Wilstermann acribilló a un Aurora frágil pero tenaz

José Vladimir Nogales
JNN Digital
Wilstermann apisonó a Aurora en el gramado del Capriles y lo hizo de la forma más hiriente: con un resultado mítico (5-1), que abre todavía más las carnes del club celeste y le asesta un golpe psicológico del que quizá tardará tiempo en recuperarse. Las acciones wilstermanistas suben como la espuma en la bolsa futbolística y las celestes llevan camino de ser depreciadas. Wilstermann afrontó el partido con voracidad y cuando se le presentó la oportunidad no tuvo ningún miramiento en humillar a su eterno rival para dejar bien claro que las estadísticas no mienten. El club rojo reasumió, en solitario, la punta de la clasificación y Aurora quedó decimosegundo (penúltimo, y bajo riesgo de descender, en la tabla anual). Son las diferencias entre poseer especialistas, capaces de resolver situaciones comprometidas, y jugadores tan sólo disciplinados que carecen de jerarquía.


Plantado con suma corrección sobre el terreno de juego, con dos bloques de cuatro sincronizados para tapar las líneas de pase y comprimir espacios, Aurora se dedicó a ahogar a Wilstermann y evitar que pusiese en práctica una de sus grandes virtudes: la gravitante conducción del Pochi Chávez. Tiró adelante la línea defensiva, agrupó a sus jugadores en un espacio muy reducido y puso a los rojos ante la necesidad de pensar.

De salida, Wilstermann consiguió el balón, pero no sentirse cómodo. Llegado un punto, cuando su dominio alcanzaba la línea defensiva del rival, aparecían las complicaciones. El equipo intentó cuidar la pelota. Sin embargo, aquél ejercicio tuvo un aspecto irrelevante que estaba relacionado, en gran medida, con causas muy simples. Casi nadie entendió la primera regla del juego: tocar y moverse.
Pero, Wilstermann jugó con paciencia y se enfrentó a las dificultades de la presión celeste con un fútbol de apoyos cortos y juego largo sobre las alas. Cuando logró conectarse por el medio, ajustando la precisión de las entregas a espaldas de los volantes, activó sus circuitos y manejó el partido. Las rupturas por banda comenzaron a resquebrajar el equilibrio elástico de la estructura celeste, que separó líneas y perdió sincronía en la compresión del espacio.

Mas, lo que no halló en sus baldías excursiones periféricas, Wilstermann resolvió por el centro, donde el tráfico suele ser más denso, mucho más convulso. Saucedo encontró a Chávez en un claro, Díaz erró en el cruce, el argentino ubicó a Álvarez y lo dejó de cara al gol. Ventaja roja antes del descanso.

Aurora se recuperó con otro ejercicio de voluntad. Presionó alto, aumentó sus revoluciones, consiguió recomponerse y finalmente encontró el juego que le gusta. Wilstermann se incomodó, perdió el rastro de la pelota y se descosió de forma manifiesta. Entre otros pequeños datos que ayudaron a la mejoría celeste en aquella fase estuvo el cambio de dibujo y los ingresos de Camacho y Ríos.

Primero se produjo el equilibrio; luego, Aurora consiguió tocar la pelota, y finalmente se aproximó a Giménez. No le hizo falta mucho tiempo al equipo celeste para sacar beneficio de su recuperación: el cabezazo de Hauyhuata volvió a levantar sospechas sobre el poderío de la defensa de Wilstermann en el juego alto, donde sufre demasiado.

Aurora no tuvo la oportunidad de manejar apropiadamente el golpe psicológico. Sólo diez minutos después, en una profunda réplica, Wilstermann repuso su ventaja con un insólito autogol de Darwin Ríos al intentar evitar un acrobático disparo de Saucedo.

Hasta que llegó el torbellino de los goles. Empezó Ballivián, con una vigorosa proyección por la derecha, impulsado por un gran pivoteo de Álvarez. El mismo Ballivián concluyó un enorme desborde de Orfano y Álvarez redondeó la goleada con un disparo certero tras jugada de Melgar. La factura de esos goles dieron el testimonio de lo que puede ofrecer un equipo cuando está encendido de convicción y solidaridad para definir. Y aunque es verdad que disponía de espacios, esos gestos de calidad levantaron la explosión de la despedida. Y de la esperanza.

Entradas populares