero y ganador. Esta vez la carga para acercarse la llevó un Marc inmenso en el último cuarto. Líder inteligente, con tranquilidad para lanzar un triple y con cabeza para llevar al poste cuando había cambios. España llegó a estar 65-67 y con balón. Fue entonces cuando apareció el mexicano Bermúdez Mariscal para señalar una falta en ataque de Gasol a Ingles y luego una falta a Juancho castigada con tres tiros que Mills no perdonó (65-70). Cuarto momento límite. Desde ahí, seis puntos para España, que volvió a ponerse delante. Mills tuvo la oportunidad de darle la victoria a Australia con dos tiros libres, pero falló el segundo. Ricky tuvo el tiro de su vida en las manos desde el centro del campo pero el balón se le salió y el partido de fue a la prórroga.
Las dos prórrogas
No hubo quien se tuviese en pie de los nervios en la prórroga. España empezó con un 5-0 de parcial, con Marc celestial. Pero Australia, otra vez a través de Mills y del rebote ofensivo, empató el partido (78-78). En la siguiente jugada, mientras un colegiado le decía a Mills que se levantara, otro pitaba falta de ataque de Ricky. A los últimos 16 segundos se llegó con 78-78 y ataque a favor de Australia. Scariolo decidió hacer falta para probar a Mills, pero el australiano, 29 puntos, no falló. Tampoco Marc, tremenda su sangre fría y su pulso, a 4,5 segundos para el final. Dellavedova tuvo la gloria como Ricky minutos antes, pero Ribas le defendió bien. El partido se fue a la segunda prórroga (80-80).
Tal vez ese día de descanso, tal vez el tremendo corazón de España. Fuese lo que fuese, Australia dimitió en la segunda prórroga pese a que hizo la primera canasta. Pareció como que le resultase increíble que después de todo lo que había hecho, nada hubiese servido. Comprobó que a corazón, y a cabeza y buena toma de decisiones como luego explicó Scariolo, nadie le iba a ganar a España. Y tiró la toalla. Claver, el hombre que ya es él en la cancha; y el heroico Llull con dos triples fundamentales, rompieron el alma de los australianos, que se quedaron otra vez a las puertas de una final. Porque esa se la había ganado España. Marc metió un tiro lateral final, se giró y encontró en la fila uno a Kobe Bryant. Un gesto le delató. No era su hermano; era él. Marc, Marc Gasol. 33 puntos venidos de ese mundo de dioses en el que nacieron los hermanos de Sant Boi. España está en la final del Mundial de China.