Un karma, dos que jugaron todas y más
Boca metió sólo tres goles en los cinco partidos de final que jugó de 2018 para acá. Sólo un par estuvo en todos y mirá el resto. No es sólo mala suerte...
Olé
Lo que pintaba como final de semestre a pura sonrisa, finalmente es con caras largas. De no creer lo de Boca, que con Alfaro se clasificó directo a la Libertadores (tercero en el torneo), ganó la Supercopa por penales, pasó a octavos de final de Libertadores y llegó a la final de la Copa Superliga. Pero justamente contra Tigre, en la instancia a la que llegaron dos de 26 equipos, volvió a fallar en algo que se transforma en un karma de este grupo de jugadores que están desde principios del año pasado: la falta de gol cuando se juega por una copa.
En cinco partidos finales, Boca metió sólo tres goles en 480 minutos (más tiempos de descuento), es decir un tanto cada 160 minutos, un gol cada dos horas y media...
Marzo del año pasado fue la primera final, Supercopa contra River en Mendoza, con un equipo que llegaba en alto nivel y mejor perfilado, más allá de que era un superclásico. Ahí Boca (sin Benedetto, lesionado) hizo figura a Armani, hubo goles errados y fue 0-2. Un arquero rival brillante y falta de eficacia fueron un combo explosivo, además de un penal polémico y zonzo (falta de Cardona a Nacho Fernández, del estilo del de Izquierdoz a Janson).
En las finales de Libertadores se la abrió el arco a Boca, contra River: no le había podido convertir en las últimas series y pudo estar tres veces en ventaja por goles de Wanchope Abila y Benedetto en la Bombonera y después el propio Pipa en Madrid. En este tipo de partidos, sólo ahí convirtió goles.
Después llegaron Central y Tigre, ningún rival cuco. Por la Supercopa contra los rosarinos, Boca sufrió de la misma manera que en el 0-2 con River en Mendoza: no pudo embocarla pese a las muchas llegadas, palos, travesaños y tapadas del arquero Ledesma. Lo ganó merecidamente en los penales, con 100% de efectividad, lo contrario a los 90 minutos. El equipo empujó hasta el final, lo tuvo contra las cuerdas pero no pudo con la resistencia del equipo de Cocca, que se dedicó a aguantarlo.
Con Tigre pasó algo similar a lo de Central, con el agregado de que regaló un gol (Andrada, que venía en un nivel superlativo) y después un penal en una contra. Tanto antes de los goles como después tuvo llegadas, como el primer palo de Benedetto; luego, más cabezazos del Pipa, tiros libres desaprovechados por Zárate, un zapatazo de Tevez… y cero grito, ni para soñar con una reacción.
¿Es todo mala suerte? Hay un poco de eso y otro de confianza, de tranquilidad, de templanza para momentos clave. Porque no es normal que un equipo genere tantas situaciones en finales y no concrete, más teniendo a jugadores tan talentosos y decisivos como Benedetto, Tevez, Wanchope, Zárate y Pavón, y últimamente hasta a Villa en alto nivel. Rachas son rachas… Y quienes más sufrieron en este año de finales fueron Tevez y Pavón, los únicos que estuvieron en los cinco partidos. Carlitos fue titular en dos, el primero con River y este último; entró en la ida de Libertadores con un gran pase a Benedetto y ya con el 1-2 en el suplementario en Madrid, y también contra Central, metiendo un penal en la definición. Por el lado del veloz delantero, de arranque en la Supercopa vs. River, se lesionó en la ida en la Bombonera y jugó en Madrid ya recuperado; en las últimas dos finales ingresó desde el banco, desnivelando con Central pero sin punch y más light con Tigre.
Decía Alfaro que había que renovar la confianza, dejar atrás el golpe en Madrid, volver a ganar finales como con Central. Había expectativa con Tigre, pero otra vez falló la puntería. La que debe recuperar con volumen de juego y gol para lo que viene en el semestre que viene.
ACA, LO QUE JUGARON LOS QUE HOY SIGUEN DE LOS CINCO PARTIDOS DE FINALES
Tevez y Pavón, 5
Benedetto, Wanchope, Buffarini, Villa y Nández, 4
Andrada e Izquierdoz, 3
Zárate, Mas, Lisandro López, 2
Reynoso, Marcone, Campuzano, Junior Alonso, Capaldo, 1
Olé
Lo que pintaba como final de semestre a pura sonrisa, finalmente es con caras largas. De no creer lo de Boca, que con Alfaro se clasificó directo a la Libertadores (tercero en el torneo), ganó la Supercopa por penales, pasó a octavos de final de Libertadores y llegó a la final de la Copa Superliga. Pero justamente contra Tigre, en la instancia a la que llegaron dos de 26 equipos, volvió a fallar en algo que se transforma en un karma de este grupo de jugadores que están desde principios del año pasado: la falta de gol cuando se juega por una copa.
En cinco partidos finales, Boca metió sólo tres goles en 480 minutos (más tiempos de descuento), es decir un tanto cada 160 minutos, un gol cada dos horas y media...
Marzo del año pasado fue la primera final, Supercopa contra River en Mendoza, con un equipo que llegaba en alto nivel y mejor perfilado, más allá de que era un superclásico. Ahí Boca (sin Benedetto, lesionado) hizo figura a Armani, hubo goles errados y fue 0-2. Un arquero rival brillante y falta de eficacia fueron un combo explosivo, además de un penal polémico y zonzo (falta de Cardona a Nacho Fernández, del estilo del de Izquierdoz a Janson).
En las finales de Libertadores se la abrió el arco a Boca, contra River: no le había podido convertir en las últimas series y pudo estar tres veces en ventaja por goles de Wanchope Abila y Benedetto en la Bombonera y después el propio Pipa en Madrid. En este tipo de partidos, sólo ahí convirtió goles.
Después llegaron Central y Tigre, ningún rival cuco. Por la Supercopa contra los rosarinos, Boca sufrió de la misma manera que en el 0-2 con River en Mendoza: no pudo embocarla pese a las muchas llegadas, palos, travesaños y tapadas del arquero Ledesma. Lo ganó merecidamente en los penales, con 100% de efectividad, lo contrario a los 90 minutos. El equipo empujó hasta el final, lo tuvo contra las cuerdas pero no pudo con la resistencia del equipo de Cocca, que se dedicó a aguantarlo.
Con Tigre pasó algo similar a lo de Central, con el agregado de que regaló un gol (Andrada, que venía en un nivel superlativo) y después un penal en una contra. Tanto antes de los goles como después tuvo llegadas, como el primer palo de Benedetto; luego, más cabezazos del Pipa, tiros libres desaprovechados por Zárate, un zapatazo de Tevez… y cero grito, ni para soñar con una reacción.
¿Es todo mala suerte? Hay un poco de eso y otro de confianza, de tranquilidad, de templanza para momentos clave. Porque no es normal que un equipo genere tantas situaciones en finales y no concrete, más teniendo a jugadores tan talentosos y decisivos como Benedetto, Tevez, Wanchope, Zárate y Pavón, y últimamente hasta a Villa en alto nivel. Rachas son rachas… Y quienes más sufrieron en este año de finales fueron Tevez y Pavón, los únicos que estuvieron en los cinco partidos. Carlitos fue titular en dos, el primero con River y este último; entró en la ida de Libertadores con un gran pase a Benedetto y ya con el 1-2 en el suplementario en Madrid, y también contra Central, metiendo un penal en la definición. Por el lado del veloz delantero, de arranque en la Supercopa vs. River, se lesionó en la ida en la Bombonera y jugó en Madrid ya recuperado; en las últimas dos finales ingresó desde el banco, desnivelando con Central pero sin punch y más light con Tigre.
Decía Alfaro que había que renovar la confianza, dejar atrás el golpe en Madrid, volver a ganar finales como con Central. Había expectativa con Tigre, pero otra vez falló la puntería. La que debe recuperar con volumen de juego y gol para lo que viene en el semestre que viene.
ACA, LO QUE JUGARON LOS QUE HOY SIGUEN DE LOS CINCO PARTIDOS DE FINALES
Tevez y Pavón, 5
Benedetto, Wanchope, Buffarini, Villa y Nández, 4
Andrada e Izquierdoz, 3
Zárate, Mas, Lisandro López, 2
Reynoso, Marcone, Campuzano, Junior Alonso, Capaldo, 1