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El cambio climático está devastando los frondosos jardines del Palacio de Versalles

Más de 7 millones de turistas visitan cada año el palacio
Más de 7 millones de turistas visitan cada año el palacio
Helene Fouquet y William Wilkes 
(Bloomberg)
La propiedad bien cuidada del Palacio de Versalles fue diseñada para un monarca absoluto y resistió la revolución francesa. Pero ahora el cambio climático amenaza su supervivencia.


Los árboles carpe que miran hacia el Gran Canal de la propiedad murieron este verano, y en los jardines Trianon de María Antonieta, las hayas están marchitándose. Lo preocupante es que no solo eran variedades de la época de Luis XIV, sino también nuevas plantaciones con las que se buscaba resistir los efectos del calentamiento global.

"Es desgarrador", asegura Alain Baraton, jefe de jardineros de Versalles, mientras señala los apergaminados carpes y las hojas secas de los castaños que solían lucir exquisitos. "Me veo obligado a abandonar la historia y ser pragmático".

Alain Baraton camina entre dos filas de árboles de los jardines del palacio (Martin Barzilai/Bloomberg)
Alain Baraton camina entre dos filas de árboles de los jardines del palacio (Martin Barzilai/Bloomberg)
El tiempo normalmente templado del norte de Europa se está volviendo más cálido y seco, lo que obliga a los jardineros en la unidad de 800 hectáreas del parque a adaptarse. Los majestuosos olmos, castaños y abedules favorecidos por la realeza francesa están siendo selectivamente reemplazados por especies que tienen más posibilidades de resistir temperaturas más altas, nuevos parásitos y patrones de precipitación más volátiles.

La urgencia de actuar se destacó cuando el Centro Nacional de Investigación Científica de Francia publicó el martes un modelo climático que mostraba que el mundo se estaba volviendo incluso más caliente de lo esperado.

Los árboles son una de las formas más grandes de almacenamiento de carbono de la naturaleza. La Agencia Europea de Medio Ambiente estima que los bosques absorben 13% de todas las emisiones de dióxido de carbono de la Unión Europea. Pero sequías más frecuentes y tormentas cada vez más violentas ponen en riesgo los bosques de la región.

"Los árboles solían tener cientos de años para adaptarse, pero ya no tienen ese tiempo", afirma Xavier Bartet, un oficial de la Agencia Nacional Forestal de Francia. "Y en la naturaleza, si no puede adaptarse, muere".

Algunos de los árboles que no lograron sobrevivir a las condiciones climáticas (Bloomberg)
Algunos de los árboles que no lograron sobrevivir a las condiciones climáticas (Bloomberg)
Los efectos se hacen sentir en toda Europa. Se cree que alrededor de 50 millones de abetos han perecido, con extensos daños a las variedades de alerce, roble, haya y pino, según Gert-Jan Nabuurs, experto forestal de la Universidad de Wageningen en Países Bajos.

Si bien los líderes europeos se han comprometido a actuar, la situación se complica por una desaceleración económica y preocupaciones sobre la financiación. En Alemania, donde una ola de calor de verano amenazó las carreteras y el retroceso del río Rin por poco detiene la navegación por segundo año consecutivo, el gobierno de la canciller Angela Merkel decidirá el viernes medidas para volver a encauzar sus objetivos climáticos.

No hay una solución fácil. Los esfuerzos para robustecer los bosques incluyen replantar robles turcos en Francia y probar semillas de las zonas más secas del valle central del Loira para los futuros barriles de vino. Pero las medidas fallan. En Versalles, alrededor de 50% de los nuevos árboles jóvenes mueren en el primer año, y jugar con los ecosistemas locales puede tener efectos perjudiciales sobre las variedades nativas, por lo que grupos como Woodland League de Irlanda buscan detener la introducción de nuevas especies.

"Todo lo que hacemos sigue siendo experimental, y arriesgado", asegura Brigitte Musch, jefe de investigación sobre cambio climático de la agencia forestal francesa. "Estamos bajo presión para trabajar rápido, por cosas que importan para las generaciones venideras".

Versalles, que gasta alrededor de 3 millones de euros anuales para mantener sus terrenos, es la élite de los bosques de Europa. La realidad más amplia se puede ver detrás de una valla oxidada al final de los terrenos en el Arboretum de Chevreloup. El parque de conservación tiene un presupuesto de menos de 5% del palacio, y los efectos de la escasez de precipitaciones y el calor récord fueron evidentes en las copas baldías y los arbustos de la Patagonia.

Para evitar tal destino, la agencia forestal de Francia se está asociando con contrapartes en Europa y Turquía para desarrollar software que pueda determinar qué variedades tendrán que plantarse en los próximos años. El software, que está funcionando en el peor de los escenarios con temperaturas veraniegas que aumentan hasta 5,3 grados centígrados (por debajo de las previsiones más recientes), se traducirá al inglés para que sus pares de todo el mundo lo puedan usar.

En Versalles, las pruebas del terreno para el futuro están siendo meticulosamente orquestadas. Se está construyendo una base de datos de su vegetación, sus insectos y sus animales. Los árboles tendrán más espacio para capturar el agua en el suelo y retener la humedad. El objetivo es mantener vivo el espíritu de la grandeza del Rey Sol en el próximo siglo.

"Visualmente, los visitantes del palacio no notarán ningún cambio importante", afirma Baraton, el jardinero jefe. "Pero en silencio, todo está cambiando".

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