Última llamada de socorro de un pájaro que se extingue

El censo del escribano palustre iberoccidental revela que solo quedan 110 parejas en la península. Los ornitólogos alertan de que en 2023 desaparecerá de la faz de la tierra

Silvia R. Pontevedra
Ferrol, El País
Comen semillas, arañas e insectos que buscan en labradíos y pastos cercanos, en campos en barbecho y en los humedales que habitan. Las hembras construyen sus nidos a unos 10 centímetros de altura, en los bordes de junqueras y carrizales. Casi siempre son monógamos, aunque no del todo fieles. Porque solo la mitad de los pollos son hijos del padre que ayuda (a ratos) a la madre con la crianza de los cuatro o cinco huevos que pone y que incuba casi medio mes antes de que nazcan las crías, a principios de junio. Viven todo el año en sus territorios al oeste de la península Ibérica, mientras reciben la visita de sus primos en el extranjero, otras subespecies más viajeras que vienen de paso, procedentes de distintas partes de Europa. El último censo revela que ya solo quedan 110 parejas de escribanos palustres iberoccidentales (Emberiza schoeniclus lusitanica) sobre la faz de la tierra, el 18% en Galicia y el resto en Portugal, después de haber ido desapareciendo de las demás comunidades de la cornisa Cantábrica.


Hace tiempo que los grupos ecologistas anuncian el final que le espera a esta pequeña ave de no más de 15 centímetros. Los ornitólogos advierten de que desde 2005 se han perdido cinco de cada seis de esos matrimonios de pájaros cantores, y calculan que a este ritmo su trino, a veces vigoroso, a veces melancólico, dejará de oírse definitivamente en 2023.

Para llamar la atención sobre la especie, en 2009 la Sociedad Española de Ornitología (SEO-BirdLife) declaró al escribano palustre Ave del Año, representada en España por la Emberiza schoeniclus schoeniclus, como invernante procedente de Europa (catalogada como "vulnerable"); la iberoriental Emberiza schoeniclus witherbyi ("en peligro"); y la iberoccidental Emberiza schoeniclus lusitanica ("en peligro crítico de extinción"). Pero la distinción honorífica no sirvió para que la subespecie más al límite remontase el vuelo.

La revista científica Braña, publicada por la Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN), ha difundido un censo exhaustivo realizado por siete ornitólogos que revelan que en los últimos 13 años el escribano palustre iberoccidental "perdió el 71% de su población", y se ha esfumado totalmente de localidades de cría tradicionales. Las conclusiones del informe de Emilio Martínez Sabarís, Xabier Prieto, José Ramón Castro, José Luis Rabuñal, Cosme Romay, Álvaro Rodríguez Pomares y Francisco Rosende son alarmantes hasta el punto de que ya no sobreviven más de 20 parejas reproductoras en toda Galicia, repartidas por cinco enclaves de la provincia de A Coruña y uno de Pontevedra.

En todo el mundo, son ya solo 110 parejas, y las que no habitan en Galicia anidan en el país vecino, donde el camino hacia la extinción es igual de vertiginoso. Este dato se vuelve más preocupante si se compara con el pasado reciente. En primavera de 2005 SEO-BirdLife coordinó un censo en toda España y detectó que la Emberiza schoeniclus lusitanica había sufrido un grave declive en la década anterior. Los ornitólogos identificaron un máximo de 71 parejas (el 90% en Galicia) repartidas por 14 localidades. Junto con Portugal, donde no se conocía bien la situación del escribano palustre, en aquel momento se estimó que la población mundial no sobrepasaba las 600 parejas.

En 2015, la misma entidad repitió el trabajo de recuento y llegó a conclusiones mucho más dramáticas. Las posibilidades de supervivencia habían caído en picado, hasta el punto de que, para el equipo de ornitólogos, la etiqueta de "en peligro de extinción" del Libro Rojo de las Aves de España se quedaba "corta". El escribano palustre iberoriental, presente en Cataluña, Baleares, Navarra y en Castilla-La Mancha (una comunidad en la que pasó en una década de 204 a solo 25 parejas reproductoras) había reducido sus individuos a la mitad. El desplome del iberoccidental era todavía peor, al desaparecer de Euskadi, Cantabria y Asturias y no hallarse rastro de él en varios humedales gallegos que antes eran su casa.

Los ornitólogos recuerdan que la suerte del pequeño escribano, conocido en Galicia como "escribenta das canaveiras", en Cataluña como "repicatalons" y en Euskadi como "Zingira-berdantza", va ligada a la conservación (o destrucción) de humedales -porque es en los cañaverales donde cría- pero también a las prácticas agrícolas. La intensificación y el uso de plaguicidas lo dejan sin alimento. La SGHN denuncia que la subespecie que en España ya solo tiene su pequeño reducto en el noroeste "es un ejemplo extremo del abandono" que sufren los animales más vulnerables. Desde 2007 figura en el Catálogo Gallego de Especies Amenazadas, pero "hubo que esperar hasta 2013 para que la Xunta aprobase un plan de recuperación que nunca se llegó a aplicar", de tal manera que el ave "avanza inexorablemente hacia su extinción", advierte el colectivo científico, sin que la Administración "tome medidas para evitarlo".

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