Crisis en Venezuela: "Que el chavismo se mantenga va a pasar por pensar en la sustitución de Maduro", entrevista al periodista Vladimir Villegas
Redacción, BBC Mundo
Estuvo con el chavismo y ahora es una de las pocas voces críticas en la televisión de Venezuela con el gobierno de Nicolás Maduro.
Vladimir Villegas es el presentador del programa de entrevistas "Vladimir a la 1", uno de los espacios más populares de la televisión venezolana y uno de los observadores más destacados del panorama nacional.
Estuvo con el chavismo y ahora es una de las pocas voces críticas en la televisión de Venezuela con el gobierno de Nicolás Maduro.
Vladimir Villegas es el presentador del programa de entrevistas "Vladimir a la 1", uno de los espacios más populares de la televisión venezolana y uno de los observadores más destacados del panorama nacional.
Dirigente estudiantil de izquierdas en su juventud, alto cargo de los gobiernos de Hugo Chávez en su madurez, acabó desencantado de la llamada "revolución bolivariana" y convirtiéndose en uno de los comentaristas más destacados de la actualidad.
Aunque tiene dos hermanos ministros, Asia Villegas (Mujer) Ernesto Villegas(Cultura), denuncia los que considera abusos y errores del presidente Maduro, algo poco frecuente en el panorama televisivo venezolano.
BBC Mundo lo entrevistó en su estudio de televisión en Caracas, por donde se mueve regalando sonrisas y bromas a todo el que se cruza.
En estos momentos de incertidumbre para el país, no escatima críticas ni para el Ejecutivo ni para la oposición.
¿Qué va a pasar en Venezuela? ¿Hacia dónde se dirige?
Se lo diré en una frase que me gusta mucho. Lo más seguro es que quién sabe. Realmente los escenarios son muchos y muy confusos, producto de lo que está pasando dentro del gobierno y también dentro de la oposición.
El gobierno actúa apegado a su instinto de conservación, busca mantenerse en el poder. Hoy día, Maduro no está gobernando, está manteniéndose en el poder. No hay gestión creíble, no hay un plan en marcha. Mantenerse en el poder es hasta ahora su único plan y su logro fundamental como gobernante.
Aunque Maduro ha sido un fracaso total, como estratega político ha logrado ese objetivo, pese a que hace unos meses muy pocos apostaban a eso.
La oposición está también sumergida en dificultades. (Juan) Guaidó sigue teniendo un liderazgo importante en la sociedad.
Sigue siendo la esperanza para una buena parte del país. Pero también hay muchas fisuras internas y las limitaciones dadas por la ausencia de un debate descarnado sobre cuáles son las mejores alternativas para la oposición hoy en día.
El mantra de los tres pasos (cese de la usurpación, gobierno de transición, elecciones libres) se ha convertido en un dogma y quien se atreva a discutirlo entra en la categoría de aliado de Maduro.
Y en ese escenario, tenemos un país empobrecido, una población víctima de la desesperanza y un éxodo que no para.
Pese al ímpetu con el que a principios de año desafió el poder de Maduro y se proclamó presidente encargado con el apoyo de la mayoría de países occidentales, 8 meses después, Juan Guaidó parece lejos de lograr su objetivo, más aún tras el fallido intento de insurrección militar del 30 de abril, cuando se presentó en una base aérea de Caracas acompañado de un grupo de militares leales y de Leopoldo López, destacado dirigente de su partido, Voluntad Popular, ahora refugiado en la residencia del embajador de España.
Juan Guaidó prometió la entrada de la ayuda humanitaria, prometió que Maduro caería, prometió cosas que no se han producido. ¿Conserva algo de crédito?
Evidentemente no puede conservar el mismo que al comienzo, pero sigue siendo de lejos la figura más importante de la oposición.
¿Es eso lo que piensa el venezolano de a pie, el que quizá no está tan implicado en la lucha política?
Aquí hay una salsa muy conocida que dice "eso es lo que hay". El liderazgo de Guaidó es lo que les queda. En este momento no hay un liderazgo alternativo en la oposición. Después vendrán otros líderes que quizá tengan una agenda distinta. Pareciera que la agenda de Guaidó y la de Leopoldo López comienzan a diferenciarse en alguna medida.
No todo el que respalda a (el partido) Voluntad Popular respalda a Leopoldo López. Sigue siendo una figura referencial, pero está asociada a lo que pasó el 30 de abril. Eso fue un fracaso innecesario para la oposición. El saldo fueron oficiales y políticos presos, y después de aquello la capacidad de movilización de la oposición se vio muy afectada. En Caracas no se volvieron a ver esas expresiones de descontento en movilizaciones gigantescas
Ahora parece que hay unas negociaciones en curso entre el gobierno y la oposición. ¿Cree que darán resultado?
Va muy lento. Yo diría que está en una tensa pausa después de que el Gobierno se parara (levantara) de la mesa luego de las sanciones que aprobó Estados Unidos. Esa pausa agrava la situación, porque genera más angustia, más inquietud y en todo este tiempo la oposición ha perdido producto de la impaciencia cuando estaba en sus mejores momentos. Esa impaciencia se ha resumido en las consignas "Chávez vete ya", "Maduro vete ya". Esa agenda "fast track", que busca soluciones de un día para otro es lo que ha llevado siempre a la oposición a sus peores fracasos.
Han cometido el error de combatir al gobierno donde es fuerte, en el escenario de la violencia, y eso se ha traducido no solamente en muertes y en represión, sino también en frustración.
Las transiciones, los procesos de negociación toman su tiempo. Las vías violentas aparentemente son más rápidas pero aquí se ha traducido en retrocesos tangibles.
¿Pero el Gobierno está sinceramente comprometido en esa negociación o, como mucha gente cree, Maduro solo está intentando ganar tiempo, igual que hizo otras veces?
Yo siento que se ve también sometido a presiones internas producto de las sanciones, que están lamentablemente teniendo un efecto en la población. De eso no sabemos qué puede salir. Puede salir una población más concentrada en solucionar sus problemas de subsistencia o también puede alimentarse en algunos sectores que no hay otra forma de sobrevivir que salir a saquear. Hay cosas que se pueden traducir en una situación incontrolable, en una falta de gobernabilidad. Eso es lo que pueden producir la sanciones.
Además, la práctica ha demostrado en distintos lugares y momentos que eso no se traduce en transiciones. Las sanciones se traducen, por el contrario, en el anillamiento de quienes están en el poder.
En todo caso, también por el chavismo pasan cosas, porque hay un sector que quiere sobrevivir al actual gobierno y se lo están pensando.
Se entrecruzan muchas visiones y también muchos proyectos de sectores que quieren un chavismo vivo en una situación sin Maduro.
Tarde o temprano eso llegará. Maduro no va a ser eterno. Maduro negocia, o lo negocian a él, porque va a llegar un momento en que las circunstancias van a llevar a que el chavismo busque la manera de mantenerse como fuerza aún perdiendo el poder.
Mantenerse como una fuerza en la sociedad va a pasar necesariamente por pensar en la sustitución de Maduro.
¿Contempla entonces que Maduro abandone el poder sin violencia?
E incluso puedo concebir un escenario en el cual Maduro salga del poder sin que el chavismo salga del poder. Yo no descarto ningún escenario. Vimos algo así en Zimbabue por ejemplo.
Lo ideal sería que vayamos a una elección, a un proceso de transición, pero aquí puede pasar cualquier cosa, incluso que Maduro logre pasar este río y mantenerse en el poder cuatro años más. Pero, ¿qué le puede ofrecer Maduro hoy al país?
No puede ofrecer otra cosa que más caída cuesta abajo No tiene un plan de recuperación de la economía y si lo tuviera no sería creíble. No hay quien financie un plan de Maduro.
Villegas estudió con Maduro en el mismo centro de Secundaria, en el que ambos eran activistas estudiantiles de izquierda. Años más tarde, fue su vicecanciller cuando Maduro se ocupaba de las relaciones exteriores del gobierno de Hugo Chávez.
Usted lo conoce desde hace años y ha trabajado con él. ¿Cómo es Nicolás Maduro?
Nicolás era sobre el papel el hombre más adecuado para suceder a Chávez. Era muy cercano a él; había sido dirigente estudiantil, dirigente sindical, parlamentario, constituyente y canciller. Tenía un perfil bueno para manejarse en altos niveles de confrontación política.
Era en ese momento percibido como un buen negociador, que es lo que aprendió en la Cancillería
Yo lo veía así, pero en la práctica no resultó.
Me habla de su perfil político. Yo le pregunto más por el ser humano.
Es un tipo de buen sentido del humor y amigable. Yo lo traté mucho tiempo desde la Secundaria y siempre fue dado a soltar de repente un chiste y a las buenas relaciones personales.
Yo digo que Nicolás es una cosa y Maduro es otra.
El Maduro que yo conocí también mostró su irascibilidad cuando salí de la Cancillería por diferencias con Chávez en cuanto a la reforma constitucional de 2007. Al expresar públicamente esas diferencias, la respuesta que obtuve en la Cancillería fue que asaltaron mi oficina y en las paredes pusieron mi nombre junto a la palabra "traidor". No digo que fuera Maduro, pero no recibí ninguna llamada suya para condenar el hecho.
No le guardo rencor y, de hecho, participé en unas conferencias para el diálogo a las que me convocó tiempo después.
Usted es uno de los periodistas más conocidos de la televisión en Venezuela. ¿Se puede hacer periodismo aquí ahora?
Se puede hacer con muchas limitaciones. Aquí se dice que estamos en una dictadura. Yo no me atrevo a ponerle ese calificativo, digo que este es un gobierno autoritario. La Comisión Nacional de Telecomunicaciones ha estado persiguiendo periodistas y medios.
Ha habido presiones por medio de la Ley de Responsabilidad en Radio Televisión y mediante el tema del pago de impuestos. Hay medios cerrados y periodistas que han tenido que irse del país.
Pero todavía hay espacios que se pueden aprovechar.
Yo trato de cuidar el que tengo para poder cumplir, aunque sea en parte, con mi responsabilidad de informar. Claro, pasan cosas como las varias semanas que llevo sin poder hacer mi programa en la radio porque hay cadenas presidenciales, por ejemplo.
El programa de entrevistas de Villegas en Globovisión es conocido por ser uno de los pocos espacios en los que los representantes del gobierno se someten a preguntas incómodas y entrevistas incisivas. En los últimos tiempos han sido notorios sus acalorados intercambios en directo con Tarek William Saab, fiscal general, a cuenta de las denuncias de tortura y violaciones de los derechos humanos en Venezuela.
He conocido aquí periodistas golpeados y encarcelados ¿Por qué usted puede seguir teniendo una voz crítica y decir cosas que otros periodistas no pueden?
Afortunadamente, el programa lo ven muchísimos venezolanos. Y cuando vienen voceros del gobierno los trato con respeto, no los traigo aquí para humillarlos.
Yo les he pedido respetuosamente entrevistas a muchos de ellos, casi siempre sin éxito.
Aquí no vienen todos lo que yo quisiera. Maduro no me da entrevistas hace tiempo. Diosdado Cabello (presidente de la Asamblea Constituyente controlada por el gobierno) hace años que dijo que no quería venir, igual que el ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez, o la vicepresidenta, Delcy Rodríguez. Yo trato de que vengan y, aunque no pueda hacerles todas las preguntas que me gustaría hacerles, se converse sobre los problemas del país.
¿El hecho de que algunos vengan no tiene quizá que ver con que usted tiene dos hermanos que son ministros de Maduro y con su propio pasado como dirigente chavista?
Más con lo segundo que con lo primero, porque tengo allí afectos y muchos amigos todavía, y con algunos se puede hablar.
¿Que mi hermano (Ernesto) sea ministro...? Él vino al programa y tuvimos una pelea, una entrevista muy pesada que no quiero que se repita. Aún siendo él ministro de Comunicación, se me abrió un procedimiento por una entrevista que le hice al opositor Freddy Guevara. Estuve ocho horas declarando y el procedimiento sigue abierto.
Es uno de los periodistas más destacados de una cadena cuyo presidente, Raúl Gorrín, está acusado en Estados Unidos de haber obtenido fondos ilícitos gracias a sus vínculos con altos funcionarios del gobierno. Se publicaron informaciones en las que se le acusaba a usted de tener tratos inmobiliarios con el señor Gorrín. ¿Qué tiene que decir?
Son acusaciones absolutamente falsas que me involucran a mí y a mi familia, por eso publiqué un comunicado. Mis relaciones con el doctor Gorrín han sido de trabajo. Yo soy un periodista contratado en un canal y tengo mi contrato y mi remuneración, con mis ventajas y beneficios económicos como los pueda tener cualquier otro periodista. No tengo relaciones de otro tipo con él. Eso es un problema entre él y yo, y no tengo por qué discutir mi sueldo con nadie.
Ha habido una campaña de guerra sucia, no solamente contra mí, sino contra dirigentes de oposición que no son del gusto del extremismo.
Lo que buscan quienes están detrás de estos portales de noticias es la descalificación de los factores políticos que no son de su agrado, especialmente de quienes promovemos una negociación. Esto no es nada nuevo.
Militó en el chavismo durante muchos años, pero cambió de opinión…
Yo no cambié de opinión, cambiaron ellos. No fui yo quien traicionó la Constitución de 1999. Diosdado Cabello me llamó traidor en su programa. Los traidores son ellos, que traicionaron la Constitución que aprobó el pueblo.
Viendo la Venezuela actual, ¿se arrepiente de haber apoyado ese proyecto político?
No me arrepiento porque ese proyecto político no es el que ha llevado Venezuela a la situación actual. Los culpables son quienes se desviaron de ese proyecto y decían actuar en su nombre, aunque en realidad lo estaban traicionando.
Apoyé a Chávez en el año 98 porque se convirtió en una esperanza para el pueblo de Venezuela y porque además compartimos un proyecto de cambio que es el que está en la Constitución del año 99, que, a día de hoy, es el texto que une a una mayor cantidad de venezolanos. Yo soy firmante y doliente de esa Constitución, que es la que puede sacarnos del atolladero en que estamos.
¿Ha enrarecido la política sus relaciones familiares? Es lo que ha sucedido en muchas familias venezolanas.
Nosotros tenemos un microclima familiar que es un desierto refractario a la división. Evitamos tocar esos temas. Si casi no nos vemos porque cada cual anda en su mundo, ¿para qué vamos a abordar diferencias sobre las que no nos vamos a poner de acuerdo? Lo que uno tiene al final, lo que le queda, es su familia.
¿Hizo las paces después de aquella entrevista con su hermano Ernesto?
Estuvimos un mes sin conversar apenas, pero luego buscamos la manera de reencontrarnos.