La denuncia de una madre destapa un caso de discriminación y homofobia en una escuela venezolana
Los dos hijos de Karina Barbosa fueron expulsados del Instituto Escuela de Caracas por la orientación sexual de uno de ellos
Infobae
Karina Barbosa habla desde la indignación, pero también se transluce entre sus palabras una profunda tristeza. Es que sus hijos tienen vedada la reinscripción para el próximo año a partir de un incidente ocurrido en el transporte escolar y que ha sido respondido con discriminación y homofobia por parte de las autoridades.
De acuerdo con su denuncia, su hija de 13 años besó a una compañera del bachillerato en el autobús de la escuela, camino a la institución -el Instituto Escuela de Caracas- en junio pasado.
La mujer, quien también es educadora, explicó a El Diario de Caracas que, luego de lo que ocurrió aquel día, la subdirectora académica Mireya Pérez y el subdirector general Óscar Velásquez la citaron con carácter de urgencia para informarle sobre la decisión del colegio y, para su sorpresa, también le entregaron un acta escolar donde aseguraban que su hija tenía problemas de conducta.
Ante el malestar de Barbosa, que argumentó que sus hijos estaban siendo expulsados, las autoridades escolares replicaron que se trataba de "un cambio de ambiente" y que la institución "no estaba preparada para lidiar con este tipo de temas".
Tras la reunión, Barbosa acudió a la abogada Tamara Adrián, quien actualmente lleva el caso y elaboró la denuncia que fue presentada ante la Justicia.
Según el diario venezolano Alberto News, que cita a la la abogada Adrián, "ningún colegio puede negar el derecho a la educación sobre la base de la expresión de afecto que no sea igualitario, quiere decir que lo mismo tendría que ser aplicado tanto a las relaciones heterosexuales como a las relaciones de personas del mismo sexo".
Con todo, el caso empeoró aún más cuando Barbosa se enteró que también a su segundo hijo le había sido negada la reinscripción a la institución. Aquella decisión no le fue comunicada mediante una citación, sino que en el momento en el que intentó cargar las planillas para el nuevo período académico, un error le impidió entrar al sistema. En consecuencia, acudió al Instituto Escuela, donde Pérez y Velásquez le dijeron que su hijo tampoco podía reinscribirse.
Al pedir explicaciones por este segundo hecho, las autoridades dijeron que la decisión se vio motivada a que Barbosa "habló mal del colegio en las redes sociales", de modo que pidió ver las pruebas de aquellas acusaciones, pero su solicitud no fue atendida.
El futuro académico de los hijos de Barbosa ahora es incierto. "¿A quién le hizo daño mi hija?", se pregunta en el video en el que explica su caso.
Además, relata que los días posteriores a la noticia, la situación de su hija en la escuela fue una verdadera tortura. "Pero el estrés de mi hija no era por sus compañeros, era por las autoridades de la institución", agregó.
En 2017, la Organización de las Naciones Unidas indicó en su informe Detrás de los números: terminar con la violencia y el acoso escolar que "una atmósfera de ansiedad, miedo e inseguridad es incompatible con el aprendizaje, y los entornos de aprendizaje inseguros pueden, por lo tanto, socavar la calidad de la educación para todos los alumnos".
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Karina Barbosa habla desde la indignación, pero también se transluce entre sus palabras una profunda tristeza. Es que sus hijos tienen vedada la reinscripción para el próximo año a partir de un incidente ocurrido en el transporte escolar y que ha sido respondido con discriminación y homofobia por parte de las autoridades.
De acuerdo con su denuncia, su hija de 13 años besó a una compañera del bachillerato en el autobús de la escuela, camino a la institución -el Instituto Escuela de Caracas- en junio pasado.
La mujer, quien también es educadora, explicó a El Diario de Caracas que, luego de lo que ocurrió aquel día, la subdirectora académica Mireya Pérez y el subdirector general Óscar Velásquez la citaron con carácter de urgencia para informarle sobre la decisión del colegio y, para su sorpresa, también le entregaron un acta escolar donde aseguraban que su hija tenía problemas de conducta.
Ante el malestar de Barbosa, que argumentó que sus hijos estaban siendo expulsados, las autoridades escolares replicaron que se trataba de "un cambio de ambiente" y que la institución "no estaba preparada para lidiar con este tipo de temas".
Tras la reunión, Barbosa acudió a la abogada Tamara Adrián, quien actualmente lleva el caso y elaboró la denuncia que fue presentada ante la Justicia.
Según el diario venezolano Alberto News, que cita a la la abogada Adrián, "ningún colegio puede negar el derecho a la educación sobre la base de la expresión de afecto que no sea igualitario, quiere decir que lo mismo tendría que ser aplicado tanto a las relaciones heterosexuales como a las relaciones de personas del mismo sexo".
Con todo, el caso empeoró aún más cuando Barbosa se enteró que también a su segundo hijo le había sido negada la reinscripción a la institución. Aquella decisión no le fue comunicada mediante una citación, sino que en el momento en el que intentó cargar las planillas para el nuevo período académico, un error le impidió entrar al sistema. En consecuencia, acudió al Instituto Escuela, donde Pérez y Velásquez le dijeron que su hijo tampoco podía reinscribirse.
Al pedir explicaciones por este segundo hecho, las autoridades dijeron que la decisión se vio motivada a que Barbosa "habló mal del colegio en las redes sociales", de modo que pidió ver las pruebas de aquellas acusaciones, pero su solicitud no fue atendida.
El futuro académico de los hijos de Barbosa ahora es incierto. "¿A quién le hizo daño mi hija?", se pregunta en el video en el que explica su caso.
Además, relata que los días posteriores a la noticia, la situación de su hija en la escuela fue una verdadera tortura. "Pero el estrés de mi hija no era por sus compañeros, era por las autoridades de la institución", agregó.
En 2017, la Organización de las Naciones Unidas indicó en su informe Detrás de los números: terminar con la violencia y el acoso escolar que "una atmósfera de ansiedad, miedo e inseguridad es incompatible con el aprendizaje, y los entornos de aprendizaje inseguros pueden, por lo tanto, socavar la calidad de la educación para todos los alumnos".