La hipocresía de los Castro: nuevas denuncias por esclavitud y su histórica obsesión por Venezuela
A los casos de los médicos cubanos se le suman miles de casos en la propia Cuba. Los vínculos con Venezuela y "el castrismo" por sobre la ideología
Laureano Pérez Izquierdo
laureano@infobae.com
Se suponía que la Revolución acompañaría los sueños de la equidad. Que promovería el fin de la diabólica explotación capitalista. Y hasta que podría empujar al "imperialismo" hacia su ocaso. Melodía de sirenas para algunos cómodos espectadores. No obstante ello, ocurrió lo contrario. Cuba se convirtió con los años en tierra de esclavos y en una usina exportadora de sus métodos. Lo sufren los habitantes de la isla desde siempre; lo padecen los venezolanos desde hace años.
La esclavitud referida no es otra que el brutal sistema de empleo al que son sometidos miles de cubanos. El mecanismo habilita al régimen de Miguel Díaz-Canel y Raúl Castro a quedarse con la mayor parte de sus salarios. Una denuncia se presentó ante la Fiscalía de la Audiencia Nacional y ante la Presidencia del Parlamento Europeo la última semana en Madrid. Fue contra más de 300 empresas de aquel continente que poseen sus filiales en el paraíso caribeño.
Algo similar se había denunciado en Florida, Estados Unidos, con el programa de Máis Médicos en noviembre pasado. Es nada menos que el envío de profesionales de la salud a varios países del continente. En ese caso, Brasil. La demanda en esa oportunidad recayó sobre la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que actuaba como intermediaria y realizaba los pagos con groseros descuentos. Entre 2013 y 2018 el organismo retenía del pago del gobierno brasileño el 5 por ciento del sueldo de los médicos, en tanto que el estado se quedaba con la mayor tajada: el 85 por ciento del mismo. Tan sólo el 10 por ciento restante llegaba a los bolsillos de los galenos. Un régimen laboral revolucionario.
La acusación formal radicada en la capital española y en Bruselas es más amplia y abarca a empleados que padecen el recorte en la mismísima isla. Fue realizada por la flamante Mesa de Unidad Cubana (MUC), radicada en aquel país. Los apuntados son grupos hoteleros, firmas industriales, de servicio y bancos. Las compañías, de acuerdo a la presentación judicial, violarían los estándares más básicos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), bajo la excusa de ampararse en la Ley 118-2014 de Inversión extranjera.
Los integrantes de la MUC prometen golpear todas las puertas que sean necesarias para hacer conocer esta situación. "Queremos poner el acento en que este sistema es un sistema esclavista", dijo a Infobae Carlos Cano Escribá, músico de 48 años exiliado en España desde 1994 y secretario de la organización. "El poder económico es muy poderoso y somos escépticos con la justicia, porque hay cuestiones políticas en el medio".
La mayoría de las empresas europeas que desembarcaron en Cuba son españolas (269). El resto se reparte entre 42 italianas, 20 alemanas y 20 francesas, y luego 13 originarias de Austria, Bélgica, Bulgaria, Dinamarca, Eslovaquia, Estonia, Holanda, Irlanda, Noruega, Polonia, Portugal, República Checa y Suiza. Ninguno de estas administraciones permitiría en sus tierras que sus trabajadores reciban apenas entre el 3 y el 8 por ciento del total de sus salarios.
Bajo la normativa oficial, los contratados no pueden negociar nada con su patrón. Es el estado onmipresente quien se hace cargo de las condiciones de contratación. "El personal cubano o extranjero residente permanente en Cuba que preste servicios en las empresas mixtas, con excepción de los integrantes de su órgano dirección y administración, es contratado por una entidad empleadora propuesta por el Ministerio para la Inversión Extranjera y la Colaboración Económica y autorizada por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social", indica la primera ley (la 77-1995 en su artículo 33.1) que permitió el ingreso de capital extranjero a Cuba.
Es este órgano (para)estatal el que recibe las divisas por parte de la firma extranjera destinadas al salario de cada obrero. Luego del descuento -de más del 90 por ciento- el operario contará las escasas monedas que le queden. Pero ni siquiera en moneda extranjera, sino en pesos no convertibles. De los 690 dólares -promedio- que debería cobrar mensualmente, apenas consigue entre 25 y 40 dólares luego de la tajada castrista.
Y sigue: "Cuando las empresas mixtas o las empresas de capital totalmente extranjero, consideren que un determinado trabajador no satisface sus exigencias en el trabajo, pueden solicitar a la entidad empleadora que lo sustituya por otro". ¡Viva la Revolución!
¿Prestarán atención la Unión Europea, España y los otros países ante semejante atropello de los derechos humanos? La MUC pide una "revisión inmediata de los acuerdos de inversión y de las políticas empresariales". "Hay principios humanistas a los que suscriben las naciones europeas que sin embargo ante los negocios se dejan de lado. Es irónico que el sistema comunista sobreviva gracias al sistema supercapitalista. Es una nueva colonización", concluye Cano Escribá.
Además, sus autoridades exigieron poner fin al explícito doble estándar frente al cual se encuentran: "No pretendemos en ningún caso que se establezcan sanciones, sino que se obligue al gobierno de La Habana a aceptar el respeto a los derechos laborales y demás libertades que en Europa se promulgan y promueven, como condición previa a cualquier convenio", señalaron en el escrito.
En la última semana, el régimen recibió pésimas noticias. Una vez más Washington dispuso sanciones. Fue por al injerencia directa que Díaz–Canel y Castro ejercen sobre Venezuela y Nicaragua. "Cuba continúa desempeñando un papel desestabilizador en el Hemisferio Occidental", dijo el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin. Ese rol sobre todo queda en evidencia en Caracas, gobierno sobre el cual La Habana tiene plena ascendencia. Las amonestaciones podrían lastimar las finanzas de la isla. Sobre todo el sector del turismo y el comercio.
Pero la manía sobre el país continental no es una novedad. Se remonta a los primeros años de Fidel Castro en las alturas del poder. En explicación del periodista Pedro Corzo, exiliado político, "el modelo cubano no exporta una ideología, sino normas y fundamentos para la toma y la conservación del poder".
"La obsesión era de Castro, quien tenía una vocación imperial. Quería expandir su proyecto político, que no era el comunismo sino el castrismo, muy personalista", narra Corzo en diálogo con este medio. "Siempre quiso el petróleo que finalmente le dio Hugo Chávez. Lo consiguió no por las balas, sino por la traición de Chávez", añadió.
Esa tenacidad y tácticas por mantener el poder se manifiesta más que nunca en la actualidad, pese a la muerte de sus mentores. Cuba ha penetrado cada uno de los círculos de decisión de la vida política y de seguridad de Venezuela. A tal nivel le abrieron las puertas Chávez y Nicolás Maduro a los patrones isleños que el propio ejército -que alguna vez enorgulleciera a Simón Bolívar- hoy se ve sometido a las órdenes y a los soplones del castrismo.
A cambio, el Palacio de Miraflores paga sus cuentas con petróleo, pese al desmembramiento que padece el sector. Documentos analizados por la consultora S&P Global Platts revelan que PDVSA exportó 1.42 millones de barriles de crudo y productos combinados en mayo a la estatal Cubametales, frente a los 355.000 barriles de abril, cuadriplicando los envíos en tan solo un mes. Eso pese a que -de acuerdo a información económica de Datanalisis– la hemorragia en esa industria representó una pérdida de ¡26.680 millones de dólares sólo en 2018!
El idilio entre Castro y Chávez comenzó a gestarse allá por 1994. Los primeros enviados se infiltrarían en el país en 1999, en los inicios de la presidencia del hombre que se proclamó con el paladín del Socialismo del Siglo XXI. Un año después ambos dictadores darían un marco legal al intercambio de favores. Lo bautizaron pomposamente "Convenio Integral de Cooperación Cuba-Venezuela".
Sin embargo, la interferencia más palpable se inició en 2002, cuando el anciano comandante le recomendó al caudillo de Barinas ejercer mayor control sobre la población y los círculos que manejaban cuotas de poder. Ocurrió luego de la intentona uniformada que pretendió expulsarlo de Miraflores. Fue así que nacieron los Círculos Bolivarianos, inspirados en los Comités de Defensa de la Revolución nacidos en 1960. Una policía de conciencia. Esos círculos se convertirían, más tarde, en los descontrolados colectivos chavistas.
Infructuosamente, Castro había intentado conquistar tierra continental en reiteradas oportunidades desde su toma del poder en enero de 1959. Financió conspiraciones para derrocar a gobiernos democráticos, mecanizó manifestaciones violentas en la capital, armó y entrenó a grupos irregulares venezolanos y los acompañó con milicia propias en misiones suicidas.
Todos esos actos se produjeron entre julio de 1960 y 1969. En marzo de 1967 el mandamás caribeño lanzó desde el Palacio de la Revolución una sentencia que dejó en evidencia su plan: "Proclamamos una vez más nuestra simpatía y solidaridad sin vacilación alguna con los guerrilleros (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) que combaten en las montañas de El Bachiller, con los combatientes que en las ciudades desafían la represión y la furia de la tiranía". Esa tiranía no era otra cosa que el gobierno del socialdemócrata Raúl Leoni, elegido en las urnas por el pueblo.
En palabras de Corzo, el desembarco significó siempre "la avanzada del proyecto castrista en todo el continente". La "traición" de Chávez facilitó en parte esa embestida antidemocrática. "Hoy esa penetración es bien profunda, se presenta en todos los estamentos del desarrollo y la dinámica social".
Expertos en la perpetuidad y la conservación del poder, desde La Habana apuestan a mantener en lo más alto a Maduro. Lo ejecuta con las tácticas que más conoce: el control de los resortes de la inteligencia y de seguridad. Esas herramientas de intimidación todavía no fueron sacudidas desde el interior de las Fuerzas Armadas, también penetradas por los espías cubanos, calculados en miles dentro de Venezuela.
El dilema al que se enfrentan los popes del Palacio de la Revolución radica en saber cuándo y cómo partirán del continente. Debilitados económicamente ambos regímenes, las posibilidades de supervivencia de Caracas son casi nulas. El reloj corre para ambos aunque sean expertos en perdurar en el poder.
Laureano Pérez Izquierdo
laureano@infobae.com
Se suponía que la Revolución acompañaría los sueños de la equidad. Que promovería el fin de la diabólica explotación capitalista. Y hasta que podría empujar al "imperialismo" hacia su ocaso. Melodía de sirenas para algunos cómodos espectadores. No obstante ello, ocurrió lo contrario. Cuba se convirtió con los años en tierra de esclavos y en una usina exportadora de sus métodos. Lo sufren los habitantes de la isla desde siempre; lo padecen los venezolanos desde hace años.
La esclavitud referida no es otra que el brutal sistema de empleo al que son sometidos miles de cubanos. El mecanismo habilita al régimen de Miguel Díaz-Canel y Raúl Castro a quedarse con la mayor parte de sus salarios. Una denuncia se presentó ante la Fiscalía de la Audiencia Nacional y ante la Presidencia del Parlamento Europeo la última semana en Madrid. Fue contra más de 300 empresas de aquel continente que poseen sus filiales en el paraíso caribeño.
Algo similar se había denunciado en Florida, Estados Unidos, con el programa de Máis Médicos en noviembre pasado. Es nada menos que el envío de profesionales de la salud a varios países del continente. En ese caso, Brasil. La demanda en esa oportunidad recayó sobre la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que actuaba como intermediaria y realizaba los pagos con groseros descuentos. Entre 2013 y 2018 el organismo retenía del pago del gobierno brasileño el 5 por ciento del sueldo de los médicos, en tanto que el estado se quedaba con la mayor tajada: el 85 por ciento del mismo. Tan sólo el 10 por ciento restante llegaba a los bolsillos de los galenos. Un régimen laboral revolucionario.
La acusación formal radicada en la capital española y en Bruselas es más amplia y abarca a empleados que padecen el recorte en la mismísima isla. Fue realizada por la flamante Mesa de Unidad Cubana (MUC), radicada en aquel país. Los apuntados son grupos hoteleros, firmas industriales, de servicio y bancos. Las compañías, de acuerdo a la presentación judicial, violarían los estándares más básicos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), bajo la excusa de ampararse en la Ley 118-2014 de Inversión extranjera.
Los integrantes de la MUC prometen golpear todas las puertas que sean necesarias para hacer conocer esta situación. "Queremos poner el acento en que este sistema es un sistema esclavista", dijo a Infobae Carlos Cano Escribá, músico de 48 años exiliado en España desde 1994 y secretario de la organización. "El poder económico es muy poderoso y somos escépticos con la justicia, porque hay cuestiones políticas en el medio".
La mayoría de las empresas europeas que desembarcaron en Cuba son españolas (269). El resto se reparte entre 42 italianas, 20 alemanas y 20 francesas, y luego 13 originarias de Austria, Bélgica, Bulgaria, Dinamarca, Eslovaquia, Estonia, Holanda, Irlanda, Noruega, Polonia, Portugal, República Checa y Suiza. Ninguno de estas administraciones permitiría en sus tierras que sus trabajadores reciban apenas entre el 3 y el 8 por ciento del total de sus salarios.
Bajo la normativa oficial, los contratados no pueden negociar nada con su patrón. Es el estado onmipresente quien se hace cargo de las condiciones de contratación. "El personal cubano o extranjero residente permanente en Cuba que preste servicios en las empresas mixtas, con excepción de los integrantes de su órgano dirección y administración, es contratado por una entidad empleadora propuesta por el Ministerio para la Inversión Extranjera y la Colaboración Económica y autorizada por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social", indica la primera ley (la 77-1995 en su artículo 33.1) que permitió el ingreso de capital extranjero a Cuba.
Es este órgano (para)estatal el que recibe las divisas por parte de la firma extranjera destinadas al salario de cada obrero. Luego del descuento -de más del 90 por ciento- el operario contará las escasas monedas que le queden. Pero ni siquiera en moneda extranjera, sino en pesos no convertibles. De los 690 dólares -promedio- que debería cobrar mensualmente, apenas consigue entre 25 y 40 dólares luego de la tajada castrista.
Y sigue: "Cuando las empresas mixtas o las empresas de capital totalmente extranjero, consideren que un determinado trabajador no satisface sus exigencias en el trabajo, pueden solicitar a la entidad empleadora que lo sustituya por otro". ¡Viva la Revolución!
¿Prestarán atención la Unión Europea, España y los otros países ante semejante atropello de los derechos humanos? La MUC pide una "revisión inmediata de los acuerdos de inversión y de las políticas empresariales". "Hay principios humanistas a los que suscriben las naciones europeas que sin embargo ante los negocios se dejan de lado. Es irónico que el sistema comunista sobreviva gracias al sistema supercapitalista. Es una nueva colonización", concluye Cano Escribá.
Además, sus autoridades exigieron poner fin al explícito doble estándar frente al cual se encuentran: "No pretendemos en ningún caso que se establezcan sanciones, sino que se obligue al gobierno de La Habana a aceptar el respeto a los derechos laborales y demás libertades que en Europa se promulgan y promueven, como condición previa a cualquier convenio", señalaron en el escrito.
En la última semana, el régimen recibió pésimas noticias. Una vez más Washington dispuso sanciones. Fue por al injerencia directa que Díaz–Canel y Castro ejercen sobre Venezuela y Nicaragua. "Cuba continúa desempeñando un papel desestabilizador en el Hemisferio Occidental", dijo el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin. Ese rol sobre todo queda en evidencia en Caracas, gobierno sobre el cual La Habana tiene plena ascendencia. Las amonestaciones podrían lastimar las finanzas de la isla. Sobre todo el sector del turismo y el comercio.
Pero la manía sobre el país continental no es una novedad. Se remonta a los primeros años de Fidel Castro en las alturas del poder. En explicación del periodista Pedro Corzo, exiliado político, "el modelo cubano no exporta una ideología, sino normas y fundamentos para la toma y la conservación del poder".
"La obsesión era de Castro, quien tenía una vocación imperial. Quería expandir su proyecto político, que no era el comunismo sino el castrismo, muy personalista", narra Corzo en diálogo con este medio. "Siempre quiso el petróleo que finalmente le dio Hugo Chávez. Lo consiguió no por las balas, sino por la traición de Chávez", añadió.
Esa tenacidad y tácticas por mantener el poder se manifiesta más que nunca en la actualidad, pese a la muerte de sus mentores. Cuba ha penetrado cada uno de los círculos de decisión de la vida política y de seguridad de Venezuela. A tal nivel le abrieron las puertas Chávez y Nicolás Maduro a los patrones isleños que el propio ejército -que alguna vez enorgulleciera a Simón Bolívar- hoy se ve sometido a las órdenes y a los soplones del castrismo.
A cambio, el Palacio de Miraflores paga sus cuentas con petróleo, pese al desmembramiento que padece el sector. Documentos analizados por la consultora S&P Global Platts revelan que PDVSA exportó 1.42 millones de barriles de crudo y productos combinados en mayo a la estatal Cubametales, frente a los 355.000 barriles de abril, cuadriplicando los envíos en tan solo un mes. Eso pese a que -de acuerdo a información económica de Datanalisis– la hemorragia en esa industria representó una pérdida de ¡26.680 millones de dólares sólo en 2018!
El idilio entre Castro y Chávez comenzó a gestarse allá por 1994. Los primeros enviados se infiltrarían en el país en 1999, en los inicios de la presidencia del hombre que se proclamó con el paladín del Socialismo del Siglo XXI. Un año después ambos dictadores darían un marco legal al intercambio de favores. Lo bautizaron pomposamente "Convenio Integral de Cooperación Cuba-Venezuela".
Sin embargo, la interferencia más palpable se inició en 2002, cuando el anciano comandante le recomendó al caudillo de Barinas ejercer mayor control sobre la población y los círculos que manejaban cuotas de poder. Ocurrió luego de la intentona uniformada que pretendió expulsarlo de Miraflores. Fue así que nacieron los Círculos Bolivarianos, inspirados en los Comités de Defensa de la Revolución nacidos en 1960. Una policía de conciencia. Esos círculos se convertirían, más tarde, en los descontrolados colectivos chavistas.
Infructuosamente, Castro había intentado conquistar tierra continental en reiteradas oportunidades desde su toma del poder en enero de 1959. Financió conspiraciones para derrocar a gobiernos democráticos, mecanizó manifestaciones violentas en la capital, armó y entrenó a grupos irregulares venezolanos y los acompañó con milicia propias en misiones suicidas.
Todos esos actos se produjeron entre julio de 1960 y 1969. En marzo de 1967 el mandamás caribeño lanzó desde el Palacio de la Revolución una sentencia que dejó en evidencia su plan: "Proclamamos una vez más nuestra simpatía y solidaridad sin vacilación alguna con los guerrilleros (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) que combaten en las montañas de El Bachiller, con los combatientes que en las ciudades desafían la represión y la furia de la tiranía". Esa tiranía no era otra cosa que el gobierno del socialdemócrata Raúl Leoni, elegido en las urnas por el pueblo.
En palabras de Corzo, el desembarco significó siempre "la avanzada del proyecto castrista en todo el continente". La "traición" de Chávez facilitó en parte esa embestida antidemocrática. "Hoy esa penetración es bien profunda, se presenta en todos los estamentos del desarrollo y la dinámica social".
Expertos en la perpetuidad y la conservación del poder, desde La Habana apuestan a mantener en lo más alto a Maduro. Lo ejecuta con las tácticas que más conoce: el control de los resortes de la inteligencia y de seguridad. Esas herramientas de intimidación todavía no fueron sacudidas desde el interior de las Fuerzas Armadas, también penetradas por los espías cubanos, calculados en miles dentro de Venezuela.
El dilema al que se enfrentan los popes del Palacio de la Revolución radica en saber cuándo y cómo partirán del continente. Debilitados económicamente ambos regímenes, las posibilidades de supervivencia de Caracas son casi nulas. El reloj corre para ambos aunque sean expertos en perdurar en el poder.