El papa Francisco aplaude el acuerdo de paz en Mozambique «en un mundo lleno de guerras»
Maputo, EFE
Al grito de «Reconciliación» recibieron al papa Francisco miles de jóvenes de Mozambique que esperan que su país mantenga el acuerdo de paz que se firmó en agosto y que el pontífice aplaudió este jueves ante «un mundo que están destruyendo las guerras».
Francisco llegó este miércoles a Mozambique, un país que desde su independencia de Portugal en 1975 vivió una guerra de 17 años, con más de un millón de muertos y 4 millones de desplazados, que concluyó en 1992 con los acuerdos firmados en Roma con la mediación de la Iglesia católica.
Hoy, delante de el presidente, Filipe Nyusi, y el líder de la Resistencia Nacional Mozambiqueña (Renamo), Ossufo Momade, a quien saludó al final del acto, Francisco recordó: «Hace aproximadamente un mes, firmasteis en Sierra de la Gorongosa el acuerdo para el cese definitivo de las hostilidades militares entre los hermanos mozambiqueños».
«Un hito, que agradecemos y esperamos decisivo, realizado por personas valientes en el camino de la paz que comenzó con el Acuerdo General de 1992 en Roma», afirmó.
Un empuje al acuerdo el de Francisco a pocas semanas de las elecciones generales en el país, el próximo 15 de octubre.
Pero les recordó que «sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión».
Por ello, en este país, entre los diez más pobres del mundo, donde un 70 % de la población vive bajo el umbral de la pobreza, exhortó a que «no cesen los esfuerzos hasta que deje de haber niños y adolescentes sin educación, familias sin techo, operarios sin trabajo, campesinos sin tierra».
Posteriormente, en el encuentro con los jóvenes representantes de las varias religiones del país, protestantes, católicos, musulmanes y religiones tradicionales africanas, les exhortó a ser capaces de sentarse y hablar y de crear amistad social, porque «el mundo se destruye por la enemistad. Y la enemistad más grande es la guerra. Y hoy día vemos que el mundo se está destruyendo por la guerra».
En esta primera jornada, el papa se refirió a los dos últimos ciclones Idai y Kenneth, «cuyas devastadoras consecuencias siguen golpeando a tantas familias, principalmente a aquellas donde la reconstrucción todavía no ha sido posible y que reclaman una especial atención».
«Tristemente, hace pocos meses habéis sufrido el embate de dos ciclones, habéis visto las consecuencias del descalabro ecológico en el que vivimos», dijo el papa a los jóvenes, a quienes invitó a abrazar «el desafío de proteger nuestra casa común».
Hablando en portugués, lamentó no poder visitar estas zonas, donde murieron cientos de personas, pero aseguró que comparte «su angustia, vuestro dolor y también el compromiso de la comunidad católica para enfrentar una situación tan dura».
Al tiempo, pudo saludar en la nunciatura a una delegación de la comunidad de Xai-Xai, en la provincia de Gaza, que en el año 2000 debido a una de las inundaciones vio su territorio anegado por más de tres metros de agua, pero que en pocos años han conseguido reconstruir la zona, que es ahora un importante motor turístico del país.
El pontífice también denunció otro de los problemas de Mozambique y de muchos países africanos, la explotación de sus recursos, al lamentar «la tendencia a la expoliación y al despojo guiados por un afán acumulativo que, en general, ni siquiera es de personas que habitan estas tierras, y no está motivado por el bien común de vuestro pueblo».
Al grito de «Reconciliación» recibieron al papa Francisco miles de jóvenes de Mozambique que esperan que su país mantenga el acuerdo de paz que se firmó en agosto y que el pontífice aplaudió este jueves ante «un mundo que están destruyendo las guerras».
Francisco llegó este miércoles a Mozambique, un país que desde su independencia de Portugal en 1975 vivió una guerra de 17 años, con más de un millón de muertos y 4 millones de desplazados, que concluyó en 1992 con los acuerdos firmados en Roma con la mediación de la Iglesia católica.
Hoy, delante de el presidente, Filipe Nyusi, y el líder de la Resistencia Nacional Mozambiqueña (Renamo), Ossufo Momade, a quien saludó al final del acto, Francisco recordó: «Hace aproximadamente un mes, firmasteis en Sierra de la Gorongosa el acuerdo para el cese definitivo de las hostilidades militares entre los hermanos mozambiqueños».
«Un hito, que agradecemos y esperamos decisivo, realizado por personas valientes en el camino de la paz que comenzó con el Acuerdo General de 1992 en Roma», afirmó.
Un empuje al acuerdo el de Francisco a pocas semanas de las elecciones generales en el país, el próximo 15 de octubre.
Pero les recordó que «sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión».
Por ello, en este país, entre los diez más pobres del mundo, donde un 70 % de la población vive bajo el umbral de la pobreza, exhortó a que «no cesen los esfuerzos hasta que deje de haber niños y adolescentes sin educación, familias sin techo, operarios sin trabajo, campesinos sin tierra».
Posteriormente, en el encuentro con los jóvenes representantes de las varias religiones del país, protestantes, católicos, musulmanes y religiones tradicionales africanas, les exhortó a ser capaces de sentarse y hablar y de crear amistad social, porque «el mundo se destruye por la enemistad. Y la enemistad más grande es la guerra. Y hoy día vemos que el mundo se está destruyendo por la guerra».
En esta primera jornada, el papa se refirió a los dos últimos ciclones Idai y Kenneth, «cuyas devastadoras consecuencias siguen golpeando a tantas familias, principalmente a aquellas donde la reconstrucción todavía no ha sido posible y que reclaman una especial atención».
«Tristemente, hace pocos meses habéis sufrido el embate de dos ciclones, habéis visto las consecuencias del descalabro ecológico en el que vivimos», dijo el papa a los jóvenes, a quienes invitó a abrazar «el desafío de proteger nuestra casa común».
Hablando en portugués, lamentó no poder visitar estas zonas, donde murieron cientos de personas, pero aseguró que comparte «su angustia, vuestro dolor y también el compromiso de la comunidad católica para enfrentar una situación tan dura».
Al tiempo, pudo saludar en la nunciatura a una delegación de la comunidad de Xai-Xai, en la provincia de Gaza, que en el año 2000 debido a una de las inundaciones vio su territorio anegado por más de tres metros de agua, pero que en pocos años han conseguido reconstruir la zona, que es ahora un importante motor turístico del país.
El pontífice también denunció otro de los problemas de Mozambique y de muchos países africanos, la explotación de sus recursos, al lamentar «la tendencia a la expoliación y al despojo guiados por un afán acumulativo que, en general, ni siquiera es de personas que habitan estas tierras, y no está motivado por el bien común de vuestro pueblo».