Con modificaciones, la reforma de las pensiones en Brasil dio el primer paso en la Cámara de Diputados
La votación inicial para la aprobación del proyecto concluyó con el amplio respaldo de 379 parlamentarios, frente al rechazo de 131. Sin embargo, se excluyó a sectores clave que ahora serán objeto de un nuevo debate
Infobae
El pleno de la Cámara Baja de Brasil aprobó este miércoles el marco legal de la reforma de las pensiones propuesta por el Gobierno de Jair Bolsonaro, pero aún deberá someter el texto a nuevas discusiones antes de remitirlo al Senado.
La primera de las dos votaciones necesarias para la aprobación del texto que define el marco general de la reforma concluyó en la Cámara de Diputados que obtuvo el respaldo de 379 parlamentarios, frente al rechazo de 131.
De ese modo, se superaron los tres quintos necesarios (308 de 513 votos) que exige una enmienda constitucional como la propuesta, cuyo trámite parlamentario es engorroso y requiere diversas votaciones.
El marco legal de la reforma, que propone endurecer el acceso a las jubilaciones en búsqueda de un ahorro fiscal equivalente a unos 265.000 millones de dólares en diez años, todavía puede ser objeto de alteraciones, pues los diputados deberán definir ahora la situación en que quedarán algunos sectores específicos.
Entre ellos, el oficialismo insiste en que la reforma alcance los ámbitos municipales y regionales, que fueron excluidos de la versión aprobada este miércoles, pese a que estaban en el proyecto original.
Una vez resueltos esos casos, el pleno de los Diputados someterá el proyecto retocado a una nueva votación, y si lo aprueba nuevamente por un mínimo de 308 votos, remitirlo al Senado, que lo examinará durante el segundo semestre de este año.
La previsión es que esa segunda votación en la Cámara Baja sea realizada antes de este sábado, pues el Parlamento iniciará el día 18 un receso que concluirá el 1 de agosto, y la intención de la mayoritaria base oficialista es acelerar el trámite.
Mientras los diputados deliberaban, decenas de personas se congregaron en las puertas del Parlamento para protestar contra la iniciativa del Gobierno y llegaron a enfrentarse con la Policía, aunque sin mayores consecuencias.
También hubo una protesta en el centro de San Pablo, convocada por sindicatos, que igualmente concluyó sin incidentes.
La reforma es la gran apuesta del Gobierno para intentar recomponer una economía que entre 2015 y 2016 perdió 7 puntos porcentuales, que creció a un ritmo insuficiente del 1% anual en 2017 y 2018 y que este año se teme que pueda volver a caer en una recesión.
El trámite ha demorado más de lo previsto debido a maniobras que están previstas en las normas parlamentarias, que han sido usadas al máximo por la oposición de izquierdas, que rechaza el proyecto y aun en minoría intenta obstaculizar el proceso.
Mediante la reforma, el proyecto pretende reducir el gasto con un sistema de pensiones que el Gobierno considera "quebrado", acabar con un crónico déficit del sector público y liberar recursos para la inversión en áreas claves.
Para lograr esa meta, el proyecto plantea una edad mínima para el acceso a la jubilación, que hasta ahora no es requisito en Brasil y que sería de 62 años para las mujeres y 65 para los hombres.
Una de las propuestas más polémicas planteaba poner fin al actual sistema de reparto, mediante el cual el Estado gestiona en un fondo único las contribuciones de trabajadores y empresarios, para adoptar un régimen de capitalización, por el cual la jubilación de un trabajador dependería de lo que pudiera ahorrar durante su vida.
Sin embargo, esa propuesta no prosperó por el firme rechazo de vastos sectores de centro y derecha que, si bien apoyan a Bolsonaro, coincidieron en que el país no está en condiciones de pasar a un régimen de capitalización, debido a la escasa capacidad de ahorro de sus trabajadores.
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El pleno de la Cámara Baja de Brasil aprobó este miércoles el marco legal de la reforma de las pensiones propuesta por el Gobierno de Jair Bolsonaro, pero aún deberá someter el texto a nuevas discusiones antes de remitirlo al Senado.
La primera de las dos votaciones necesarias para la aprobación del texto que define el marco general de la reforma concluyó en la Cámara de Diputados que obtuvo el respaldo de 379 parlamentarios, frente al rechazo de 131.
De ese modo, se superaron los tres quintos necesarios (308 de 513 votos) que exige una enmienda constitucional como la propuesta, cuyo trámite parlamentario es engorroso y requiere diversas votaciones.
El marco legal de la reforma, que propone endurecer el acceso a las jubilaciones en búsqueda de un ahorro fiscal equivalente a unos 265.000 millones de dólares en diez años, todavía puede ser objeto de alteraciones, pues los diputados deberán definir ahora la situación en que quedarán algunos sectores específicos.
Entre ellos, el oficialismo insiste en que la reforma alcance los ámbitos municipales y regionales, que fueron excluidos de la versión aprobada este miércoles, pese a que estaban en el proyecto original.
Una vez resueltos esos casos, el pleno de los Diputados someterá el proyecto retocado a una nueva votación, y si lo aprueba nuevamente por un mínimo de 308 votos, remitirlo al Senado, que lo examinará durante el segundo semestre de este año.
La previsión es que esa segunda votación en la Cámara Baja sea realizada antes de este sábado, pues el Parlamento iniciará el día 18 un receso que concluirá el 1 de agosto, y la intención de la mayoritaria base oficialista es acelerar el trámite.
Mientras los diputados deliberaban, decenas de personas se congregaron en las puertas del Parlamento para protestar contra la iniciativa del Gobierno y llegaron a enfrentarse con la Policía, aunque sin mayores consecuencias.
También hubo una protesta en el centro de San Pablo, convocada por sindicatos, que igualmente concluyó sin incidentes.
La reforma es la gran apuesta del Gobierno para intentar recomponer una economía que entre 2015 y 2016 perdió 7 puntos porcentuales, que creció a un ritmo insuficiente del 1% anual en 2017 y 2018 y que este año se teme que pueda volver a caer en una recesión.
El trámite ha demorado más de lo previsto debido a maniobras que están previstas en las normas parlamentarias, que han sido usadas al máximo por la oposición de izquierdas, que rechaza el proyecto y aun en minoría intenta obstaculizar el proceso.
Mediante la reforma, el proyecto pretende reducir el gasto con un sistema de pensiones que el Gobierno considera "quebrado", acabar con un crónico déficit del sector público y liberar recursos para la inversión en áreas claves.
Para lograr esa meta, el proyecto plantea una edad mínima para el acceso a la jubilación, que hasta ahora no es requisito en Brasil y que sería de 62 años para las mujeres y 65 para los hombres.
Una de las propuestas más polémicas planteaba poner fin al actual sistema de reparto, mediante el cual el Estado gestiona en un fondo único las contribuciones de trabajadores y empresarios, para adoptar un régimen de capitalización, por el cual la jubilación de un trabajador dependería de lo que pudiera ahorrar durante su vida.
Sin embargo, esa propuesta no prosperó por el firme rechazo de vastos sectores de centro y derecha que, si bien apoyan a Bolsonaro, coincidieron en que el país no está en condiciones de pasar a un régimen de capitalización, debido a la escasa capacidad de ahorro de sus trabajadores.