El Madrid rompe a sudar
Un gol de Benzema premió el esfuerzo defensivo del Madrid, que anuló el ataque del Sevilla. Soberbio encuentro de Benzema. Gol bien anulado a Chicharito.
Luis Nieto
As
Si el Madrid es capaz de vivir las cuatro estaciones en un partido, qué decir de una temporada. En Sevilla ofreció una versión insólita en el curso: esforzado, organizado, atento y bien protegido. Un equipo armado de atrás hacia adelante, fortificado por su defensa y por un Casemiro multidisciplinar. Con ellos y una entrega general superó el exigente tribunal de cuentas del Pizjuán, repleto de ex y de peligros. Por primera vez en un partido oficial dejó su portería a cero y no permitió ni un remate a puerta de un rival de gran tamaño. El resto lo puso Benzema, que ya no levanta el dedo del gatillo.
Metió Zidane a diez de los once (todos menos Militao, excluido por el regreso de Sergio Ramos, refuerzo mayor) violentamente torpedeados en el Parque de los Príncipes el miércoles en un intento por probar que el error estuvo en la intención y no en la organización, que las causas del siniestro había que buscarlas en la falta de combatividad y no en un plan que acabó dejando un equipo larguísimo y desmadejado. Esta vez se agrupó mejor y escapó de la emboscada permanente ordenada por Lopetegui sobre el primer pase. Ese era también su plan en el Madrid, pero en un equipo de falta de constancia probada la eficacia duró media docena de partidos. Aquello iba contra la bohemia de aquel equipo. También contra la de este, con más ingenio que conectividad.
Así que como los dos se esperaban en el mismo sitio, la falta de sorpresa se merendó las alegrías en las áreas. El Sevilla era el método y el Madrid, gato escaldado. Lopetegui metió al Mudo Vázquez para crearle un laberinto a Ramos y sus centrocampistas estrecharon el cerco sobre Casemiro, el hombre que evita que el Madrid vaya por el mundo con cintura de avispa. Pero también el equipo de Zidane se hizo extremadamente antipático en su primera presión, un complemento energético que no siempre toma. Apretaron incluso Benzema, Bale y James. Un robo de este provocó el primer disparo a puerta de la primera parte. La pelota acabó en Hazard, tras ser mejorada por Benzema, y el zapatazo del belga, corto de ángulo, lo sacó a córner Vaclik.
James y Vaclik
En aquella primera parte de hormigoneras sólo emergió luminosamente James dos veces. La relatada anteriormente y una, inmediatamente después, que dejó a Carvajal frente a Vaclik. La mejor ocasión del Madrid en las botas de un jugador que vive de otra cosa. El meta, con un pie, le quitó validez al remate cruzado del lateral. En la otra orilla tuvo menos oportunidades Banega, por donde respira el Sevilla en campo ajeno. Y es que al descanso se llegó tras un forcejeo repleto de faltas y huérfano de noticias.
La segunda mitad pareció empeorar al Madrid y enaltecer al Sevilla, muy mejorado con Óliver Torres y con más corazón para recuperar la pelota arriba. Quedó clara su condición de equipo que más disputas gana en el campeonato, índice que marca con claridad el compromiso de un grupo. Pero ese constante empeño moría en una defensa inusualmente impenetrable del Madrid, con Mendy cerrando el paso a Navas sin distracciones, los centrales trazando la línea lejos de Courtois y Casemiro prestando los primeros auxilios en todo el campo. Y en medio de aquel ejercicio de esforzada resistencia, el Madrid lanzó su mordisco. Carvajal se plantó en la línea de fondo y Benzema cabeceó a la red su centro con el manual del nueve, despegándose de la espalda de su marcador y buscando el contrapié ante Vaclik. El gato pretendía ser perro y ha acabado en tigre.
Lopetegui metió una marcha más con Chicharito, al que anularon justamente un gol, esperando la maldición del ex, y Zidane, una menos con Valverde para cambiar la conversación en un centro del campo que dominaba el Sevilla. James se marchó exhausto y contento mientras Hazard procuraba darle aire al equipo en un partido de gran espesor. Fue, en definitiva, un gran ejemplo del otro fútbol, al que no es adicto el Madrid pero da puntos.
Luis Nieto
As
Si el Madrid es capaz de vivir las cuatro estaciones en un partido, qué decir de una temporada. En Sevilla ofreció una versión insólita en el curso: esforzado, organizado, atento y bien protegido. Un equipo armado de atrás hacia adelante, fortificado por su defensa y por un Casemiro multidisciplinar. Con ellos y una entrega general superó el exigente tribunal de cuentas del Pizjuán, repleto de ex y de peligros. Por primera vez en un partido oficial dejó su portería a cero y no permitió ni un remate a puerta de un rival de gran tamaño. El resto lo puso Benzema, que ya no levanta el dedo del gatillo.
Metió Zidane a diez de los once (todos menos Militao, excluido por el regreso de Sergio Ramos, refuerzo mayor) violentamente torpedeados en el Parque de los Príncipes el miércoles en un intento por probar que el error estuvo en la intención y no en la organización, que las causas del siniestro había que buscarlas en la falta de combatividad y no en un plan que acabó dejando un equipo larguísimo y desmadejado. Esta vez se agrupó mejor y escapó de la emboscada permanente ordenada por Lopetegui sobre el primer pase. Ese era también su plan en el Madrid, pero en un equipo de falta de constancia probada la eficacia duró media docena de partidos. Aquello iba contra la bohemia de aquel equipo. También contra la de este, con más ingenio que conectividad.
Así que como los dos se esperaban en el mismo sitio, la falta de sorpresa se merendó las alegrías en las áreas. El Sevilla era el método y el Madrid, gato escaldado. Lopetegui metió al Mudo Vázquez para crearle un laberinto a Ramos y sus centrocampistas estrecharon el cerco sobre Casemiro, el hombre que evita que el Madrid vaya por el mundo con cintura de avispa. Pero también el equipo de Zidane se hizo extremadamente antipático en su primera presión, un complemento energético que no siempre toma. Apretaron incluso Benzema, Bale y James. Un robo de este provocó el primer disparo a puerta de la primera parte. La pelota acabó en Hazard, tras ser mejorada por Benzema, y el zapatazo del belga, corto de ángulo, lo sacó a córner Vaclik.
James y Vaclik
En aquella primera parte de hormigoneras sólo emergió luminosamente James dos veces. La relatada anteriormente y una, inmediatamente después, que dejó a Carvajal frente a Vaclik. La mejor ocasión del Madrid en las botas de un jugador que vive de otra cosa. El meta, con un pie, le quitó validez al remate cruzado del lateral. En la otra orilla tuvo menos oportunidades Banega, por donde respira el Sevilla en campo ajeno. Y es que al descanso se llegó tras un forcejeo repleto de faltas y huérfano de noticias.
La segunda mitad pareció empeorar al Madrid y enaltecer al Sevilla, muy mejorado con Óliver Torres y con más corazón para recuperar la pelota arriba. Quedó clara su condición de equipo que más disputas gana en el campeonato, índice que marca con claridad el compromiso de un grupo. Pero ese constante empeño moría en una defensa inusualmente impenetrable del Madrid, con Mendy cerrando el paso a Navas sin distracciones, los centrales trazando la línea lejos de Courtois y Casemiro prestando los primeros auxilios en todo el campo. Y en medio de aquel ejercicio de esforzada resistencia, el Madrid lanzó su mordisco. Carvajal se plantó en la línea de fondo y Benzema cabeceó a la red su centro con el manual del nueve, despegándose de la espalda de su marcador y buscando el contrapié ante Vaclik. El gato pretendía ser perro y ha acabado en tigre.
Lopetegui metió una marcha más con Chicharito, al que anularon justamente un gol, esperando la maldición del ex, y Zidane, una menos con Valverde para cambiar la conversación en un centro del campo que dominaba el Sevilla. James se marchó exhausto y contento mientras Hazard procuraba darle aire al equipo en un partido de gran espesor. Fue, en definitiva, un gran ejemplo del otro fútbol, al que no es adicto el Madrid pero da puntos.