Mensaje de Rakitic en Miami

El croata decide el partido contra el Nápoles con un gol que es una reivindicación. El Barça, con una defensa experimental, sufrió mucho en Miami pero se llevó la ida de LaLiga-Serie A Cup.

Juan Jiménez
As
Es difícil entender cómo a estas horas Ivan Rakitic no sabe a ciencia cierta si jugará el primer partido de Liga en San Mamés. El croata, métrónomo del Barça hace varios años, decidió un amistoso algo insípido contra el Nápoles en Miami con un tirazo desde la frontal del área que suena a reivindicación. Un mensaje a Bartomeu y a todos los que a estas horas piensan que una venta es mejor que mantener a un jugador definitivo en el entramado táctico, el funcionamiento y la salud del Barça. Rakitic honra esa camiseta ajedrezada que este año parece haberle hecho un guiño a su nacionalidad croata. Ivan, el centrocampista más fiable del Barça, lo buscó una y otra vez durante el partido hasta que al fin lo liquidó.


Rakitic, los primeros minutos de Griezmann, el bonito gol de Busquets, algunos chispazos de Riqui Puig, y los últimos minutos centelleantes de Dembélé, jugador que es devastador con espacios abiertos pero que no termina por rematar muchas de las acciones que se fabrica con su descomunal potencia, le pusieron un poco de azúcar a un partido sosísimo en Miami que confirmó que el Barça sigue en el laboratorio a diez días de que empiece lo serio en San Mamés. La defensa experimental del Barça permitió descubrir también que Neto es un buen portero de guardia. Sin ser brillante en el juego con los pies, es bueno en lo que tiene que serlo un portero. Intuitivo y con reflejos, salvó varios goles cantados del Nápoles y amargó a Milik. El polaco pudo haber cambiado el signo del partido pero una vez se encontró con el brasileño y en la otra prefirió matar con el pecho en vez de cabecear. El balón se le marchó fuera.

A bote pronto, el once inicial de Valverde ya hacía imposible un análisis profundo del partido, así que lo más fácil resultó desgajarlo. El Txingurri plantó sobre el húmedo césped del Hard Rock Stadium una línea defensiva con toda la cara de suplente: Wague, Todibo, Umtiti y Junior. El resultado, como era de esperar, fue un Barça inestable y con muchas grietas en defensa. Callejón, Insigne y Mertens son jugadores ya con muchas horas de vuelo juntos y que se entienden de memoria. Al pie y al espacio, zarandearon al Barça durante un buen rato. Al Barça en la primera parte le salvó el primer cuarto de hora de Griezmann, otra vez exquisito en la fabricación de las jugadas pero sin punch final, y un precioso gol de Busquets, que se asomó por donde no suele, el balcón del área. Su golpeo puso en ventaja al Barça y le puso en paz consigo mismo después de algunos errores en el inicio de la pretemporada y del mismo partido ante el Nápoles. Al Barça, sin embargo, la alegría le duró dos minutos. La situación era insostenible con Wague desbordado por Insigne. Y Callejón le dio un clínic al rookie dominicano.

El ritmo del partido fue pastoso y, aunque fueron goteándose ocasiones en el mismo, nunca tuvo continuidad. Humedad, calor, cooling breaks y festival de cambios. Un cocktail con demasiados ingredientes como para ver algo productivo. Eso, hasta que salió Dembélé. El francés le puso al partido esos ritmos africanos tan suyos. Remató una vez al palo y otras dos veces más se acercó al gol. Pero quien lo hizo fue multiusos Rakitic. Un tirazo dirección a la red y al presidente Bartomeu para que no lo mueva del Barça. Con 2-1 nos vamos a Michigan. Allí espera una prueba más seria y un once de Valverde mucho más parecido al del estreno liguero.

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