La evolución del mercado… ¿hacia el modelo NBA?

Jonás Pérez
As
El mercado de fichajes en el panorama fútbol siempre se ha regido por la ley del más fuerte. A día de hoy así sigue siendo, pero año a año se empiezan a ver diferentes patrones que hacen pensar en un cambio de tendencia y la proximidad a un modelo completamente diferente: el de la NBA. Si bien es cierto que la reconversión total se antoja imposible, a lo largo del tiempo se han introducido matices que transforman la idea preconcebida del ida y vuelta y el poder del cheque como arma más eficaz.


Caso 1: los derechos televisivos

El primer paso para este cambio de tendencia radica en los derechos televisivos. Competiciones como la Premier League adoptan una filosofía que contribuye en la evolución del mercado actual: hasta el equipo más humilde ingresa una importante cantidad y la diferencia entre líder y colista es mucho menor que lo que se refleja posteriormente en los terrenos de juego. Dicho de otra manera, el hecho de que hasta los clubes de perfil más bajo tengan un importante ingreso económico facilita la continuidad de jugadores franquicia y la capacidad de resistencia ante una posible oferta de una potencia futbolística mundial.

Ejemplo: franquicias como Charlotte Hornets (Kemba Walker) o New Orleans Pelicans (Anthony Davis) han mantenido a jugadores de talla mundial a pesar de que no optaban en ningún caso al anillo de campeón. En el fútbol, mismamente ha sucedido con el Tottenham: ha sobrevivido durante varios veranos sin vender a sus estrellas aun a sabiendas de que podrían llover las ofertas en caso de levantar la mano. Eso sí, tal y como se expuso anteriormente, queda mucho para la onírica transformación y sigue repitiéndose la clásica marcha para cobrar más dinero o asumir nuevos retos.

Caso 2: los contratos

En Estados Unidos se cumple una ley vetada en el fútbol: si firmas un contrato, lo cumples. De hecho, es obligatorio. Si, por ejemplo, Pau Gasol firma dos años por un valor total de veinte millones, los cumplirá ya sea en una franquicia o en otra, a no ser que se acuerde una rescisión, cosa que también afectaría a las restricciones de límite salarial de las franquicias. Esto no se da, ni en principio se dará, en el panorama fútbol, pero cada vez es más frecuente el hecho de que los futbolistas se acerquen de una manera o de otra al vencimiento de la fecha marcada en el momento de la firma. El por qué es sencillo: ante la circunstancia de no necesitar vender para salvaguardar la viabilidad económica, los clubes declaran a sus jugadores intransferibles.

No es, por tanto, hasta la proximidad del vencimiento del contrato cuando las entidades se plantean un traspaso. Visto en la práctica, Eden Hazard no pudo salir del Chelsea años atrás, debido a que el club no necesitaba en ese momento la inyección de capital. Sin embargo, a la situación del jugador deseoso de salir y sin intención de renovar su continuidad se le une su finalización de contrato en 2020 y la historia da un giro de tuerca. En Londres sabían que había dos posibilidades: vender ahora e ingresar una importante cantidad o, por el contrario, amarrar a su estrella y que acabe saliendo sin dejar beneficio de por medio.

Con Kylian Mbappé parece que sucederá algo parecido. La operación para el Real Madrid a día de hoy implica una inversión altísima y el riesgo de que el PSG se cierre en banda. Sin embargo, el tiempo juega a favor de la entidad madridista, que sabe que en París levantarán el veto si ven que la intención del futbolista es no continuar. O permisividad o pérdida de un valor capital a coste cero.

En la NBA se ejecuta la misma idea. En cientos y cientos de casos, un jugador con contrato no ha podido salir de una franquicia por muy mal rumbo que tomara el barco. Por ejemplo, ha sucedido con Marc Gasol, que ha pasado varias temporadas en Memphis Grizzlies a sabiendas que el equipo no tenía ninguna opción de clasificarse para los Playoff. El pívot español, claro, había firmado un contrato y debía cumplirlo.

Pero el mejor supuesto es el reciente de Anthony Davis: el pívot de New Orleans llegará a los Lakers de LeBron James por tres jugadores y varias rondas del Draft. Temporada tras temporada, uno de los mejores interiores de la competición ha sufrido debacles en fase regular o tempranas eliminaciones en la postemporada debido al escaso potencial de su equipo. De nuevo, su estancia en Pelicans se ceñía al contrato firmado. Ahora, su franquicia ha echado la vista al futuro para comprobar que apenas existía la posibilidad de que renovara en 2020 y, por tanto, ha optado por intercambiarlo para sacar un rédito que no conseguiría el próximo verano.

Caso 3: los intercambios

Posiblemente este sea el mercado de fichajes en el que más rumorología hay en torno a hipotéticos cambios de cromos, que jamás se habían planteado años atrás. El intercambio entre Cillessen y Neto, la posibilidad de incluir a Rakitic, Umtiti o Dembele en la operación Neymar… La gran mayoría de incorporaciones siguen (y seguirán) siendo transacción directa de un club que paga a otro por adquirir unos derechos federativos, a diferencia de la NBA donde el trueque directo es la fórmula más común.

Sin embargo, varios datos hacen pensar que los intercambios no se van a implantar con asiduidad, pero sí van a ser más frecuentes a lo largo del tiempo. En un mercado desmedido, donde la mayoría de los clubes se mantienen firmes y no están dispuestos a dejar marchar a sus futbolistas a coste de saldo, realizar un trueque puede acabar siendo beneficioso para ambas partes. Trasladado al caso práctico, si el Barça acomete directamente la compra de Neymar, el desembolso que tendría que hacer superaría a buen seguro los 200 millones de euros.

Posteriormente, le tocaría esperar una oferta de otras entidades por alguno de sus futbolistas para que la operación fuese viable. ¿Habría algún club dispuesto a poner más de 100M€ por Dembele? Si en Can Barça incluyen directamente en la operación al extremo, se ahorrarían ese paso intermedio necesario para que ‘Ney’ volviese a vestir la elástica blaugrana.

En la NBA, los intercambios no suelen estar relacionados con el progreso económico, sino más bien con la planificación del presente y futuro deportivo de las franquicias. Los fichajes, de hecho, suponen en su mayoría un 'win-win', aunque de primeras no lo parezca. Véase regalar a un buen jugador a otro equipo para ahorrarse su salario, sacar provecho de un jugador que se iba a marchar, cambiar la dinámica a mitad de temporada e infinitos supuestos más en función de las diferentes circunstancias.

Caso 4: el Fair Play Financiero y el límite salarial

El famoso Fair Play Financiero trae de cabeza a las grandes potencias del continente. De hecho, en las últimas fechas ha entrado en vigor una normativa por la cual los clubes están obligados a gastar un máximo de cien millones de euros más de lo que venden. O, dicho de otra manera, para comprar hay que dejar salir. En la NBA hay otra normativa, que bien es comparable con el control económico de la UEFA: el límite salarial.

Las treinta franquicias tienen el mismo, lo que facilita la hipotética igualdad de los equipos. Hay casos y casos que acaban por echar por tierra el fantasioso concepto del todos iguales, pero, aun así, conlleva la existencia de ocho, nueve, diez potencias, capaces de ganar cualquier partido. Además, para que exista un desnivel primero tiene que darse una situación anómala. Aplicado a la realidad, Golden State Warriors congrega en plantilla a cinco estrellas mundiales como Curry, Klay Thompson, Draymond Green, Kevin Durant y Cousins, gracias a que varios de ellos han renunciado voluntariamente a cobrar el máximo salarial por pertenecer a un proyecto ganador.

En comparación con el fútbol actual, equivaldría a una salida de futbolistas de élite a precio asequible rumbo a un mismo club y que, una vez dentro, decidan cobrar una ficha menor a la que quizás puedan merecer con el fin del éxito colectivo. De este modo y exponiendo la regulación del Fair Play Financiero, la realidad es similar: para que un equipo consiga aunar en su plantilla a varias estrellas mundiales un mismo verano deberá renunciar a otros futbolistas de categoría de su misma plantilla para equilibrar las cuentas.

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