Djokovic y el escenario pueden con un bravo Bautista
Djokovic ganó en cuatro sets a Bautista, que igualó el encuentro pero no pudo frenar después al serbio, que jugará su sexta final en Wimbledon contra Federer.
Nacho Albarrán
As
Lo intentó y durante unos cuantos minutos, Roberto Bautista soñó con clasificarse para la final de Wimbledon. Pero delante tenía un miura, Novak Djokovic, que no dejó intimidar ni por los precedentes más cercanos, ese par de victorias del castellonense este mismo año, ni por la solidez de un rival menos acostumbrado al escenario y a la trascendencia de un partido tan importante, nada más y nada menos que las semifinales de un Grand Slam. Para el serbio era la 13ª, para el español, la primera. Y eso pesó lo suyo. Djokovic venció como acostumbra a hacer en majors contra Bautista, en cuarto sets (6-2, 4-6, 6-2 y 6-2 en 2h:48) y peleará por levantar su quinto título en la hierba del All England Club. Lo hará el domingo (15:00) ante Federer. Está asegurada por lo tanto una final entre dos de los miembros del famoso Big Three. Será la 22ª vez que esto ocurra, la séptima en Wimbledon.
Bautista inició en partido a lo grande, con un resto ganador, aunque después fue abrumado por la seguridad y el ritmo de partido que impuso Djokovic apoyado en su dominante revés. El balcánico acertó en casi todas sus decisiones y Roberto no pudo hacerle pagar alguna subida a la red que quizá no tocaba. La primera manga se la llevó Nole con facilidad. En la segunda, Bautista soltó ya los nervios y empezó a jugar como sabe y a incomodar con su solidez desde el fondo de la pista a un Djokovic, que tuvo muy pocos puntos fáciles, se vio sorprendido por un quiebre tempranero (2-1), que supo administrar bien el de Castellón. En esos minutos se ganó el respeto del entendido y elegante público de la central, que aplaudió sus certeros golpes y su entrega.
A Djokovic le faltó energía en ese rato de gloria de Bautista, que se dio el gustazo de ganarle un set en Wimbledon a uno de los mejores jugadores de la historia, que se vengó con furia en las dos siguientes mangas. En la tercera encontró la rotura para ponerse con 4-2 y volar hacia el cuarto parcial. Ahí ya descosió a su circunspecto oponente, perdida ya la fe por su parte en la posibilidad de una gesta que sólo ha conseguido un tenista en la historia, ganar al de Belgrado en las semifinales de un grande, aunque ocurrió hace nada, en Roland Garros, donde le venció Dominic Thiem. No se enredó esta vez el número uno, que mantuvo la calma, contuvo la ira y superó por juego y fiabilidad a un bravo Bautista, que no pudo superar con sus saques al mejor restador quizá de todos los tiempos. Pero se va de Londres con la cabeza bien alta, el reconocimiento de todos (incluidos los amigos que le esperaban en Ibiza para su despedida de soltero y se presentaron por sorpresa) y en el puesto más alto de su carrera en el ranking mundial, el 13º que ya ocupó en 2016.
Nacho Albarrán
As
Lo intentó y durante unos cuantos minutos, Roberto Bautista soñó con clasificarse para la final de Wimbledon. Pero delante tenía un miura, Novak Djokovic, que no dejó intimidar ni por los precedentes más cercanos, ese par de victorias del castellonense este mismo año, ni por la solidez de un rival menos acostumbrado al escenario y a la trascendencia de un partido tan importante, nada más y nada menos que las semifinales de un Grand Slam. Para el serbio era la 13ª, para el español, la primera. Y eso pesó lo suyo. Djokovic venció como acostumbra a hacer en majors contra Bautista, en cuarto sets (6-2, 4-6, 6-2 y 6-2 en 2h:48) y peleará por levantar su quinto título en la hierba del All England Club. Lo hará el domingo (15:00) ante Federer. Está asegurada por lo tanto una final entre dos de los miembros del famoso Big Three. Será la 22ª vez que esto ocurra, la séptima en Wimbledon.
Bautista inició en partido a lo grande, con un resto ganador, aunque después fue abrumado por la seguridad y el ritmo de partido que impuso Djokovic apoyado en su dominante revés. El balcánico acertó en casi todas sus decisiones y Roberto no pudo hacerle pagar alguna subida a la red que quizá no tocaba. La primera manga se la llevó Nole con facilidad. En la segunda, Bautista soltó ya los nervios y empezó a jugar como sabe y a incomodar con su solidez desde el fondo de la pista a un Djokovic, que tuvo muy pocos puntos fáciles, se vio sorprendido por un quiebre tempranero (2-1), que supo administrar bien el de Castellón. En esos minutos se ganó el respeto del entendido y elegante público de la central, que aplaudió sus certeros golpes y su entrega.
A Djokovic le faltó energía en ese rato de gloria de Bautista, que se dio el gustazo de ganarle un set en Wimbledon a uno de los mejores jugadores de la historia, que se vengó con furia en las dos siguientes mangas. En la tercera encontró la rotura para ponerse con 4-2 y volar hacia el cuarto parcial. Ahí ya descosió a su circunspecto oponente, perdida ya la fe por su parte en la posibilidad de una gesta que sólo ha conseguido un tenista en la historia, ganar al de Belgrado en las semifinales de un grande, aunque ocurrió hace nada, en Roland Garros, donde le venció Dominic Thiem. No se enredó esta vez el número uno, que mantuvo la calma, contuvo la ira y superó por juego y fiabilidad a un bravo Bautista, que no pudo superar con sus saques al mejor restador quizá de todos los tiempos. Pero se va de Londres con la cabeza bien alta, el reconocimiento de todos (incluidos los amigos que le esperaban en Ibiza para su despedida de soltero y se presentaron por sorpresa) y en el puesto más alto de su carrera en el ranking mundial, el 13º que ya ocupó en 2016.