El Atleti se estrella en Rubén
El portero del Celta hizo varias paradas decisivas y frenó al equipo de Simeone, al que no le funcionaron los revulsivos. João Félix volvió a ser sustituido.
Patricia Cazón
As
El partido pronto mostró lo que sería. Estar estaría en los pies del Celta pero el peligro lo pondría el Atlético. Y a balón parado, que el Cholo ha sacado del armario esa vieja arma que una vez tanto le dio. No se había terminado de sentar el público y Rubén ya hacía el primer milagro de la tarde para parar un cabezazo de Felipe a bocajarro. Con una mano, puro reflejos, cuando el central llevaba el goool en la boca. Era titular por primera vez, como Herrera, que entró ante la Juve para quedarse en la hierba. No sería héroe como entonces, el Celta no le dejaba.
Un Celta que había cambiado su dibujo, con un 4-1-4-1, Okay pivote y Rafinha por primera vez titular. Se hizo con el balón ante un Atleti replegado, que esperaba en su campo. Mientras todo pasara alrededor del círculo central, no pasaba nada. El dominio del Celta, plantado en la hierba como si fuera suya, no eran ocasiones. La única había terminado con un golpazo entre Mina y Oblak.
Al Atlético apenas le duraba la pelota, se la regalaba al Celta. Su plan era sencillo: tener una contra y lanzarse sobre ella en estampida. Calidad, no cantidad, siempre lo dice el Cholo. Y este era un partido para mostrarlo. Porque, mientras los guantes de Oblak seguían intactos, por mucho que el Celta tuviera y tuviera el balón, cuando el Atleti asomaba por el área de Rubén le obligaba al paradón. Sacó con la punta del guante un zapatazo de Lodi, salvó ante João Félix tras un córner. Al Atlético le costaba generar juego de ataque un mundo, pero cuando lo hacía, sí pasaban cosas. Aunque João Félix deambulara preocupantemente por el campo, como buscando su sitio, aún por encontrar, y Koke y Saúl anduvieran los dos en uno de esos días grises tirando a negro. Correa, titular y en su sitio, pareja de Costa, sólo una vez logró escaparse para nada, mientras la grada veía otro día más a Vitolo en el banquillo.
Regresó el Atlético mejor tras el reposo, como si en el vestuario Simeone le hubiese añadido hojas a su plan, no sólo esperar, ahora también jugar. Pero Rubén pronto añadiría otro milagro a sus guantes. Ahora ante un chut de Koke. Ni temblaba ante Felipe, que perseguía salivando cada balón que volaba en el área. Dio igual, sin embargo, el Atlético tenía el día que no. Por mucho que ahora agarrara el partido por la solapa. Descosía Lodi, puñal en la izquierda con guante en el pie.
A la hora Simeone sacaba de la hierba a un intrascendente Herrera, a un Correa titular para nada (y ya van...). Metió músculo, con Thomas. Añadió desborde, con Vitolo. Sumó altura con el regreso de Morata. Cada minuto que pasan los dos primeros en el banquillo parece un despropósito. Con futbolistas por delante que juegan sin parar y por decreto. Léase Koke, léase Saúl, quizá necesiten descanso.
Del Celta no había noticias que amenazaran, aunque nunca renunciara a la pelota. Pero el área de Oblak era tierra virgen. Sólo un hombre una vez la pisó, Brais, mano a mano con Jan... en fuera de juego. El Atlético, mientras, buscaba ese gol que Rubén le había negado hasta en cuatro ocasiones, con juego por las bandas y centros laterales. Ahora que tenía la manija le faltaban las ocasiones. Escribá daba por bueno el empate al quitar a Aspas. De nada sirvió esa carrera de 70 metros de Saúl o el disparo de Lodi que se fue acariciando el palo. El 0-0 no se movería. Segundo a cero en Liga del Atleti. Que le puso más ímpetu, al final, que ideas, en todo el partido. Preocupa.
Patricia Cazón
As
El partido pronto mostró lo que sería. Estar estaría en los pies del Celta pero el peligro lo pondría el Atlético. Y a balón parado, que el Cholo ha sacado del armario esa vieja arma que una vez tanto le dio. No se había terminado de sentar el público y Rubén ya hacía el primer milagro de la tarde para parar un cabezazo de Felipe a bocajarro. Con una mano, puro reflejos, cuando el central llevaba el goool en la boca. Era titular por primera vez, como Herrera, que entró ante la Juve para quedarse en la hierba. No sería héroe como entonces, el Celta no le dejaba.
Un Celta que había cambiado su dibujo, con un 4-1-4-1, Okay pivote y Rafinha por primera vez titular. Se hizo con el balón ante un Atleti replegado, que esperaba en su campo. Mientras todo pasara alrededor del círculo central, no pasaba nada. El dominio del Celta, plantado en la hierba como si fuera suya, no eran ocasiones. La única había terminado con un golpazo entre Mina y Oblak.
Al Atlético apenas le duraba la pelota, se la regalaba al Celta. Su plan era sencillo: tener una contra y lanzarse sobre ella en estampida. Calidad, no cantidad, siempre lo dice el Cholo. Y este era un partido para mostrarlo. Porque, mientras los guantes de Oblak seguían intactos, por mucho que el Celta tuviera y tuviera el balón, cuando el Atleti asomaba por el área de Rubén le obligaba al paradón. Sacó con la punta del guante un zapatazo de Lodi, salvó ante João Félix tras un córner. Al Atlético le costaba generar juego de ataque un mundo, pero cuando lo hacía, sí pasaban cosas. Aunque João Félix deambulara preocupantemente por el campo, como buscando su sitio, aún por encontrar, y Koke y Saúl anduvieran los dos en uno de esos días grises tirando a negro. Correa, titular y en su sitio, pareja de Costa, sólo una vez logró escaparse para nada, mientras la grada veía otro día más a Vitolo en el banquillo.
Regresó el Atlético mejor tras el reposo, como si en el vestuario Simeone le hubiese añadido hojas a su plan, no sólo esperar, ahora también jugar. Pero Rubén pronto añadiría otro milagro a sus guantes. Ahora ante un chut de Koke. Ni temblaba ante Felipe, que perseguía salivando cada balón que volaba en el área. Dio igual, sin embargo, el Atlético tenía el día que no. Por mucho que ahora agarrara el partido por la solapa. Descosía Lodi, puñal en la izquierda con guante en el pie.
A la hora Simeone sacaba de la hierba a un intrascendente Herrera, a un Correa titular para nada (y ya van...). Metió músculo, con Thomas. Añadió desborde, con Vitolo. Sumó altura con el regreso de Morata. Cada minuto que pasan los dos primeros en el banquillo parece un despropósito. Con futbolistas por delante que juegan sin parar y por decreto. Léase Koke, léase Saúl, quizá necesiten descanso.
Del Celta no había noticias que amenazaran, aunque nunca renunciara a la pelota. Pero el área de Oblak era tierra virgen. Sólo un hombre una vez la pisó, Brais, mano a mano con Jan... en fuera de juego. El Atlético, mientras, buscaba ese gol que Rubén le había negado hasta en cuatro ocasiones, con juego por las bandas y centros laterales. Ahora que tenía la manija le faltaban las ocasiones. Escribá daba por bueno el empate al quitar a Aspas. De nada sirvió esa carrera de 70 metros de Saúl o el disparo de Lodi que se fue acariciando el palo. El 0-0 no se movería. Segundo a cero en Liga del Atleti. Que le puso más ímpetu, al final, que ideas, en todo el partido. Preocupa.