Argentina duplica en dos años su deuda en dólares
Las obligaciones en divisa representan el 58% del PIB y condicionan al Gobierno que surja de las elecciones de octubre
Federico Rivas Molina
Buenos Aires, El País
La deuda externa es lastre muy pesado para la economía argentina. Según datos oficiales, los vencimientos en dólares se duplicaron desde 2017, hasta representar el 58% del Producto Interior Bruto (PIB) del país sudamericano. Con los mercados de crédito cerrados, la subida de la deuda corresponde en su mayor parte al rescate de 57.000 millones de dólares que el FMI dio a Argentina el año pasado. El peso de la deuda será el principal condicionante del Gobierno que asuma el 10 de diciembre próximo.
Según las estimaciones del INDEC, la oficina de estadísticas oficiales, la deuda en dólares representaba hace dos años el 30,4% del PIB; en 2018, esa relación subió hasta el 43,2% y al 58% en junio de este año, hasta los 283.500 millones de dólares. La CEPAL ya había advertido a mediados del año pasado que sumados los vencimientos en moneda local la deuda pública argentina superaba el 80% del PIB. Desde entonces, esa relación ha empeorado.
El escenario no puede ser más complicado. La subida de la deuda coincidió con una bajada de la actividad económica (este año el PIB argentino caerá más de 2%) y la pérdida de valor del peso frente al dólar. En septiembre de 2017 se necesitaban 17,7 pesos para comprar un dólar, contra 59 de la última cotización del mercado. Días después del triunfo del peronismo en las elecciones primarias del 11 de agosto, un ensayo general de las presidenciales del 27 de octubre, el Gobierno de Mauricio Macri asumió que no podría pagar los vencimientos inmediatos de la deuda y pidió más tiempo al FMI. Lo llamó “reperfilamiento”.
La estrategia ha chocado hasta ahora con los técnicos del FMI. Tras una serie de reuniones en Nueva York y Washington con los enviados argentinos, el director interino del organismo, David Lipton, dijo que cualquier renegociación deberá esperar al resultado de las elecciones. El Fondo quiere saber con quién tendrá que negociar durante el año próximo. Ese hombre será, casi con seguridad, el peronista Alberto Fernández, ganador de las primarias con más de 4 millones de votos de ventaja sobre la candidatura de Macri.
Fernández limitó hasta ahora sus referencias a la deuda externa como un lastre que deberá cargar desde el primer día de su eventual Gobierno. Dijo además que cumplirá con los compromisos, pero sin dar detalles. Algo de su plan se develó el jueves, durante un discurso que dio ante los integrantes de la Fundación Mediterránea, un grupo de pensamiento creado por el exministro de Economía Domingo Cavallo, padre en la década del 90 de la convertibilidad del peso con el dólar. El escenario elegido fue todo un dato político.
El candidato peronista dijo que buscará para la deuda argentina una salida “a la uruguaya”, esto es con extensión de plazos pero sin la quita de capital que caracterizó al canje de bonos impuesto durante el kirchnerismo. "No va a ser tan difícil hacer lo que hizo Uruguay” en 2003, dijo Fernández. “He hablado con varios fondos de inversión: es ganar tiempo y no hacer quitas (…) Necesitamos ganar tiempo para crecer”, explicó. Para Fernández, Argentina se encuentra en “default”, como insisten las calificadoras de riesgo, aunque se lo quiera ocultar detrás de un “reperfilamiento”. “En el fondo, lo que decimos es que no podemos pagar”, dijo.
Uruguay estaba en 2003 muy golpeado por el colapso económico de Argentina. Su deuda en dólares y en moneda local ascendía entonces al 100% de su PIB y el Gobierno del presidente Jorge Batlle consiguió posponer durante cinco años todos los vencimientos del 40% de los bonos, al mismo interés y sin quita de capital. A cambio realizó un ajuste durísimo, con devaluación de la moneda, déficit fiscal cercano a cero y hasta un impuesto del 10% a los salarios públicos y privados. El plan logró ordenar las cuentas a largo plazo, pero en el corto le costó el poder al partido Colorado, que sólo un año después perdió las elecciones ante el Frente Amplio de Tabaré Vázquez. El debate en Argentina es hasta donde el país está preparado para algo semejante.
Federico Rivas Molina
Buenos Aires, El País
La deuda externa es lastre muy pesado para la economía argentina. Según datos oficiales, los vencimientos en dólares se duplicaron desde 2017, hasta representar el 58% del Producto Interior Bruto (PIB) del país sudamericano. Con los mercados de crédito cerrados, la subida de la deuda corresponde en su mayor parte al rescate de 57.000 millones de dólares que el FMI dio a Argentina el año pasado. El peso de la deuda será el principal condicionante del Gobierno que asuma el 10 de diciembre próximo.
Según las estimaciones del INDEC, la oficina de estadísticas oficiales, la deuda en dólares representaba hace dos años el 30,4% del PIB; en 2018, esa relación subió hasta el 43,2% y al 58% en junio de este año, hasta los 283.500 millones de dólares. La CEPAL ya había advertido a mediados del año pasado que sumados los vencimientos en moneda local la deuda pública argentina superaba el 80% del PIB. Desde entonces, esa relación ha empeorado.
El escenario no puede ser más complicado. La subida de la deuda coincidió con una bajada de la actividad económica (este año el PIB argentino caerá más de 2%) y la pérdida de valor del peso frente al dólar. En septiembre de 2017 se necesitaban 17,7 pesos para comprar un dólar, contra 59 de la última cotización del mercado. Días después del triunfo del peronismo en las elecciones primarias del 11 de agosto, un ensayo general de las presidenciales del 27 de octubre, el Gobierno de Mauricio Macri asumió que no podría pagar los vencimientos inmediatos de la deuda y pidió más tiempo al FMI. Lo llamó “reperfilamiento”.
La estrategia ha chocado hasta ahora con los técnicos del FMI. Tras una serie de reuniones en Nueva York y Washington con los enviados argentinos, el director interino del organismo, David Lipton, dijo que cualquier renegociación deberá esperar al resultado de las elecciones. El Fondo quiere saber con quién tendrá que negociar durante el año próximo. Ese hombre será, casi con seguridad, el peronista Alberto Fernández, ganador de las primarias con más de 4 millones de votos de ventaja sobre la candidatura de Macri.
Fernández limitó hasta ahora sus referencias a la deuda externa como un lastre que deberá cargar desde el primer día de su eventual Gobierno. Dijo además que cumplirá con los compromisos, pero sin dar detalles. Algo de su plan se develó el jueves, durante un discurso que dio ante los integrantes de la Fundación Mediterránea, un grupo de pensamiento creado por el exministro de Economía Domingo Cavallo, padre en la década del 90 de la convertibilidad del peso con el dólar. El escenario elegido fue todo un dato político.
El candidato peronista dijo que buscará para la deuda argentina una salida “a la uruguaya”, esto es con extensión de plazos pero sin la quita de capital que caracterizó al canje de bonos impuesto durante el kirchnerismo. "No va a ser tan difícil hacer lo que hizo Uruguay” en 2003, dijo Fernández. “He hablado con varios fondos de inversión: es ganar tiempo y no hacer quitas (…) Necesitamos ganar tiempo para crecer”, explicó. Para Fernández, Argentina se encuentra en “default”, como insisten las calificadoras de riesgo, aunque se lo quiera ocultar detrás de un “reperfilamiento”. “En el fondo, lo que decimos es que no podemos pagar”, dijo.
Uruguay estaba en 2003 muy golpeado por el colapso económico de Argentina. Su deuda en dólares y en moneda local ascendía entonces al 100% de su PIB y el Gobierno del presidente Jorge Batlle consiguió posponer durante cinco años todos los vencimientos del 40% de los bonos, al mismo interés y sin quita de capital. A cambio realizó un ajuste durísimo, con devaluación de la moneda, déficit fiscal cercano a cero y hasta un impuesto del 10% a los salarios públicos y privados. El plan logró ordenar las cuentas a largo plazo, pero en el corto le costó el poder al partido Colorado, que sólo un año después perdió las elecciones ante el Frente Amplio de Tabaré Vázquez. El debate en Argentina es hasta donde el país está preparado para algo semejante.