Durant: "Hay días que odio el circo de la NBA"

El nuevo jugador de los Nets se sincera en una entrevista con el Wall Street Journal: "Nunca seré uno más de los Warriors"; "No me fío de nadie en OKC".

Fernando Faucha
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Hacía bastante que no escuchábamos a Kevin Durant. Los Warriors le mantuvieron alejado de los medios durante todas las Finales, esperando para ver si era capaz de disputar algún minuto. Cuando lo hizo sólo duró 10 en la pista y le costó una lesión en el tendón de Aquiles que le tendrá toda la temporada sin jugar. El día 1 de julio se confirmó su marcha del equipo de La Bahía con destino a Brooklyn. Todo esto ha pasado sin una sola declaración suya. Pero la espera ha acabado. Durant ha hablado con J.R. Moehringer, del Wall Stree Journal, y la entrevista no ha dejado indiferente a nadie. El jugador, que rara vez habla para no decir nada, no ha defraudado. Ha demostrado una vez más no tener pelos en la lengua, mostrando ese perfil polémico que tantos enemigos le ha granjeado, mostrando una cara más reflexiva e, incluso, cansada de lo que cabría esperar.


"Hay días que odio el circo de la NBA". El titular es demoledor. La explicación, hasta cierto punto entendible: "Algunos días odio que los jugadores dejen que el negocio que rodea a la NBA, la fama que llega con todo eso, altere sus mentes cuando están jugando. A veces no me gusta estar cerca de los ejecutivos y el politiqueo que les acompañan. Odio eso". Lo dice alguien que al mismo tiempo no le importa reconocer lo que ha significado el baloncesto para él. "Sin baloncesto no hubiera hecho mucho en mi vida. En comparación con los amigos con los que crecí no habría visto las cosas que he visto. No habría ido a la India. O Hawai".

Moehringer también cuenta cómo ha cambiado Durant en los últimos años, poniendo como ejemplo la forma de decidir su futuro este verano en contraposición a cómo lo hizo en 2016. "En el verano de 2016, Rich Kleiman (agente, socio y amigo cercano) y Durant alquilaron una propiedad palaciega en Later Lane en los Hamptons y dieron la bienvenida a una procesión de de delegaciones de varios equipos, incluida la visita de las cuatro estrellas de los Golden State Warriors. Esta vez, poco antes del comienzo de la agencia libre, Kleiman se reunió con Durant para almorzar en Cipriani, un restaurante elegante en SoHo, y le dio una última visión general de todos los equipos y todas sus opciones. Durant dijo: "Está bien. Me voy a Brooklyn ". Kleiman, sorprendido, volvió a preguntarle: "¿De verdad?" Y Durant no lo dudó: "Sí". Y no hubo más que hablar", explica el periodista.

Pero, ¿por qué tomó la decisión de marcharse de los Warriors? Para esto también tiene una respuesta: "Entré allí queriendo ser parte de un grupo, queriendo ser parte de una familia, y definitivamente me sentí aceptado. Pero nunca seré uno de esos tipos. No me draftearon allí... A Steph Curry le reclutaron allí. Andre Iguodala, ganó las primeras finales, estuvo en el primer campeonato. Klay Thompson, drafteado allí. Draymond Green, drafteado allí. Y el resto de los chicos rehabilitaron sus carreras allí. ¿Cómo vas a rehabilitarme a mí? ¿Qué me vas a enseñar? ¿Cómo puedes hacer que cambie mi vida en lo que se refiere al baloncesto? Ya tengo un MVP. Tengo títulos de máximo anotador de la Liga".

Parece evidente que nunca llegó a sentirse completo como jugador de los Warriors. "A medida que pasó el tiempo comencé a darme cuenta de que era diferente del resto de los muchachos. No es algo malo. Sólo son mis circunstancias, la forma en que llegué a la Liga. Y además de eso, los medios siempre lo vieron como KD y los Warriors. Fue como si nadie pudiera aceptar del todo mi presencia allí". Moehringer confirma que Durant nunca ha vuelto al la zona de La Bahía desde que se lesionó en junio y que no sabe cuando regresará. Ni siquiera pasó por su casa y dejó a la gente de su equipo que se encargará de toda la mudanza, de empaquetar todas las cosas, los recuerdos de toda una vida, incluidos sus premios deportivos.

Pero el peor momento para Durant no lo ha vivido en estos últimos tres años en Oakland. La experiencia que no ha podido olvidar es todo lo que ocurrió en Oklahoma cuando decidió dejar a los Thunder. "La gente venía a mi casa y pintaba con spray mensajes de se vende en mi vecindario. Hacían vídeos frente a mi casa quemando mis camisetas y llamándome todo tipo de cosas", recuerda. Y tampoco se le ha borrado de la mente cómo le trataron la primera vez que volvió a jugar en el Chesapeke Arena. No sólo los aficionados, también los que hasta hacía unos meses habían sido sus compañeros, entrenadores, directivos y trabajodores de la frnaquicia en general: "Tuve una sensación tan tóxica, tan venenosa cuando entré en ese pabellón... ¿Incluso la organización, los entrenadores y los gerentes del equipos están enfadados conmigo? ¿No me hablan? ¿Es aquí donde vamos con llevar todo esto? ¿Porque dejé un equipo y fui a jugar con otro?".

Y sentencia: "Nunca más estaré ligado a esa ciudad por todo esto que te cuento. Hubo algún momento en el que me planteé volver allí y ser parte de esa comunidad y de esa organización, pero no confío en nadie allí. La organización, el General Manager... no he hablado con ninguna de esas personas desde que me fui".

Y una última frase que define cómo es el personaje. Lo poco que le importa entrar en conflictos y la gran imagen que tiene de sí mismo. Cuando Moehringer le pregunta por la reacción de entusiasmo del público de Toronto en el momento en el que se rompió el tendón de Aquiles, algo que suscitó las críticas de mucha gente, Durant le resta importancia a su manera. Incluso lo justifica: "Estaban aterrorizados de que yo estuviera en la cancha", le contestó reprimiendo una sonrisa. "Se podía sentir en el ambiente desde el momento en que salí".

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