Brasil recupera pegada y olvida el 'jogo bonito'
Carlos Meneses Sánchez
Belo Horizonte, EFE
Dos fogonazos de Gabriel Jesús y Roberto Firmino le bastaron a la selección brasileña para para pasar a la final de su Copa América e imponerse a una Argentina que mereció más en el estadio Mineirao de Belo Horizonte.
La Canarinha recuperó la efectividad destructora de tiempos pasados, pero estuvo lejos de someter a su rival.
Se olvidó de 'jugar bonito' en una noche en la que solo el capitán, Daniel Alves, levantó al público de sus asientos con un partido para enmarcar a sus 36 años, más allá de los dos chispazos que desequilibraron el marcador a favor de los dueños de casa.
Argentina jugó mejor durante muchas fases del encuentro y le plantó cara a los brasileños en territorio enemigo.
Lionel Messi y compañía gozaron de más oportunidades, estrellaron dos balones a los palos, reclamaron un par de penaltis e incluso acabaron con un porcentaje de posesión levemente mayor (50,3 % frente a 49,7 %).
Pero el sistema defensivo del combinado verde-amarillo está más sólido y firme que nunca. Cero goles encajados en cinco partidos y Alisson continúa sin recoger un solo balón del fondo de su portería.
Ni Bolivia, Venezuela, Perú, Paraguay y ni tampoco Argentina han sido capaces de sorprender al conjunto de Tite, siempre preocupado con el equilibrio en el centro del campo y con mantener el orden en la retaguardia.
El seleccionador brasileño ha exigido a sus pupilos durante todo el torneo una mayor efectividad de cara a la portería rival, pero siempre añadía la coletilla "sin perder equilibrio, ni solidez".
Ese principio evidencia que, hoy por hoy, el primer objetivo de Brasil es mantener la portería a cero y después esperar un destello de calidad de algunos de los jugadores de arriba para resolver los partidos. Calidad no les falta.
Y así ocurrió anoche en el Mineirao. El primer gol vino de una jugada individual de Daniel Alves que incluyó un sombrero, regate de maestro y un pase en profundidad a Firmino mirando para el tendido.
El delantero del Liverpool solo tuvo que tocar de primeras para que Gabriel Jesús empujara la pelota en el corazón del área.
Con el marcador a favor en el minuto 19, Brasil renunció a jugar y dejó la iniciativa a la Albiceleste, que rozó el empate en varias ocasiones.
Messi, hasta entonces barrido del mapa por Casemiro, empezó a bailar sobre el césped del Mineirao, pero nadie en Brasil pareció muy preocupado por ello.
Mientras la anfitriona administraba el tiempo, los dirigidos por Lionel Scaloni iban sumando ocasiones.
Pero cuando más agobiados estaban apareció Gabriel Jesús para darse una galopada desde el centro del campo y devolverle el regalo a Firmino. 2-0 y billete para la final del Maracaná en el bolsillo.
Más allá de la euforia por el resultado ante el máximo rival y la clasificación para la última instancia del campeonato, Brasil solo fue superior a Argentina en efectividad.
Las que tuvo, las aprovechó. El resto del partido apenas inquietó la meta de Franco Armani.
La principal preocupación de la pentacampeona del mundo es cuando sus delanteros no tienen el día, algo que ya ha ocurrido en dos ocasiones (y media) en esta Copa América 2019.
Sufrieron en la primera mitad ante Bolivia en un partido inaugural que solo desatascó Philippe Coutinho por medio de un penalti pitado por el VAR.
Sufrieron en el segundo partido ante Venezuela, que aguantó estoica un empate sin goles, y sufrieron en los cuartos de final ante Paraguay, a la que solo doblegaron en una dramática tanda de penaltis.
De hecho, de los diez goles que Brasil ha marcado hasta la fecha en el torneo, la mitad de ellos fueron ante Perú en el último partido de la fase de grupos. Un aviso para navegantes de cara a la gran final del domingo ante Chile o la propia Perú en el Maracaná de Río de Janeiro.
Belo Horizonte, EFE
Dos fogonazos de Gabriel Jesús y Roberto Firmino le bastaron a la selección brasileña para para pasar a la final de su Copa América e imponerse a una Argentina que mereció más en el estadio Mineirao de Belo Horizonte.
La Canarinha recuperó la efectividad destructora de tiempos pasados, pero estuvo lejos de someter a su rival.
Se olvidó de 'jugar bonito' en una noche en la que solo el capitán, Daniel Alves, levantó al público de sus asientos con un partido para enmarcar a sus 36 años, más allá de los dos chispazos que desequilibraron el marcador a favor de los dueños de casa.
Argentina jugó mejor durante muchas fases del encuentro y le plantó cara a los brasileños en territorio enemigo.
Lionel Messi y compañía gozaron de más oportunidades, estrellaron dos balones a los palos, reclamaron un par de penaltis e incluso acabaron con un porcentaje de posesión levemente mayor (50,3 % frente a 49,7 %).
Pero el sistema defensivo del combinado verde-amarillo está más sólido y firme que nunca. Cero goles encajados en cinco partidos y Alisson continúa sin recoger un solo balón del fondo de su portería.
Ni Bolivia, Venezuela, Perú, Paraguay y ni tampoco Argentina han sido capaces de sorprender al conjunto de Tite, siempre preocupado con el equilibrio en el centro del campo y con mantener el orden en la retaguardia.
El seleccionador brasileño ha exigido a sus pupilos durante todo el torneo una mayor efectividad de cara a la portería rival, pero siempre añadía la coletilla "sin perder equilibrio, ni solidez".
Ese principio evidencia que, hoy por hoy, el primer objetivo de Brasil es mantener la portería a cero y después esperar un destello de calidad de algunos de los jugadores de arriba para resolver los partidos. Calidad no les falta.
Y así ocurrió anoche en el Mineirao. El primer gol vino de una jugada individual de Daniel Alves que incluyó un sombrero, regate de maestro y un pase en profundidad a Firmino mirando para el tendido.
El delantero del Liverpool solo tuvo que tocar de primeras para que Gabriel Jesús empujara la pelota en el corazón del área.
Con el marcador a favor en el minuto 19, Brasil renunció a jugar y dejó la iniciativa a la Albiceleste, que rozó el empate en varias ocasiones.
Messi, hasta entonces barrido del mapa por Casemiro, empezó a bailar sobre el césped del Mineirao, pero nadie en Brasil pareció muy preocupado por ello.
Mientras la anfitriona administraba el tiempo, los dirigidos por Lionel Scaloni iban sumando ocasiones.
Pero cuando más agobiados estaban apareció Gabriel Jesús para darse una galopada desde el centro del campo y devolverle el regalo a Firmino. 2-0 y billete para la final del Maracaná en el bolsillo.
Más allá de la euforia por el resultado ante el máximo rival y la clasificación para la última instancia del campeonato, Brasil solo fue superior a Argentina en efectividad.
Las que tuvo, las aprovechó. El resto del partido apenas inquietó la meta de Franco Armani.
La principal preocupación de la pentacampeona del mundo es cuando sus delanteros no tienen el día, algo que ya ha ocurrido en dos ocasiones (y media) en esta Copa América 2019.
Sufrieron en la primera mitad ante Bolivia en un partido inaugural que solo desatascó Philippe Coutinho por medio de un penalti pitado por el VAR.
Sufrieron en el segundo partido ante Venezuela, que aguantó estoica un empate sin goles, y sufrieron en los cuartos de final ante Paraguay, a la que solo doblegaron en una dramática tanda de penaltis.
De hecho, de los diez goles que Brasil ha marcado hasta la fecha en el torneo, la mitad de ellos fueron ante Perú en el último partido de la fase de grupos. Un aviso para navegantes de cara a la gran final del domingo ante Chile o la propia Perú en el Maracaná de Río de Janeiro.