El viraje de Italia da nuevo impulso a una fase de reformas en la UE
Bruselas cuenta con el nuevo Ejecutivo de Conte para avanzar en el blindaje del euro y la política migratoria
Lluís Pellicer
Bruselas, El País
Reset es el verbo más repetido en los pasillos de Bruselas. El nuevo Gobierno de Giuseppe Conte, integrado por el M5S y el PD, es todo un alivio para las instituciones comunitarias, dispuestas a empezar de cero el nuevo ciclo político en sus relaciones con Italia. Hastiados de las provocaciones de Matteo Salvini, la Comisión y las cancillerías europeas confían en que la nueva retórica europeísta de Roma sea la señal de que pueden volver a contar con un aliado para reformas clave de la UE en migraciones o el euro. Bruselas, no obstante, vive el idilio con la cautela a la que obliga la convulsa política italiana.
Dos imágenes ilustran la etapa gris del primer Ejecutivo de Conte en Bruselas. Ambas fueron tomadas en el Consejo Europeo de junio, en plena cocción de la nueva cúpula de la UE. En una, el presidente del Consejo, Donald Tusk, da cuenta de las negociaciones en un receso a Pedro Sánchez, Angela Merkel y Emmanuel Macron. En otra, un Conte con las piernas cruzadas espera sentado en el sofá acompañado de Theresa May, cuya función en esa cumbre era solo esperar a una mayoría de los Veintisiete para votar en el mismo sentido. Muchas más imágenes corrieron a lo largo de ese consejo maratoniano. En ninguna estaba Conte.
Esa cumbre, sin embargo, dio también cuenta del elevado precio que supone para la UE tener a su cuarto mayor país de espaldas. Italia decidió alinearse con el eje de Visegrado (Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia) para hacer añicos el pacto alcanzado por los líderes de las principales familias políticas para aupar al socialdemócrata Frans Timmermans a la presidencia de la Comisión Europea. Solo tres semanas más tarde, los 14 eurodiputados del M5S eran decisivos para que la futura presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, pasara su examen ante el Parlamento Europeo.
El primer Gobierno de Conte apenas dio tregua a Bruselas. El primer ministro solo pudo frenar las provocaciones e insultos de su Gabinete hacia Bruselas, París o Madrid en el momento más complejo de sus negociaciones para evitar un procedimiento infractor por su elevada deuda. Cada carpeta delicada provocaba un desencuentro: la migración, la disciplina fiscal o la política exterior, con discrepancias de calado en asuntos como China o Venezuela. A la vez, la animadversión de los principales partidos europeos hacia el Ejecutivo era mayor. Conte tuvo que escuchar cómo en la Eurocámara era tildado de burattino [marioneta] de Salvini y del líder de M5S, Luigi di Maio.
Cuando las relaciones con sus socios volvían a torcerse, esta vez con Madrid por la crisis del Open Arms, el abogado gris logró lo impensable: deshacerse de Salvini, aliarse con los socialdemócratas y abrazar el europeísmo. “Es un cambio increíble, espectacular. Y la mayor transformación ha sido la actitud del Gobierno respecto a Europa”, sostiene el analista y exsecretario del Tesoro italiano Lorenzo Codogno. “El alivio es más que notable”, dice un alto cargo de la UE.
Los compañeros que ha elegido Conte para su segunda vida en el Palazzo Chigi son vistos en Bruselas como una señal inequívoca de este cambio. Solo hace unas semanas Bruselas temía que Roma designara un candidato problemático para comisario que fuera tumbado por el Parlamento. Hoy, en cambio, Von der Leyen busca una cartera de primer orden para incorporar al ex primer ministro Paolo Gentiloni (PD).
Tras haber cedido ya dos vicepresidencias a dos los socialdemócratas Timmermans y Josep Borrell, fuentes comunitarias apuntan a un área económica para Italia. Los recelos de algunos de los socios más estrictos con la disciplina fiscal complican que Gentiloni pueda asumir Asuntos Económicos, aunque estas fuentes no descartan otras responsabilidades como Competencia.
La antítesis de Salvini
Bruselas ha recibido también como un bálsamo los nombramientos de Roberto Gualtieri, hasta esta semana presidente de la Comisión de Asuntos Económicos de la Eurocámara, como ministro de Finanzas, y de la independiente Luciana Lamorgese para Interior. Lamorgese, que ni usa redes sociales, se antoja como la antítesis al perfil incendiario de su antecesor, Matteo Salvini.
Ambos ministros están llamados a tener un papel clave en dos de los principales retos que encara la UE: la reforma del euro y la migración. “No creo que el anterior ministro [Giovanni] Tria bloqueara la agenda, pero esperamos que la atmósfera y el lenguaje empleados sean distintos”, sostiene un alto funcionario comunitario. Bruselas confía también en un tono más constructivo de Roma ante la necesidad de construir una política común de asilo. “Habrá menos propaganda y más trabajo”, resume Codogno.
Si finalmente Von der Leyen premia a Gentiloni con una cartera económica, Italia volverá a tener un gran peso en las instituciones comunitarias al ostentar también la presidencia de la Eurocámara. “El nuevo Gobierno fortalecerá la voz de Italia en la UE, ya que va a ser visto como un socio por otros Estados miembros. Es probable que estén más dispuestos a escuchar sus preocupaciones sobre migraciones o sus solicitudes para tener un margen financiero”, afirma Luigi Scazzieri, investigador del instituto Center for European Reform (CER).
Sin embargo, Bruselas no deja de aplicarse una alta dosis de cautela. “Tenemos que aprovechar la ventana que nos brinda ese reset. Viendo cómo discurre la política italiana, no sabemos cuánto durará”, añade otro alto funcionario.
Lluís Pellicer
Bruselas, El País
Reset es el verbo más repetido en los pasillos de Bruselas. El nuevo Gobierno de Giuseppe Conte, integrado por el M5S y el PD, es todo un alivio para las instituciones comunitarias, dispuestas a empezar de cero el nuevo ciclo político en sus relaciones con Italia. Hastiados de las provocaciones de Matteo Salvini, la Comisión y las cancillerías europeas confían en que la nueva retórica europeísta de Roma sea la señal de que pueden volver a contar con un aliado para reformas clave de la UE en migraciones o el euro. Bruselas, no obstante, vive el idilio con la cautela a la que obliga la convulsa política italiana.
Dos imágenes ilustran la etapa gris del primer Ejecutivo de Conte en Bruselas. Ambas fueron tomadas en el Consejo Europeo de junio, en plena cocción de la nueva cúpula de la UE. En una, el presidente del Consejo, Donald Tusk, da cuenta de las negociaciones en un receso a Pedro Sánchez, Angela Merkel y Emmanuel Macron. En otra, un Conte con las piernas cruzadas espera sentado en el sofá acompañado de Theresa May, cuya función en esa cumbre era solo esperar a una mayoría de los Veintisiete para votar en el mismo sentido. Muchas más imágenes corrieron a lo largo de ese consejo maratoniano. En ninguna estaba Conte.
Esa cumbre, sin embargo, dio también cuenta del elevado precio que supone para la UE tener a su cuarto mayor país de espaldas. Italia decidió alinearse con el eje de Visegrado (Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia) para hacer añicos el pacto alcanzado por los líderes de las principales familias políticas para aupar al socialdemócrata Frans Timmermans a la presidencia de la Comisión Europea. Solo tres semanas más tarde, los 14 eurodiputados del M5S eran decisivos para que la futura presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, pasara su examen ante el Parlamento Europeo.
El primer Gobierno de Conte apenas dio tregua a Bruselas. El primer ministro solo pudo frenar las provocaciones e insultos de su Gabinete hacia Bruselas, París o Madrid en el momento más complejo de sus negociaciones para evitar un procedimiento infractor por su elevada deuda. Cada carpeta delicada provocaba un desencuentro: la migración, la disciplina fiscal o la política exterior, con discrepancias de calado en asuntos como China o Venezuela. A la vez, la animadversión de los principales partidos europeos hacia el Ejecutivo era mayor. Conte tuvo que escuchar cómo en la Eurocámara era tildado de burattino [marioneta] de Salvini y del líder de M5S, Luigi di Maio.
Cuando las relaciones con sus socios volvían a torcerse, esta vez con Madrid por la crisis del Open Arms, el abogado gris logró lo impensable: deshacerse de Salvini, aliarse con los socialdemócratas y abrazar el europeísmo. “Es un cambio increíble, espectacular. Y la mayor transformación ha sido la actitud del Gobierno respecto a Europa”, sostiene el analista y exsecretario del Tesoro italiano Lorenzo Codogno. “El alivio es más que notable”, dice un alto cargo de la UE.
Los compañeros que ha elegido Conte para su segunda vida en el Palazzo Chigi son vistos en Bruselas como una señal inequívoca de este cambio. Solo hace unas semanas Bruselas temía que Roma designara un candidato problemático para comisario que fuera tumbado por el Parlamento. Hoy, en cambio, Von der Leyen busca una cartera de primer orden para incorporar al ex primer ministro Paolo Gentiloni (PD).
Tras haber cedido ya dos vicepresidencias a dos los socialdemócratas Timmermans y Josep Borrell, fuentes comunitarias apuntan a un área económica para Italia. Los recelos de algunos de los socios más estrictos con la disciplina fiscal complican que Gentiloni pueda asumir Asuntos Económicos, aunque estas fuentes no descartan otras responsabilidades como Competencia.
La antítesis de Salvini
Bruselas ha recibido también como un bálsamo los nombramientos de Roberto Gualtieri, hasta esta semana presidente de la Comisión de Asuntos Económicos de la Eurocámara, como ministro de Finanzas, y de la independiente Luciana Lamorgese para Interior. Lamorgese, que ni usa redes sociales, se antoja como la antítesis al perfil incendiario de su antecesor, Matteo Salvini.
Ambos ministros están llamados a tener un papel clave en dos de los principales retos que encara la UE: la reforma del euro y la migración. “No creo que el anterior ministro [Giovanni] Tria bloqueara la agenda, pero esperamos que la atmósfera y el lenguaje empleados sean distintos”, sostiene un alto funcionario comunitario. Bruselas confía también en un tono más constructivo de Roma ante la necesidad de construir una política común de asilo. “Habrá menos propaganda y más trabajo”, resume Codogno.
Si finalmente Von der Leyen premia a Gentiloni con una cartera económica, Italia volverá a tener un gran peso en las instituciones comunitarias al ostentar también la presidencia de la Eurocámara. “El nuevo Gobierno fortalecerá la voz de Italia en la UE, ya que va a ser visto como un socio por otros Estados miembros. Es probable que estén más dispuestos a escuchar sus preocupaciones sobre migraciones o sus solicitudes para tener un margen financiero”, afirma Luigi Scazzieri, investigador del instituto Center for European Reform (CER).
Sin embargo, Bruselas no deja de aplicarse una alta dosis de cautela. “Tenemos que aprovechar la ventana que nos brinda ese reset. Viendo cómo discurre la política italiana, no sabemos cuánto durará”, añade otro alto funcionario.