El viaje de Juan Guaidó que incomoda a Nicolás Maduro y una peligrosa idea gestándose

El presidente interino participará de reuniones mientras en Nueva York se desarrolle la Asamblea General de las Naciones Unidas. Allí dejará expuesto al régimen dictatorial una vez más. Qué podría pasar a su vuelta

Laureano Pérez Izquierdo
laureano@infobae.com
Más de cincuenta países reconocen a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela. Desde el 24 de septiembre esos estados estarán pendientes del desarrollo de la tragedia que aflige a la nación latinoamericana y sus habitantes. Será cuando se inicie en Nueva York una nueva Asamblea General de Naciones Unidas. A esa ciudad viajará el líder opositor. Lo hará acompañado de sus más cercanos colaboradores. Pero sobre todo de aquellos pares que lo apoyan.


La travesía que emprenderá para cruzar la frontera y llegar al norte la conocen muy pocos. Su vuelta, menos gente aún. Permanece en total secreto.

Se entrevistará en los Estados Unidos con otros mandatarios. Conseguirá relanzar su interinato ante el mundo. Seguramente consiga un retrato con Donald Trump. Repetirá una y otra vez las calamidades que enfrenta su pueblo. Como resulta evidente, no lo hará desde el púlpito tradicional con fondo de mármol verde, aquel por el cual desfilan los representantes oficiales. Incluso dictadores. Será en reuniones privadas y paralelas a la gran cumbre.

Nicolás Maduro, por su parte, decidió ausentarse. Por primera vez en años un presidente venezolano -aunque ilegítimo- no será parte del más importante concilio internacional anual. Su medida es consecuencia de un sentimiento muy humano: tiene miedo. El temor del mandamás guarda relación con la amenaza de que su círculo íntimo -conformado por Vladimir Padrino López y Diosdado Cabello– desaten una rebelión aprovechando su viaje.

El susurrador de aves cree que estar en la Gran Manzana no podría hacer mucho, si ocurriera un alzamiento. Ambos militares controlan los resortes más importantes: la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y el Servicio de Inteligencia (SEBIN), respectivamente. Más algo tenebroso: los colectivos chavistas, que responden al segundo.

La información le llegó de sus confidentes cubanos. Los mismos que también mantienen contacto con Cabello. Pero todavía más: son quienes bendicen la comunión que el déspota de Miraflores mantiene con los guerrilleros que relanzaron las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC), amenazando con desatar un infierno en Bogotá. El refugio -y la financiación- se coordinan en Caracas.

Del triángulo también participa el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la histórica milicia que jamás abandonó las armas. Un general colombiano que enfrentó a ambos grupos en el terreno indicó a Infobae que lo único que motiva a estos guerrilleros es la expansión territorial para continuar con el tráfico de cocaína. Todos los caminos de gran parte del chavismo conducen al narco.

Con estas dos fuerzas Maduro intentará tensionar aún más la deteriorada relación que mantiene con el presidente Iván Duque, quien ya anunció que no se dejará tentar por las provocaciones que lleguen desde la capital venezolana. Los aguijones a los cuales se refieren son: la alianza chavista con la guerrilla y la disposición de fuerzas militares en el límite geográfico.

Sin embargo, el dictador caraqueño pretenderá tener bajo su mando gran parte de la frontera. ¿Intentará de esta forma impedir la vuelta de su rival a Venezuela tras su paso por Nueva York? El regreso del presidente de la Asamblea Nacional es una incógnita. Tanto como lo fue siempre que abandonó el país y debió regresar.

Pero quizás, esta vez, piense hacer algo que jamás se atrevió a realizar hasta el momento: acosar judicialmente a su oponente. Hasta el extremo. Ya está allanando el terreno. En apenas una semana el gobierno abrió dos causas en su contra. La primera fue por "traición a la patria". Es porque considera que Guaidó abandonó una causa histórica para Venezuela: el reclamo territorial por el Esequibo, una región en disputa con Guyana desde el siglo XIX.

La segunda es reciente. Y más vidriosa. Lo acusan de mantener vínculos con jefes narcos. Es por unas fotos que circularon con dos supuestos "patrones" de la banda Los Rastrojos. Las imágenes primero se publicaron en las redes sociales. Luego, el fiscal general chavista, Tarek William Saab, las mostró como una prueba irrefutable. Es el mismo funcionario que a mediados de mayo se mostró incómodo ante la pregunta de un periodista respecto a por qué el régimen no encerraba a su principal oponente.

Para Saab, las selfies configuran material más que suficiente para iniciar una profunda investigación. Sería gracioso si el presente venezolano no fuera trágico: al fiscal se le olvidó iniciar causas y pericias sobre las torturas, secuestros y asesinatos que se comenten en nombre del Socialismo del Siglo XXI. Quizás le faltan fotos.

Si acaso se animara a dar el arriesgado paso de encausar -e ir más lejos-, Maduro estaría frente a un laberinto del cual le resultaría muy costoso salir. ¿Cuál sería la reacción internacional ante el atropello al presidente que decenas de naciones alrededor del mundo reconocen como el legítimo conductor hacia la normalización del país? El caso se sumaría al contundente y durísimo "informe Bachelet", ese manual de estilo del buen dictador que se amplía más y más conforme el chavismo continúa cometiendo crímenes aberrantes.

Para mayor, ocurriría apenas horas después de que Guaidó se reuniera con jefes de estado que lo reconocen como un par. ¿Las reacciones internacionales sólo se quedarían reducidas a proclamas y comunicados? El usurpador del Palacio de Miraflores debería saber que es peligroso manipular material que podría inflamarse con facilidad. Uno que no domina y podría exponerlo por completo.

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