Así vivieron los bolivianos la histórica hazaña de la llegada del hombre a la Luna
Catherine Camacho
Los Tiempos
Dos periodistas y un astrónomo cuentan cómo experimentaron ese gran momento en 1969:
José Nogales Nogales. Periodista
El periodista José Nogales Nogales (director de JNN Noticias que se emite por Canal 2 y de JNN Digital), a sus 27 años, tuvo el privilegio de asistir al lanzamiento del cohete, en Cabo Cañaveral, que llevaría a los astronautas a la Luna, invitado por el Departamento de Estado de EEUU, junto a miles de periodistas de todo el mundo.
Nogales aún conserva su credencial que le permitía ingresar al lugar.
Una noche antes del lanzamiento llevaron a los periodistas a ver el cohete a menos de un kilómetro. Esa noche los reporteros se quedaron en el lugar y no fueron a una ciudad cercana por el temor a no poder regresar para la hora prevista. “La NASA nos dio un salón enorme donde había sólo cuatro sillones, muchos durmieron sobre la alfombra y nos íbamos turnando los sillones de rato en rato”, cuenta el ganador del Premio Nacional de Periodismo (1991).
Al día siguiente, la gente acudió a las calles de Cabo Cañaveral, un área controlada por la NASA, para ver salir a los astronautas. “Los astronautas tenían uniformes brillando, caminaban a paso lento hacia el vehículo que los llevaría hasta el cohete. Ellos saludaban. Era todo un espectáculo, la gente aplaudía emocionada. Uno sabía que iban a algo incierto, desconocido, quizá sin retorno”. Después los periodistas fueron al lugar del lanzamiento.
“Fue todo un espectáculo, el más breve de la historia, un acontecimiento inédito y el más importante de la humanidad”, dice Nogales, quien explica que no duró mucho tiempo. “Empezaron a calentar los motores, el fuego, hubo un ruido terrible y el cohete despegó y poco a poco en el cielo se fue achicando hasta que se perdió de vista”, dijo quien también es abogado y ahora tiene 77 años.
“Después del lanzamiento había un sentimiento en común entre los periodistas que estábamos ahí, que era la incertidumbre. Vimos a los hombres que se fueron al infinito. Nos quedamos con la sensación de haber despedido a alguien que sabíamos que iba a morir o por lo menos eso se creía”, comenta.
En el momento del alunizaje, Nogales cuenta que estaba en California y pudo ver la transmisión en su hotel en un televisor. “Fue muy interesante. Un espectáculo. La gente veía en sus casas o en lugares donde habilitaron los televisores. Fue muy conmovedor”, finalizó Nogales.
Mabel Ascui, Premio Nacional de Periodismo (2004)
La periodista paceña Mabel Ascui, Premio Nacional de Periodismo (2004), quien se encontraba en Londres cuenta su experiencia sobre el alunizaje. A continuación va su relato.
El silencio era absoluto. Hasta se contenía la respiración mientras se esperaba que Neil Armstrong posara el pie sobre la superficie de la Luna. Luego, en la sala de un hotel londinense, estalló la algarabía entre una decena de flamantes periodistas que madrugó para no perderse la conquista espacial del siglo XX, el arribo del hombre a la Luna, transmitida en vivo y en directo por canales de televisión de 35 países.
La delegación, que incluía a dos periodistas bolivianos, efectuaba una gira por invitación del Gobierno británico al término de la carrera en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid, España.
Las emociones, esa madrugada, eran dispares. Había algo de arrogancia por el hecho que un ser humano, poco significativo en la inmensidad del universo, no solamente llegase a alunizar en el satélite natural de la Tierra, sino que la televisión fuera el medio para transmitir de modo inmediato todos los detalles de la misión a los miles de espectadores en nuestro planeta.
Por igual, flotaba en el ambiente un sentimiento de humildad, pues ante toda esa inmensidad en el ultra espacio, el hombre era minúsculo, casi nada.
La retransmisión de la televisión desde la Luna enfocó la belleza de la Tierra, “la joya azul” que calificó Armstrong, con palabras que denotaban su emoción. La proyección de las imágenes mostró de forma contundente la veracidad del registro en el libro bíblico de Job que la Tierra “está colgando sobre nada”, desechando todas las ideas y las teorías sobre la formación de la tierra que afligieron al hombre a lo largo de su historia.
Y hubo otro sentimiento, expresado por el entonces presidente de Estados Unidos Richard Nixon, que ese momento se convirtió en anhelo: “Que la conquista de la Luna traiga paz a la Tierra”. Cincuenta años después, ese anhelo está casi enterrado por centenas de guerras y millones de muertes; aunque la esperanza es lo último que se pierde.
Gonzalo Vargas. Astrónomo y director general del centro cultural Kronos
El astrónomo y director general del centro cultural Kronos, Gonzalo Vargas, cuenta que ante la falta de televisión, montó una buena antena para la radio de onda corta a válvulas.
“Qué maravilla poder escuchar la Voz de América (VOA) en su transmisión especial en onda corta. Era por la tarde y había mucha estática pero pude escuchar la noticia: El Águila aterrizó en el mar de la tranquilidad. Corrí a dar la noticia a todos en casa y a los vecinos”, detalla Vargas, quien en esa época tenía 19 años.
Relata que a las 22:56 (hora boliviana), Neil Armstrong descendió del módulo lunar y pisó la Luna. “Yo estaba en cama escuchando la transmisión de VOA en inglés”, señala.
Explica que unos 20 minutos después Aldrin se unió a Armstrong y estuvieron casi dos horas y media caminando sobre la Luna en las cercanías del módulo de descenso. Luego de 21 horas que permanecieron en la Base Tranquilidad se procedió al despegue del módulo que luego se unió al de comando que permanecía en órbita lunar. Después el retorno y el feliz amarizaje y retorno de Armstrong, Aldrin y Collins.
“Para mí fue la experiencia más inspiradora ya que tocaba al ser humano con la Luna. Recordé a los antiguos navegantes que se aventuraban a la exploración de los mares desconocidos y a la aventura de explorar nuevos mundos y encontrar quizá nuevas culturas y civilizaciones. Quizá por ahora es la Luna, luego de seguro vendrá Marte y quizá en algún momento el encuentro que todos esperamos”, relata el experto.
Los Tiempos
Dos periodistas y un astrónomo cuentan cómo experimentaron ese gran momento en 1969:
José Nogales Nogales. Periodista
El periodista José Nogales Nogales (director de JNN Noticias que se emite por Canal 2 y de JNN Digital), a sus 27 años, tuvo el privilegio de asistir al lanzamiento del cohete, en Cabo Cañaveral, que llevaría a los astronautas a la Luna, invitado por el Departamento de Estado de EEUU, junto a miles de periodistas de todo el mundo.
Nogales aún conserva su credencial que le permitía ingresar al lugar.
Una noche antes del lanzamiento llevaron a los periodistas a ver el cohete a menos de un kilómetro. Esa noche los reporteros se quedaron en el lugar y no fueron a una ciudad cercana por el temor a no poder regresar para la hora prevista. “La NASA nos dio un salón enorme donde había sólo cuatro sillones, muchos durmieron sobre la alfombra y nos íbamos turnando los sillones de rato en rato”, cuenta el ganador del Premio Nacional de Periodismo (1991).
Al día siguiente, la gente acudió a las calles de Cabo Cañaveral, un área controlada por la NASA, para ver salir a los astronautas. “Los astronautas tenían uniformes brillando, caminaban a paso lento hacia el vehículo que los llevaría hasta el cohete. Ellos saludaban. Era todo un espectáculo, la gente aplaudía emocionada. Uno sabía que iban a algo incierto, desconocido, quizá sin retorno”. Después los periodistas fueron al lugar del lanzamiento.
“Fue todo un espectáculo, el más breve de la historia, un acontecimiento inédito y el más importante de la humanidad”, dice Nogales, quien explica que no duró mucho tiempo. “Empezaron a calentar los motores, el fuego, hubo un ruido terrible y el cohete despegó y poco a poco en el cielo se fue achicando hasta que se perdió de vista”, dijo quien también es abogado y ahora tiene 77 años.
“Después del lanzamiento había un sentimiento en común entre los periodistas que estábamos ahí, que era la incertidumbre. Vimos a los hombres que se fueron al infinito. Nos quedamos con la sensación de haber despedido a alguien que sabíamos que iba a morir o por lo menos eso se creía”, comenta.
En el momento del alunizaje, Nogales cuenta que estaba en California y pudo ver la transmisión en su hotel en un televisor. “Fue muy interesante. Un espectáculo. La gente veía en sus casas o en lugares donde habilitaron los televisores. Fue muy conmovedor”, finalizó Nogales.
Mabel Ascui, Premio Nacional de Periodismo (2004)
La periodista paceña Mabel Ascui, Premio Nacional de Periodismo (2004), quien se encontraba en Londres cuenta su experiencia sobre el alunizaje. A continuación va su relato.
El silencio era absoluto. Hasta se contenía la respiración mientras se esperaba que Neil Armstrong posara el pie sobre la superficie de la Luna. Luego, en la sala de un hotel londinense, estalló la algarabía entre una decena de flamantes periodistas que madrugó para no perderse la conquista espacial del siglo XX, el arribo del hombre a la Luna, transmitida en vivo y en directo por canales de televisión de 35 países.
La delegación, que incluía a dos periodistas bolivianos, efectuaba una gira por invitación del Gobierno británico al término de la carrera en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid, España.
Las emociones, esa madrugada, eran dispares. Había algo de arrogancia por el hecho que un ser humano, poco significativo en la inmensidad del universo, no solamente llegase a alunizar en el satélite natural de la Tierra, sino que la televisión fuera el medio para transmitir de modo inmediato todos los detalles de la misión a los miles de espectadores en nuestro planeta.
Por igual, flotaba en el ambiente un sentimiento de humildad, pues ante toda esa inmensidad en el ultra espacio, el hombre era minúsculo, casi nada.
La retransmisión de la televisión desde la Luna enfocó la belleza de la Tierra, “la joya azul” que calificó Armstrong, con palabras que denotaban su emoción. La proyección de las imágenes mostró de forma contundente la veracidad del registro en el libro bíblico de Job que la Tierra “está colgando sobre nada”, desechando todas las ideas y las teorías sobre la formación de la tierra que afligieron al hombre a lo largo de su historia.
Y hubo otro sentimiento, expresado por el entonces presidente de Estados Unidos Richard Nixon, que ese momento se convirtió en anhelo: “Que la conquista de la Luna traiga paz a la Tierra”. Cincuenta años después, ese anhelo está casi enterrado por centenas de guerras y millones de muertes; aunque la esperanza es lo último que se pierde.
Gonzalo Vargas. Astrónomo y director general del centro cultural Kronos
El astrónomo y director general del centro cultural Kronos, Gonzalo Vargas, cuenta que ante la falta de televisión, montó una buena antena para la radio de onda corta a válvulas.
“Qué maravilla poder escuchar la Voz de América (VOA) en su transmisión especial en onda corta. Era por la tarde y había mucha estática pero pude escuchar la noticia: El Águila aterrizó en el mar de la tranquilidad. Corrí a dar la noticia a todos en casa y a los vecinos”, detalla Vargas, quien en esa época tenía 19 años.
Relata que a las 22:56 (hora boliviana), Neil Armstrong descendió del módulo lunar y pisó la Luna. “Yo estaba en cama escuchando la transmisión de VOA en inglés”, señala.
Explica que unos 20 minutos después Aldrin se unió a Armstrong y estuvieron casi dos horas y media caminando sobre la Luna en las cercanías del módulo de descenso. Luego de 21 horas que permanecieron en la Base Tranquilidad se procedió al despegue del módulo que luego se unió al de comando que permanecía en órbita lunar. Después el retorno y el feliz amarizaje y retorno de Armstrong, Aldrin y Collins.
“Para mí fue la experiencia más inspiradora ya que tocaba al ser humano con la Luna. Recordé a los antiguos navegantes que se aventuraban a la exploración de los mares desconocidos y a la aventura de explorar nuevos mundos y encontrar quizá nuevas culturas y civilizaciones. Quizá por ahora es la Luna, luego de seguro vendrá Marte y quizá en algún momento el encuentro que todos esperamos”, relata el experto.