Desastre total del Barça
El Barça naufraga ante otro recién ascendido que duerme como líder. Del primer al último minuto, el conjunto blaugrana fue un guiñapo.
Santi Giménez
As
Para el Barcelona cualquier campo ya es Anfield. El conjunto blaugrana es un drama de proporciones épicas fuera de su estadio, donde cualquiera le desnuda con una facilidad apabullante. El recién ascendido Granada maltrató a un equipo irreconocible al que derrotó por 2-0 para ponerse líder provisional de la clasificación certificando el peor inicio de Liga del equipo blaugrana desde que los triunfos se contabilizan con tres puntos.
El desastre barcelonista fue inversamente proporcional al enorme partido de los de Diego Martínez, que superaron a las estrellas blaugrana de cabo a rabo. En el universo barcelonista únicamente Ansu Fati, un adolescente de 16 años que salió en la segunda parte, demostró algo de amor propio.
Más allá de la derrota, que es preocupante, lo peor es la sensación de que este Barça es un equipo exprimido, agotado y que ya no compite ni impone respeto. El Granada le vapuleó con autoridad ante la desidia de un conjunto absolutamente desnortado y falto de cualquier líder que sacuda consciencias. Y lo peor de todo es que a nadie le pilla por sorpresa este desastre que lleva tiempo cocinándose.
La insistencia del Barcelona por seguir tropezando con la misma piedra es tan firme como desesperante. Da la sensación de que es un equipo hastiado, anodino, inane y que ha caído en un adocenamiento que va más allá de actuaciones individuales tan lamentables como la de Junior, que debutó como titular en el lateral izquierdo y que necesitó poco más de un minuto para ejemplificar el estado de un equipo totalmente perdido. Pero sería injusto cargar todas las culpas en el lateral. El falló es sistémico.
De nuevo, el equipo blaugrana salió a jugar como visitante como el que va de veraneo. Por muy avisados que vayan, los jugadores blaugrana repiten una y otra vez los mismos errores. La primera parte en Granada fue un calco de la de San Mamés, Pamplona y Dortmund. Un equipo plano que fue incapaz en 90 minutos de crear ocasiones claras, mandar en el partido o ganar un duelo individual.
Lo mejor que le pudo pasar al equipo de Valverde fue recibir un gol a los 63 segundos después de que Junior quedara retratado dos veces a las primeras de cambio. Tenía el Barça 89 minutos por delante para arreglar el patinazo inicial, pero tiró los primeros 45. Los otros 45, también.
Con un Griezmann perdido en la banda izquierda, Carles Pérez inofensivo por la derecha y Suárez superado por sus marcadores, era De Jong el único faro de un equipo sin producción alguna. Sergi Roberto y Rakitic eran máquinas de perder balones ante un Granada más vivo.
Valverde metió mano de urgencia en el descanso dando entrada a Messi y a Ansu Fati por Carles Pérez y Junior. El Barça pasaba a jugar con una defensa en la que Sergi Roberto regresaba al lateral derecho y Semedo a la izquierda y con mucha pólvora arriba. Estaba por ver si ese despliegue impresionaba al Granada.
Pero ni por esas. Sólo Fati intimidaba. Y eso en un equipo que tiene sobre el césped a Griezmann, Suárez y Messi dice muchas cosas.
En la desesperación de Valverde por tratar de cambiar el partido, el técnico culé dio entrada a Vidal para agitar el encuentro y le salió el tiro por la culata. El chileno fue un desastre. Nada más entrar cometió un penalti que fue la sentencia de un Barça que ni supo acabar el partido dando una sensación de grandeza. Un desastre total.
Santi Giménez
As
Para el Barcelona cualquier campo ya es Anfield. El conjunto blaugrana es un drama de proporciones épicas fuera de su estadio, donde cualquiera le desnuda con una facilidad apabullante. El recién ascendido Granada maltrató a un equipo irreconocible al que derrotó por 2-0 para ponerse líder provisional de la clasificación certificando el peor inicio de Liga del equipo blaugrana desde que los triunfos se contabilizan con tres puntos.
El desastre barcelonista fue inversamente proporcional al enorme partido de los de Diego Martínez, que superaron a las estrellas blaugrana de cabo a rabo. En el universo barcelonista únicamente Ansu Fati, un adolescente de 16 años que salió en la segunda parte, demostró algo de amor propio.
Más allá de la derrota, que es preocupante, lo peor es la sensación de que este Barça es un equipo exprimido, agotado y que ya no compite ni impone respeto. El Granada le vapuleó con autoridad ante la desidia de un conjunto absolutamente desnortado y falto de cualquier líder que sacuda consciencias. Y lo peor de todo es que a nadie le pilla por sorpresa este desastre que lleva tiempo cocinándose.
La insistencia del Barcelona por seguir tropezando con la misma piedra es tan firme como desesperante. Da la sensación de que es un equipo hastiado, anodino, inane y que ha caído en un adocenamiento que va más allá de actuaciones individuales tan lamentables como la de Junior, que debutó como titular en el lateral izquierdo y que necesitó poco más de un minuto para ejemplificar el estado de un equipo totalmente perdido. Pero sería injusto cargar todas las culpas en el lateral. El falló es sistémico.
De nuevo, el equipo blaugrana salió a jugar como visitante como el que va de veraneo. Por muy avisados que vayan, los jugadores blaugrana repiten una y otra vez los mismos errores. La primera parte en Granada fue un calco de la de San Mamés, Pamplona y Dortmund. Un equipo plano que fue incapaz en 90 minutos de crear ocasiones claras, mandar en el partido o ganar un duelo individual.
Lo mejor que le pudo pasar al equipo de Valverde fue recibir un gol a los 63 segundos después de que Junior quedara retratado dos veces a las primeras de cambio. Tenía el Barça 89 minutos por delante para arreglar el patinazo inicial, pero tiró los primeros 45. Los otros 45, también.
Con un Griezmann perdido en la banda izquierda, Carles Pérez inofensivo por la derecha y Suárez superado por sus marcadores, era De Jong el único faro de un equipo sin producción alguna. Sergi Roberto y Rakitic eran máquinas de perder balones ante un Granada más vivo.
Valverde metió mano de urgencia en el descanso dando entrada a Messi y a Ansu Fati por Carles Pérez y Junior. El Barça pasaba a jugar con una defensa en la que Sergi Roberto regresaba al lateral derecho y Semedo a la izquierda y con mucha pólvora arriba. Estaba por ver si ese despliegue impresionaba al Granada.
Pero ni por esas. Sólo Fati intimidaba. Y eso en un equipo que tiene sobre el césped a Griezmann, Suárez y Messi dice muchas cosas.
En la desesperación de Valverde por tratar de cambiar el partido, el técnico culé dio entrada a Vidal para agitar el encuentro y le salió el tiro por la culata. El chileno fue un desastre. Nada más entrar cometió un penalti que fue la sentencia de un Barça que ni supo acabar el partido dando una sensación de grandeza. Un desastre total.