El mejor Madrid también sufre

Primera parte soberbia del equipo de Zidane y de Benzema, que hizo dos goles, y mal final ante un Levante crecido. Debutaron Militao y Hazard. Marcó Mayoral y pidió perdón.

Luis Nieto
As
Fue uno de esos raros días en que se celebró en el campo el fracaso en el mercado. Porque con los que estaban y con los que regresaron (James), el Madrid ofreció la mejor versión sinfónica desde que volvió Zidane y, sin embargo, fue incapaz de ahorrarse la fatiga final. Fue un encuentro de todos para todos, pleno de solidaridad, seriedad defensiva y buena organización estropeado por falta de puntería y falta de contundencia. En la cima de la pirámide quedaron Benzema, el verdadero hecho diferencial del equipo, y James, que empapó en sudor su reconciliación con el técnico. Para cuando debutaron Militao y Hazard, el Madrid había perdido ya su encanto y su fiabilidad.




En fútbol no hay donde esconder la flaqueza. Y en el Madrid asoma desde hace tiempo porque el equipo se ve desvestido en el centro del campo tras pasar el verano haciéndole hueco al imposible de Pogba y porque anda atolondrado atrás. Así que rival tras rival calcan el plan: ponerle espinas a la salida de la pelota. Pero cuando el Madrid se ordena y tira de paciencia asoma el juego torrencial que apareció, por sorpresa, esta vez durante un tiempo.

El Bernabéu ha sido tal coladero en los últimos tiempos que envalentona como nunca a los visitantes. También al Levante de los tres centrales, que quiso llevar el frente, laterales incluidos, al borde del área del Madrid. A ello creyó que le ayudarían la falta de ambientación de un Bernabéu poco poblado bajo la amenaza de gota fría en el cielo y en el suelo y la falta de caras nuevas que regeneren el ánimo. Porque a Hazard no quiso exprimirlo de salida Zidane cuando ya suenan los clarines de la Champions.

Pero el equipo, esta vez, salió por encima de la afición, de la climatología, de los daños colaterales del virus FIFA e incluso de las perspectivas. Empezando por la defensa que, pretemporada incluida, había encajado goles en todos los partidos menos frente al Salzburgo. Esta vez se vio favorecida por la buena sincronización del equipo tras pérdida. El Madrid recuperó pronto y cerca de Aitor. Y en ese 4-2-3-1 vivió confortablemente Kroos, futbolista que tiende a acomodarse, pero que esta vez aceptó la jerarquía que asume con éxito en Alemania.

Benzema superstar

Y, como siempre, apareció Benzema, que lleva más de un año ahogando las penas del equipo y que ha encontrado el gol pasados los treinta. Antes de hacer su doblete había exigido mucho a Aitor. No hubo necesidad añorar a Bale, un futbolista con más gol que afectos.

Quedó claro que no andaba en cuestión el talento sino la organización. El Madrid fue, durante un tiempo, un coro en la presión y en la creación, un equipo que no se partió y que se merendó al Levante con suficiencia. En ese tramo todo le fue bien: Casemiro tapó y llegó, Lucas Vázquez fue el multiusos modélico, James encontró un gran refugio como mediapunta y le dio un gol a Benzema y hasta Vinicius fue desenredando su juego.

En quince minutos el Madrid pareció echar el telón al partido, con dos goles de Benzema de nueve puro (uno de cabeza y otro con un habilidoso remate de izquierdo) y otro de Casemiro, al que la mañana le dio hasta para llegar al área pequeña. El servicio fue de Vinicius.

El gol de Mayoral tras el descanso pareció sólo un paréntesis en el vendaval del Madrid. Benzema mandó un balón al palo, a Vinicius le anularon un gol tras tres minutos deliberaciones de VAR y perdonó otro y Hazard saludó al Bernabéu con una gran jugada a la que Aitor le quitó el lazo del gol. Para entonces el belga andaba en la izquierda, Vinicius en la derecha y el Levante con una zaga de cuatro y Roger en punta. En definitiva, un partido con más espacios, una golosina para James. Pero también un partido que se envenenó con las salidas de Casemiro y Ramos, decisiones imprudentes, y con un cabezazo de Melero que toleró Courtois, decisivo poco después ante Vezo. El Madrid acabó mal, descompuesto, asustado. Ni en los mejores días puede quitarse del Valium el Bernabéu.

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