Onyx Lorenzoni, jefe de gabinete de Jair Bolsonaro: "En Brasil, la izquierda no vuelve al poder ni dentro de 20 años"
En entrevista con Infobae, uno de los principales asesores del presidente brasileño habló del Lava Jato, el encarcelamiento de Lula da Silva, las armas y el medio ambiente
Eleonora Gosman
Infobae
(Desde Brasilia) "La izquierda mundial perdió mucho en Brasil. Fue muy grave para ellos", analizó el ministro Onyx Lorenzoni, jefe del gabinete de Jair Bolsonaro, en una sala del cuarto piso del Palacio del Planalto donde recibió a Infobae y corresponsales extranjeros de New York Times, El País y la agencia Efe. Con un "chimarrao" (el mate gaúcho) y un termo sobre la mesa oval, fue todavía más contundente: "No vuelve al poder ni dentro de 20 años". El funcionario, que fue un activo diputado federal hasta asumir el cargo el 1º de enero de este año, hizo su interpretación de por qué el gobierno actual despierta recelos entre políticos socialdemócratas. "Es muy razonable que aquellos comprometidos con aquel proyecto de izquierda (el lulismo), tanto en Alemania, como en Francia, España o Italia, estén muy enojados con la población brasileña. Esa ciudadanía brasileña que no quiere entender que la izquierda se propone llevarlos al paraíso, con el ejemplo de Venezuela. Claro, un paraíso que en realidad se parece mucho al infierno".
De acuerdo con su visión, habría pruebas numéricas de ese "compromiso". "Les voy a dar cifras: el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) le prestó a países comunistas y socialistas de América Latina y Africa 17.400 millones de dólares. Ese dinero salió de los impuestos pagos por todos los brasileños". Sostuvo que, en ese contexto, para esas izquierdas "fue un disparate la elección del pueblo, que eligió un candidato independiente, de una alianza liberal-conservadora".
El perfil político del ministro es, precisamente, el de esa alianza que él menciona. Contó que él pertenece a la tercera generación de italianos que se instalaron en Río Grande del Sur, el estado provincial donde se concentra una parte importante de la comunidad italiana. Fue en la Universidad Federal de Santa María, en el interior gaúcho, donde se recibió de médico veterinario. Elegido diputado federal hace 13 años, fue un parlamentario muy activo, que presidió más de una comisión de investigación (CPI). Fue también el legislador que se ocupó de elaborar un detallado documento sobre combate a la corrupción en la Comisión que analizó que medidas establecer en esa lucha. Con todo, luego habría de reconocer que él mismo habría incurrido en la "irregularidad" de recibir fondos para su campaña de manos privadas, que no fueron declarados. Se trata de lo que en Brasil han bautizado como "Caja 2".
Otro elemento que caracterizó al ahora ministro coordinador fue su adscripción temprana al Partido del Frente Liberal (PFL), hoy transformado en Demócratas (DEM). Y sigue firme en esa agrupación de derecha que junto al partido de Bolsonaro, el Social Liberal (PSL) constituyen los pilares del gobierno.
-¿Cuál es la evaluación del gobierno sobre cómo condujo el caso del Lava Jato el ex juez Sergio Moro, actual ministro de Justicia, sobre todo a la luz de las revelaciones de diálogos por The Intercept que mostraría a Moro como un juez no "imparcial"?
– Tenemos ahí un oportunismo. Tratan de reabrir esa discusión. Es una tentativa de dar una alternativa para Lula. Pero Lula está preso y va a continuar preso, porque tiene numerosos procesos, uno peor que otro. El ex presidente va a continuar de condena en condena. En cuanto a los mensajes revelados por The Intercept, hasta ahora no vi nada grave que pusiera en peligro al Lava Jato. Esa fue también la opinión del ministro de la Corte Suprema Edson Fachin.
-Todo indica que van a continuar las filtraciones de diálogos entre Sergio Moro y los fiscales del Lava Jato. ¿Cuál es el impacto político que va a tener los próximos días en el Congreso? ¿No cree que eso puede llegar a paralizar al gobierno?
-Creo, claro está, que va a impactar en el Congreso brasileño. Incluso porque en su interior actúan las más diversas corrientes políticas. Es obvio entonces que habrá repercusiones. Lo que hemos dicho claramente es que la sociedad brasileña de manera amplia y mayoritaria entiende que todas esas maniobras tienen un objetivo: traer de vuelta lo que la sociedad brasileña ya no quiere más. Entonces, no es más que un sueño pueril de la izquierda latinoamericana que intenta traer de vuelta al PT al poder. Pero pueden estar seguros que no irán a retornar de aquí a dos décadas. Las elecciones municipales del próximo año van a reforzar este proceso de desalojo del PT, esta vez del Nordeste, que es el único bastión donde todavía resiste. Nosotros, los del DEM, fuimos estos años el único partido que hizo oposición consecuente al PT.
Preguntado sobre la decisión tomada por una comisión del Senado que estos días bloqueó el decreto que facilita el porte de armas por los brasileños, Lorenzoni explicó: "En realidad sabemos que lo que precedió a esa decisión parlamentaria fue una pelea ideológica. Esta cuestión de las armas siempre fue ideológicamente muy importante para la izquierda. Pero la determinación del presidente Bolsonaro fue siempre muy firme: hay que respetar el referendo celebrado en 2005. Y 66% de la población nacional votó por el derecho a la legítima defensa. Y los gobiernos de Lula, de Dilma Rousseff y de Michel Temer, jamás respetaron esa consulta popular".
Lorenzoni indicó que el gobierno actual está decidido a llevar adelante lo que había sido pedido por los brasileños: "Durante su campaña, el presidente insistió que iría a recuperar aquella decisión popular. Ningún gobierno tiene derecho a colocar en frente de una casa un cartel que diga: aquí puede entrar (a robar) porque no tenemos armas para defendernos. Yo como padre de siete hijos, en mi casa el delincuente no va a entrar. Solo si me matara".
-¿Cuántas armas tiene usted en su casa?
-Las suficientes, replicó el ministro.
Identificado sin fisuras con la ideología y las propuestas de Bolsonaro, Lorenzoni juzgó que las ONGs "internacionales" se preocupan de ver qué ocurre en Brasil "sin mirar la devastación en otros lugares ¡El Amazonas es nuestro!" enfatizó para indicar luego "ningún europeo puede venir a darnos lecciones medioambientales". Lorenzoni cree que ese asunto es propio de "buena parte de la izquierda del mundo que busca una excusa para herir al capitalismo".
Eleonora Gosman
Infobae
(Desde Brasilia) "La izquierda mundial perdió mucho en Brasil. Fue muy grave para ellos", analizó el ministro Onyx Lorenzoni, jefe del gabinete de Jair Bolsonaro, en una sala del cuarto piso del Palacio del Planalto donde recibió a Infobae y corresponsales extranjeros de New York Times, El País y la agencia Efe. Con un "chimarrao" (el mate gaúcho) y un termo sobre la mesa oval, fue todavía más contundente: "No vuelve al poder ni dentro de 20 años". El funcionario, que fue un activo diputado federal hasta asumir el cargo el 1º de enero de este año, hizo su interpretación de por qué el gobierno actual despierta recelos entre políticos socialdemócratas. "Es muy razonable que aquellos comprometidos con aquel proyecto de izquierda (el lulismo), tanto en Alemania, como en Francia, España o Italia, estén muy enojados con la población brasileña. Esa ciudadanía brasileña que no quiere entender que la izquierda se propone llevarlos al paraíso, con el ejemplo de Venezuela. Claro, un paraíso que en realidad se parece mucho al infierno".
De acuerdo con su visión, habría pruebas numéricas de ese "compromiso". "Les voy a dar cifras: el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) le prestó a países comunistas y socialistas de América Latina y Africa 17.400 millones de dólares. Ese dinero salió de los impuestos pagos por todos los brasileños". Sostuvo que, en ese contexto, para esas izquierdas "fue un disparate la elección del pueblo, que eligió un candidato independiente, de una alianza liberal-conservadora".
El perfil político del ministro es, precisamente, el de esa alianza que él menciona. Contó que él pertenece a la tercera generación de italianos que se instalaron en Río Grande del Sur, el estado provincial donde se concentra una parte importante de la comunidad italiana. Fue en la Universidad Federal de Santa María, en el interior gaúcho, donde se recibió de médico veterinario. Elegido diputado federal hace 13 años, fue un parlamentario muy activo, que presidió más de una comisión de investigación (CPI). Fue también el legislador que se ocupó de elaborar un detallado documento sobre combate a la corrupción en la Comisión que analizó que medidas establecer en esa lucha. Con todo, luego habría de reconocer que él mismo habría incurrido en la "irregularidad" de recibir fondos para su campaña de manos privadas, que no fueron declarados. Se trata de lo que en Brasil han bautizado como "Caja 2".
Otro elemento que caracterizó al ahora ministro coordinador fue su adscripción temprana al Partido del Frente Liberal (PFL), hoy transformado en Demócratas (DEM). Y sigue firme en esa agrupación de derecha que junto al partido de Bolsonaro, el Social Liberal (PSL) constituyen los pilares del gobierno.
-¿Cuál es la evaluación del gobierno sobre cómo condujo el caso del Lava Jato el ex juez Sergio Moro, actual ministro de Justicia, sobre todo a la luz de las revelaciones de diálogos por The Intercept que mostraría a Moro como un juez no "imparcial"?
– Tenemos ahí un oportunismo. Tratan de reabrir esa discusión. Es una tentativa de dar una alternativa para Lula. Pero Lula está preso y va a continuar preso, porque tiene numerosos procesos, uno peor que otro. El ex presidente va a continuar de condena en condena. En cuanto a los mensajes revelados por The Intercept, hasta ahora no vi nada grave que pusiera en peligro al Lava Jato. Esa fue también la opinión del ministro de la Corte Suprema Edson Fachin.
-Todo indica que van a continuar las filtraciones de diálogos entre Sergio Moro y los fiscales del Lava Jato. ¿Cuál es el impacto político que va a tener los próximos días en el Congreso? ¿No cree que eso puede llegar a paralizar al gobierno?
-Creo, claro está, que va a impactar en el Congreso brasileño. Incluso porque en su interior actúan las más diversas corrientes políticas. Es obvio entonces que habrá repercusiones. Lo que hemos dicho claramente es que la sociedad brasileña de manera amplia y mayoritaria entiende que todas esas maniobras tienen un objetivo: traer de vuelta lo que la sociedad brasileña ya no quiere más. Entonces, no es más que un sueño pueril de la izquierda latinoamericana que intenta traer de vuelta al PT al poder. Pero pueden estar seguros que no irán a retornar de aquí a dos décadas. Las elecciones municipales del próximo año van a reforzar este proceso de desalojo del PT, esta vez del Nordeste, que es el único bastión donde todavía resiste. Nosotros, los del DEM, fuimos estos años el único partido que hizo oposición consecuente al PT.
Preguntado sobre la decisión tomada por una comisión del Senado que estos días bloqueó el decreto que facilita el porte de armas por los brasileños, Lorenzoni explicó: "En realidad sabemos que lo que precedió a esa decisión parlamentaria fue una pelea ideológica. Esta cuestión de las armas siempre fue ideológicamente muy importante para la izquierda. Pero la determinación del presidente Bolsonaro fue siempre muy firme: hay que respetar el referendo celebrado en 2005. Y 66% de la población nacional votó por el derecho a la legítima defensa. Y los gobiernos de Lula, de Dilma Rousseff y de Michel Temer, jamás respetaron esa consulta popular".
Lorenzoni indicó que el gobierno actual está decidido a llevar adelante lo que había sido pedido por los brasileños: "Durante su campaña, el presidente insistió que iría a recuperar aquella decisión popular. Ningún gobierno tiene derecho a colocar en frente de una casa un cartel que diga: aquí puede entrar (a robar) porque no tenemos armas para defendernos. Yo como padre de siete hijos, en mi casa el delincuente no va a entrar. Solo si me matara".
-¿Cuántas armas tiene usted en su casa?
-Las suficientes, replicó el ministro.
Identificado sin fisuras con la ideología y las propuestas de Bolsonaro, Lorenzoni juzgó que las ONGs "internacionales" se preocupan de ver qué ocurre en Brasil "sin mirar la devastación en otros lugares ¡El Amazonas es nuestro!" enfatizó para indicar luego "ningún europeo puede venir a darnos lecciones medioambientales". Lorenzoni cree que ese asunto es propio de "buena parte de la izquierda del mundo que busca una excusa para herir al capitalismo".