El 1-3-5-2 de Zidane: un parche y más dudas pese a Casemiro


Madrid, AS
El cambio de dibujo con los tres centrales aportó más seguridad para frenar las transiciones del rival, pero no solventó las dudas en el balance y
en la salida.

El 1-3-5-2 de Zidane: un parche y más dudas pese a Casemiro
En plena desazón de verano Zidane dio un giro inesperado al sistema y estableció al Madrid en un 1-3-5-2 en Salzburgo. La secuencia de despropósitos defensivos en esta pretemporada apremió al técnico blanco a apostar por un dibujo que apenas había utilizado tres veces durante su mandato, en el lejano 2017, para intentar rearmar a su equipo. La vulnerabilidad en las transiciones, las escasas coberturas de los hombres de ataque y la permeabilidad del medio campo habían deslucido al Madrid en los encuentros previos. Le faltaba orden y Zidane quiso poner remedio con la alineación de tres centrales, más el seguro de Casemiro por delante, para cambiar la dinámica negativa. El plan le funcionó en el primer tercio del partido ante un rival de tercera fila europea, pero se le fue cayendo a medida que asomaron los mismos problemas estructurales de siempre. Un parche que no acabó con las dudas.

Acumulación de jugadores atrás

La decisión de agrupar a Varane, Ramos y Militao respondió a la transparencia del Madrid en los contraataques rivales. Ante Bayern, Arsenal, Atlético, Tottenham y Fenerbahçe se había visto desnudo tanto por el carril central como por las alas y los centrales afrontaban situaciones de inferioridad. Cada vez que no funcionaba la presión alta, se agujereaba por todos los lados. Ante el Salzburgo volvió a suceder -solo dos robos en zona ofensiva-, pero la inclusión de un defensa más aportó seguridad en el eje y ocultó algunas de las equivocaciones en el balance de Carvajal, Marcelo, Isco y Kroos. A Ramos y Varane se les vio más afinados (26 recuperaciones entre ambos), pero Casemiro resultó el elemento diferencial. Su presencia por delante abortó varias acciones de peligro. El conjunto austríaco intentó 15 contraataques en el primer tiempo y sólo uno acabó en remate. Casemiro no permitió las conducciones por dentro de los jugadores del Red Bull Salzburgo y les obligó a trasladar el balón hacia las bandas. Aunque el Madrid estuviera partido en dos, escena que se repite indistintamente del partido que sea, disponía del medio centro brasileño y tres centrales para frenar las transiciones austríacas (ver imagen inferior). A falta de una organización defensiva colectiva y bien dispuesta, el sistema de tres centrales y la ubicación como stopper de Casemiro le sirvió al Madrid para aliviar sus incorrecciones en el repliegue.
Isco pierde el balón, pero Casemiro y los tres centrales mantienen la superioridad numérica sobre el Salzburgo
Cuando Casemiro fue sustituido al Madrid le sobrevinieron sus limitaciones tácticas en la medular. Valverde es todavía un jugador muy impulsivo que se lanza sobre el poseedor del balón y descuida a veces sus compromisos posicionales. Aunque no cabe duda de que el uruguayo tiene talento para desarrollarse en este registro del juego, bajo este guión el 1-3-5-2 no terminó de cuajar. Rápidamente se escenificó que la implicación de Isco y Kroos no fue suficiente.
Ashimeu, solo en la frontal; Nacho, Valverde y Ramos muy juntos e Isco y Kroos no bajan

La salida de balón

El cambio de dibujo no le valió al Madrid para rectificar los continuos errores en la salida que está cometiendo esta pretemporada. Llegó a perder hasta 27 balones en su campo, una cifra reveladora. De inicio se manejó con mayor soltura en los primeros pases, más por la sorpresa que le causó al Salzburgo la postura táctica blanca que por propio acierto. Varane y Militao se abrían a los lados, Carvajal y Marcelo ganaban altura e Isco y Kroos se ofrecían entre el central y el carrilero. El 1-4-4-2 del Red Bull se hallaba en inferioridad en su pretensión de apretar arriba. Sin embargo, la intervención de Jesse Marsch en el descanso enfocó otra vez las dificultades del Madrid en la construcción inicial del juego. El técnico estadounidense situó a su equipo en un 1-4-3-3 en fase defensiva para igualar en número a los tres centrales blancos. Los laterales saltaban sobre Carvajal y Marcelo. El Madrid no encontró respuesta a este movimiento y su fútbol se fue contaminando. Varane y Carvajal fueron los síntomas más evidentes (10 pérdidas en campo propio). El 1-3-5-2 tampoco resultó la solución en esta fase del juego. Sin el balón -alcanzó cuotas superiores al 60% en la primera media hora y en el último tercio del encuentro sólo tuvo el 45% de la posesión- quedó expuesto.

La generación ofensiva

El Madrid sólo se sintió a gusto cuando pudo correr. La creatividad de Hazard y Benzema compuso varias transiciones atacantes difíciles de sujetar para cualquier sistema defensivo. Desde la verticalidad se contempló al Madrid más brillante. Las contrariedades aparecieron en las jugadas posicionales. Aunque sobre el dibujo siempre se impone la idea, el 1-3-5-2 es un esquema más reactivo que proactivo. Lo suelen utilizar equipos con gusto por el vértigo. En acciones elaboradas surgen problemas para desequilibrar por fuera. Le ocurrió a Carvajal, que sin la referencia por delante de un extremo, tuvo que volver demasiadas veces sobre sus pasos (25 pases atrás por solo cuatro de Marcelo). Al lateral brasileño se le vio más suelto por su propio perfil y por la presencia de Hazard en ese sector del campo. De los 68 ataques posicionales del Madrid sólo uno terminó en ocasión de gol.
Carvajal va a recibir sin tener a nadie por delante

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