Vladimir Padrino López se resiste a irse de la Fuerza Armada venezolana como traidor

La Operación Libertad cambió la relación entre Nicolás Maduro y el ministro de Defensa de su régimen, apoyado por Rusia y señalado por EEUU como uno de los impulsores de la fallida asonada cívico-militar que se arrepintió a último momento

Sebastiana Barráez
desde Caracas, Venezuela
Entrampado. Así está Nicolás Maduro en cuanto a sustituir a Vladimir Padrino López en el Ministerio de la Defensa. Es evidente el recelo que tiene hacia él después de los sucesos del 30 de abril en el marco de la Operación Libertad, cuando funcionarios de la administración Trump aseguraron que el general en Jefe estaba en la conspiración pero que se arrepintió a última hora. Por otra parte, no cuenta con un oficial que tenga suficiente ascendencia en la Fuerza Armada para sustituirlo.


Otro factor, más determinante aún, es que el titular castrense cuenta con la simpatía de los rusos, especialmente del poderoso Vladimir Putin. Eso es un hecho nada despreciable en el análisis que Maduro debe estar considerando.

Mientras fue presidente, el liderazgo militar no representaba un problema para Hugo Chávez. El único oficial que durante todos los años de su mandato le causó precaución fue el general en Jefe Raúl Isaías Baduel, con quien tenía una estrecha amistad y llamaba hermano. Lo mantuvo a su lado, lo nombró comandante del Ejército y después ministro de la Defensa, pero entendió que debía liquidarlo antes que el alto oficial fuera una alternativa política.

Maduro, por el contrario, descuidó a la Fuerza Armada. Parecía que su único foco de preocupación lo constituía el teniente Diosdado Cabello Rondón, quien controla a un grupo de uniformados a quienes ha ubicado en cargos de poder administrativo y militar.

Al llegar a la presidencia, Maduro buscó poder militar en un escenario que desconocía y en el que no era bien visto. La amistad de Cilia Flores con la almirante Carmen Meléndez le facilitó las cosas, pero la oficial no tenía soporte militar, por provenir de un componente mucho más pequeño que el poderoso Ejército y donde la figura de la mujer como jefe aún es incipiente.

Ya tenía entre sus planes al general Carlos Osorio, a quien trajo del Ministerio de Alimentación, en enero de 2016, para Jefe de la Región Estratégica de Defensa Integral (Redi) Central. Nueve meses después lo nombró en el Alto Mando Militar como Inspector General de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, con miras a la Comandancia del Ejército y al Ministerio de la Defensa. Pero el general Osorio venía con una enorme cantidad de denuncias por su paso en cargos relacionados con los alimentos, lo que obligaron a que un año más tarde lo sacaran de la Fuerza Armada.

Ya para ese momento, Padrino López, de la promoción 1984, venía perfilándose como un hombre de confianza, identificado con la revolución bolivariana, con una carrera militar impecable y de ascensos indiscutibles.

A medida que fue pasando el tiempo, Maduro se sintió más cómodo con Padrino y dejó en sus manos el control de la Fuerza Armada. Es eso lo que le permitió tener ya casi cinco años en el Ministerio de la Defensa.

Pero llegó el 30 de abril y con él las dudas. Los voceros de Trump se refirieron a tres personajes que estarían en la conspiración: Maikel Moreno, Iván Hernández Dala y Padrino López. Pero el presidente del Tribunal Supremo y el Jefe de la Guardia de Honor tienen menor margen de maniobra por razones personales y familiares que el titular castrense.

Maduro enfoca las alarmas hacia la FANB. Se percata de que su piso militar depende casi de manera absoluta de su ministro de la Defensa. Corre a los cuarteles, se toma fotografías, sonríe con los soldados, trota con ellos, observa los rostros y se da cuenta de que le urge sustituir a Padrino.

Diosdado Cabello tiene su propio grupo, entre ellos a varios oficiales de la promoción que podría ocupar el Alto Mando Militar. Pero Maduro mide los riesgos y, según la cantidad de generales que va a ascender en unos días, es posible que toda la promoción 1986 sea enviada a su casa y con ella los integrantes del Alto Mando Militar.

Padrino en el ajedrez militar

El factor Padrino López sigue incidiendo en el juego de ajedrez del poder militar y político por varios hechos, entre ellos, que durante estos años se ha consolidado como jefe militar reunificando grupos que estaban en discordia.

Además de contar con el apoyo de Rusia, se ha erigido como un muro de contención ante los problemas que amenazan con implosionar en la FANB.

Pero también es cierto que el balance de lo que ha acontecido en la Fuerza Armada, durante los años en que él ha sido ministro de la Defensa, es poco alentador. Lo más resaltante es la ineficiente acción de la FANB en lo que a la defensa del territorio y la soberanía se refiere. Nunca antes los grupos guerrilleros y paramilitares se habían enseñoreado sobre el suelo patrio como en los últimos años.

No había existido en la institución militar un nivel de deserción en masa como está sucediendo desde el 2018. Tampoco hubo, como ahora, tantos militares cometiendo actos delictivos como asesinatos, atracos, robo de armas, secuestros, violaciones, extorsión y narcotráfico.

Es durante la época en que Padrino ha sido ministro de la Defensa cuando más militares han sido presos y torturados por razones políticas, a la par que la Fuerza Armada ha tenido su más bajo nivel de popularidad ante la opinión pública.

La decisión para Maduro está difícil. Va a ascender a tantos generales que va a comprometer aún más la estructura de la Fuerza Armada. No tiene un oficial con la fuerza de Padrino López y los que asoman, con alguna timidez, son hombres de Diosdado.

Además Padrino no está dispuesto a irse por la puerta trasera de la institución militar, ni entre dudas de que sea un traidor. Y así también desplegó su campaña de presencia en los cuarteles venezolanos; ha abrazado, besado, montado en bicicleta, reído y casi llorado con sus subalternos.

Todos sus discursos y mensajes están encaminados a enfatizar cuál es su posición ante la traición.

No es fácil para Padrino dejar el poder, sin la garantía de que va a otro destino, incluso diplomático. No es un funcionario que se puede quedar como cualquiera de los oficiales de la Fuerza Armada que pasan a retiro; y no solo por las sanciones internacionales que pesan sobre él, sino por el sentimiento que hay en diversos sectores de la población en su contra.

Aunque Maduro esté entrampado en la decisión que debe tomar sobre el Alto Mando y específicamente sobre el ministro, juega a varios escenarios. Pero también lo está Padrino que, de haberse ido antes de la Constituyente sería, junto con Baduel, los más destacados ministros de la Defensa. Pero en estos momentos se debate en su papel como oficial querido al interior de la FANB, como destructor de la institución o como el oficial responsable de la más oscura etapa de violación a la Constitución Bolivariana.

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