Nada más absurdo que azotar a un caballo muerto

Las maniobras diplomáticas para mantener el Acuerdo Nuclear con Irán volverán a fracasar. El régimen persa no tiene más opción que renegociar

George Chaya
Infobae
De todas las cosas inútiles que uno podría imaginar, "azotar a un caballo muerto con la esperanza de obligarlo a seguir adelante" es el ejemplo proverbial de tal tontería. En este momento, estamos presenciando un ejemplo de eso en todas y cada una de las gesticulaciones diplomáticas diseñadas para mantener el llamado "Acuerdo Nuclear con Irán".


Los europeos fingen estar trabajando en una poción mágica que pondrá nuevamente al caballo muerto de pie en pocos dias. Por su parte, los líderes khomeinistas desde Teherán insisten que el caballo está vivo y muy bien, al tiempo que continúan tirando de sus patas para ponerlo de pie. Los rusos y los chinos azuzan al caballo muerto de vez en cuando, pero claramente no tienen ningún interés sobre si el caballo está vivo o muerto.

En teoría, el "acuerdo nuclear", también conocido como Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) fue el fruto de los esfuerzos colectivos de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSONU) más Alemania por un lado y el régimen khomeinista de Irán por el otro. Sin embargo, la realidad indica que ese acuerdo no fue más fue que un plan absurdo inventado por el presidente Barack Obama usando las peores ideas que pudo elaborar.

Curiosamente, los siete participantes de tal farsa han violado sus términos y culpan a los otros por hacerlo.

Los estadounidenses comenzaron a violar el JCPOA incluso bajo la administración Obama cuando afirmaron que el término "levantar las sanciones" en realidad no significaba eso y que lo que realmente se prometió era "suspender" las sanciones que podrían volver a ser aplicadas en cualquier momento en que Washington lo juzgara necesario.

Obama le dio a los mulás muchísimo dinero de los activos congelados de Irán y reconoció el derecho de Teherán a enriquecer uranio a baja escala, un derecho garantizado para todas las naciones bajo el derecho internacional. Pero, sin razón aparente, no cumplió con la promesa de que una compañía estadounidense compre las existencias de plutonio que los mulás habían acumulado en la planta de Arak.

El sucesor de Obama, el presidente Donald Trump, tuvo el mérito de la honestidad al denunciar al JCPOA como un mal negocio para todos. Los rusos violaron su promesa sobre el acuerdo al suspender su compra del uranio enriquecido a Teherán después de que menos de la mitad de las existencias habían sido transferidas fuera de Irán.

Los chinos también hicieron trampas con tácticas dilatorias para evitar cumplir con su compromiso de rediseñar y reconstruir la planta de plutonio de Arak con fines pacíficos. China utilizó maniobras engañosas para evitar liberar fondos a Irán por sus importaciones de petróleo por una suma cercana a los 22 mil millones de dólares.

El trío europeo, Gran Bretaña, Francia y Alemania, también ignoró sus promesas sobre el JCPOA al continuar negando a Irán las facilidades bancarias normales disponibles para casi cualquier otra nación. Y, cuando Trump activó el mecanismo de retroceso de lo hecho por Obama en materia de sanciones, Irán quedo cercado en el discurso y la acción de la nueva política de EEUU que impidió cualquier movimiento favorable a la República Islámica.

Así, a pesar de las innumerables y ridículas piruetas politicas de Federica Mogherini, la mujer clave de la política exterior de la Unión Europea, el trío de la UE, ha seguido la nueva política estadounidense sobre Irán.

Al mismo tiempo, el mayor incumplidor, hacedor de trampas y engaños en todo esto ha sido la propia República Islámica, que nunca tuvo la intención de cumplir con sus promesas y lo demostró rápidamente cuando demoró en adherirse a los llamados Protocolos Adicionales, se negó a abrir todos sus sitios nucleares para inspección y no eliminó sus reservas de plutonio y uranio enriquecido.

Teóricamente, se supone que el "acuerdo" de Obama retrasó la capacidad de Irán para desarrollar armas nucleares por al menos dos años. Además, y tambien en teoría, ha puesto gran parte de las políticas comerciales, científicas e industriales de Irán bajo supervisión del Grupo 5+1. Pero todo lo que ha hecho Obama en este punto ha sido darle la razón a los khomeinistas cuando alegan que, de esa manera, se esta violando la soberanía nacional de Irán.

Sin embargo, debido a que el JCPOA no es un tratado y, por lo tanto, no es legalmente vinculante, por lo cual, ninguna de esas posibilidades teóricas debe tomarse en serio.

Trump ha prestado un gran servicio a todos al exponer la naturaleza fraudulenta de JCPOA y proponer la búsqueda de una nueva ronda de negociaciones para abordar la totalidad de los problemas que han mantenido las relaciones entre Irán y el mundo exterior en un estado de crisis que ya lleva cuatro décadas. La posición del actual presidente estadounidense ha sido la más sabia en interés de todas las partes para enterrar al caballo muerto y despejar el camino para nuevas iniciativas sobre una base legal sólida.

La próxima cumbre del G7 podría emitir el certificado de defunción del caballo y pedir al Consejo de Seguridad de la ONU que reafirme el control del expediente iraní, un control que fue erróneamente arrebatado por Obama. Por lo cual podrían tener lugar nuevas negociaciones para abordar las demandas de las partes interesadas y en beneficio de todas ellas.

El documento de 12 puntos publicado por el Secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, podría incorporarse en una agenda más amplia, no como un dictado, sino como una contribución a los esfuerzos transparentes para encontrar un compromiso beneficioso y duradero, incluso para Iran si sus verdaderas intenciones son genuinas y honestas.

Algunos pueden objetar que no se puede confiar en los líderes khomeinistas de Teherán bajo ninguna circunstancia ya que pueden terminar engañando a Trump como hicieron todos sus predecesores. Aunque nadie podría descartar tal posibilidad, lo cierto es que esta vez los mulás están en una esquina del cuadrilátero mucho más apretada y que, como el boxeador exhausto, salvarse del knock-out no sera tan fácil por dos razones. Primero, por que es poco probable que Trump simplemente vaya a retroceder y a respaldar lo que ha llamado "el peor acuerdo en la historia", especialmente porque la política actual de Estados Unidos sobre Irán es prácticamente inamovible para Washington bajo estas circunstancias y conducta irani.

El "Guía Supremo" de la República Islámica, el ayatolá Ali Khamenei, se jacta de que su régimen nunca irá "a rogarle de rodillas" para hablar con el "Gran Satanás". Sin embargo, el presidente Hassan Rouhani y su canciller Muhammad Javad Zarif siguen insistiendo en la posibilidad de nuevas negociaciones. Trump las quiere, de no ser asi ya hubiera tomado otros temperamentos militares. Y otro detalle que no es menor es que la semana pasada, varios miembros del Majlis islámico (parlamento) pidieron esfuerzos para "reducir la tensión" con la ayuda de negociaciones apoyadas por Irak y Omán.

La segunda razón por la cual engañar y retirarse puede no ser tan fácil para los mulás esta vez, es que el régimen khomeinista atraviesa su crisis más profunda con corrupción generalizada, ineptitud administrativa, desequilibrio económico y disputas internas que debilitan su reclamo de legitimidad en un contexto de crecientes movilizaciones y reclamos populares que ya no solo se manifiesta en las ciudades iranies, sino también ha crecido en zonas rurales, algo impensado un años atrás.

En consecuencia, es tiempo de declarar el Acuerdo firmado por Obama como muerto y enterrado. No hay dudas que el fracaso será doloroso si una nueva Cumbre del G7 no llega a una postura unida y constructiva sobre el "problema de Irán", ello alentaría a los khomeinistas a seguir con las políticas que han hecho mucho daño a Irán y a todo el Oriente Medio en las últimas cuatro décadas.

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