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La ejemplar historia de Elsa, la leona de dos mundos, y el triste final de sus padres humanos

Al revés que otros felinos, a ella no se la quiso domar. Sus dueños intentaron desandar el camino: devolverla al reino salvaje, una aventura que les acarreó fama mundial a los tres e inspiró el preservacionismo animal
La historia empieza en Kenia, entonces todavía colonia británica, el 1° de febrero de 1956, cuando George Adamson, Guardián de Caza en un inmenso parque nacional, salió en busca de un león "asesino de hombres" que estaba aterrorizando a la población local. En el camino, él y sus ayudantes, fueron atacados por una leona a la que se vieron forzados a matar, para luego descubrir que estaba amamantando a tres cachorras.



Para evitar que murieran de inanición, Adamson las recogió y se las llevó a su esposa, Joy. Ella, nacida como Friederike Victoria Gessner, en 1910, pero conocida como Joy Adamson, era de origen austríaco. Naturalista apasionada, estudiaba el comportamiento y la biología animal, y usaba su talento artístico para retratarlos.

TRAILER DEL FILM "NACIDA LIBRE"

Ambos amaban a los animales y Joy se empeñó desde el primer momento en alimentar y sacar adelante a las tres huérfanas; no resultó sencillo encontrar la temperatura justa de la leche, el ritmo y el modo de dársela. Pero finalmente logró que se alimentasen.

Semanas después, en parte por presión de las autoridades, debió desprenderse de dos de las leonas, que fueron destinadas al  zoológico de Rotterdam-Blydorp, quedándose con una, a la que llamó Elsa, en recuerdo de una amiga. 

Alimentando a Elsa
Alimentando a Elsa
Eran tiempos en que no existía aún la conciencia de la necesidad de preservar ciertas especies. Tampoco se encontraban los leones de Kenia amenazados en su supervivencia, pero el movimiento empezaba a esbozarse. Recordemos que, ya desde 1963, la zoóloga estadounidense Dian Fossey -inmortalizada en el film Gorilas en la niebla– estaba estudiando a los gigantescos primates herbívoros de los bosques de Congo y Ruanda. 

Pero si el caso de Elsa marcó un antes y un después en la mirada de la humanidad hacia estos animales salvajes fue porque por primera vez un ejemplar de felino se volvió individuo; hasta entonces, los leones eran sólo predadores, una amenaza, un peligro.
Para Joy y George Adamson, que no tenían hijos, Elsa se convirtió en un miembro de la familia, desde el primer momento. Más allá del interés científico que tenían por estas especies -la leona no fue el primer animal salvaje que domesticaron-, decidieron intentar con ella una aventura hasta entonces inédita.

Elsa junto a su madre, Joy Adamson
Elsa junto a su madre, Joy Adamson
Aunque Elsa fuese feliz con ellos, sentían que el animal necesitaba otra cosa. Había nacido libre y tenía derecho a seguir siéndolo. Por eso cuando las presiones sobre el guardaparque para que la enviara a un zoológico como a sus hermanas se volvieron demasiado fuertes, los Adamson decidieron intentar algo nunca hecho hasta entonces: devolver a Elsa a la vida salvaje. "Reentrenarla" para la supervivencia en su medio natural.

Cuando toman esa decisión, no había experiencia previa de la cual aprender. Hasta donde sabían, nadie había intentado lo que ellos iban a hacer. Tuvieron que improvisar. Pasaron semanas llevando a Elsa a largos paseos por la sabana, alentándola a cazar, haciéndola correr detrás de presas atadas al jeep y tratando de que se alejara de ellos.

Fueron días desgarradores porque Elsa es una leona criada por humanos, apegada a los Adamson, tremendamente hogareña. Aprende a cazar y lo disfruta, pero siempre vuelve a ellos y ellos no tienen el coraje para abandonarla por completo. No es sencillo para esta leona casera sobrevivir suelta porque la sabana es un mundo de animales en manada, un territorio ocupado y disputado, poco apto para el individuo solitario que es Elsa. ¿Podrá sobrevivir sin su familia humana? Es la atribulada pregunta que se hacen sus padres.

Los Adamson pasan gran angustia cuando finalmente un día Elsa se larga y no vuelve por varias semanas. Temen lo peor.

Hasta que, en Navidad, como un regalo, la leona vuelve al campamento con su cría. George Adamson anota en su diario que ver aparecer a Elsa al otro lado del río que bordeaba el campamento con sus tres cachorros fue el espectáculo más extraordinario de toda su vida.

Elsa con sus tres cachorros, en la tapa del segundo libro de Joy Adamson
Elsa con sus tres cachorros, en la tapa del segundo libro de Joy Adamson
También fue la muestra del éxito de la experiencia: siendo una leona doméstica, Elsa había logrado aparearse y concebir en su hábitat natural. George le dijo entonces a Joy: "Debes sentirte feliz y orgullosa de haber conseguido algo que nadie logró".

Fue por entonces que ella tuvo la feliz idea de escribir la historia de Elsa, de cómo había llegado a sus vidas, de cómo sobrevivió y de la lucha que ella y su marido emprendieron para devolverla a su mundo. El título, Nacida libre: una leona de dos mundos (Born free: a lioness of two worlds), resumía la motivación de los Adamson. Elsa había llegado al mundo como correspondía a su especie, en la sabana africana. A ese hábitat pertenecía y no era justo retenerla ni sacarla de él.
El libro se publicó en 1963 y fue best seller. Pronto fue adaptado al cine con enorme éxito. Es entendible: la experiencia de des-domesticar a un animal salvaje era algo nunca visto hasta entonces.}

En el film con el que Hollywood inmortalizó la historia, se da una visión rosa de la pareja: los Adamson se querían pero se llevaban muy mal y Joy decía abiertamente que nunca había amado a ningún hombre como amaba a Elsa. Se volvió fanática del animal. Era la pasión que la unía a George. Ambos adoraban a la leona y, como muchos matrimonios con sus hijos, siguieron conviviendo mientras la tuvieron con ellos.

Pero Elsa tuvo una vida muy corta. La película Born free se detiene en el momento en que la leona, luego de presentarles a sus padres su cría, se aleja con los tres cachorros y se pierde en el paisaje. 
La realidad fue otra: Elsa nunca volvió por completo al "otro" mundo. Jamás cortó el vínculo con los Adamson y periódicamente regresaba al que en definitiva era su hogar. A donde también pertenecía.

Y es por eso que, a diferencia de lo que hacen normalmente los felinos cuando se sienten morir, que es alejarse, aislarse, ella volvió al hogar cuando enfermó.

Joy estaba de gira, invitada a dar conferencias por la fama que le había deparado el libro. Nunca se perdonaría el no haber estado allí cuando su Elsa dejó este mundo. 

La leona estaba tan mal cuando llegó al campamento -fue atacada por un parásito- que George estuvo a punto de sacrificarla, pero luego decidió aguardar unos días con la esperanza de hacer venir un veterinario que pudiera salvarla.

Pero todo se precipitó. Cuando Elsa se derrumbó, con ayuda de sus asistentes, Adamson la llevó hasta su tienda y la acostó en su camastro. Pero cuando el animal se sintió morir, fue a echarse junto a George, apoyó la cabeza en su regazo y allí dio su último suspiro, que, según consignó él en sus notas, fue más bien "un gemido horrible".

"Mi Elsa se había ido, se había ido mi amiga más maravillosa y parte de mi vida que nada podría reemplazar", escribió él en su diario.
La leona de dos mundos fue sepultada en un sitio marcado con una lápida con su nombre. Había vivido sólo seis años. "Enterré a Elsa bajo un árbol. Hice que los guardias dispararan tres salvas en su honor".
En 1965, empezó el rodaje del film Born free, dirigido por James Hill y con el asesoramiento de los propios Adamson. Los protagonistas eran Virginia McKenna y Bill Travers, esposos en la vida real. La película obtuvo el Oscar por Mejor Canción (Born free) y Mejor Banda Sonora.

Virginia McKenna dijo años después que Elsa había cambiado el modo de pensar de mucha gente sobre los felinos.

Los primeros transformados fueron justamente Virginia y su esposo, protagonistas de un film que para ellos fue mucho más que una ficción. Permanecieron amigos de los Adamson para siempre y se involucraron en la lucha por la preservación de la especie, creando una fundación para ese fin. 

El afiche de la película que retrata la vida de Elsa

El rodaje se había iniciado con animales de circo, entrenados, pero había sido un fracaso: adiestrados para realizar ciertas acciones, no se podía filmar con ellos la clase de relación natural y espontánea que los Adamson tenían con Elsa. Fue George quien sugirió entonces traer a otros animales no adiestrados y él mismo se ocupó de manejarlos durante la filmación. 

George siempre se había lamentado por no haberse quedado con las hermanas de Elsa y haberles dado a esas leonas la misma oportunidad que a ella. Ahora, gracias a los buenos oficios de McKenna y de Travers, Adamson pudo conservar a tres de los 24 leones traídos para el rodaje y con ellos empezó una segunda etapa de la aventura.

Levantó un campamento especial para la rehabilitación de estos animales. A partir de esos tres ejemplares, George creó una manada de leones, la mejor vía para integrarlos en un territorio ya ocupado. En dos años, los leones se habían vuelto autosuficientes y libres. El éxito fue rotundo.

George Adamson junto a su amigo, el león Boy
George Adamson junto a su amigo, el león Boy
Pero en 1969, Boy, uno de los leones de George, protagonizó un incidente muy preocupante: estuvo a un tris de matar al hijo de un guardaparques. Eso fue una muy mala publicidad para el trabajo de Adamson y despertó una ola de críticas hacia su experimento. George se vio forzado a dejar el parque nacional, al negarse a sacrificar a Boy. Fue sólo un aplazamiento de la sentencia porque tiempo después el león mató a uno de sus ayudantes y Adamson lo sacrificó: "Boy, viejo amigo, adiós", escribió en su diario, donde también consignó que quería ser enterrado a su lado.
Creó entonces un campamento, bautizado Kora, en otra zona, más espinosa y rocosa, donde vivía en dos tiendas rústicas con un par de ayudantes y donde siguió su trabajo aunque con menor seguridad y protección de peligros externos.

En los siguientes veinte años, Adamson rehabilitó a unos 30 leones. El más famoso de ellos fue Christian, protagonista de uno de los primeros videos "virales". Se trataba de un león comprado por un par de amigos, John Rendall y Anthony Bourke, en la tienda Harrods, una excentricidad inimaginable hoy en día.

Lo criaron en un departamento y un sacerdote amigo les prestaba el parque detrás de la capilla para que el león pudiera tener algo de esparcimiento en el verde. Allí le construyeron una jaula cuando empezó a crecer, pero pronto se dieron cuenta de que era imposible seguir teniendo a un felino de esas dimensiones en pleno Londres.

Christian, el león comprado en Harrods
Christian, el león comprado en Harrods
Buscando una solución, oyeron hablar de la existencia de George Adamson y a él le enviaron al joven Christian. Meses después, el que ya era llamado "Padre de Leones" les contó que el león había superado con éxito su transición de lo doméstico a lo salvaje. Pero los amigos quisieron ir a verlo con sus propios ojos. Había pasado un año. George les advirtió que el león no los reconocería y que hasta existía el peligro de que los atacara. De modo que no se separó de ellos en ningún momento mientras recorrían la zona tratando de encontrar a su amigo.

Tremenda sorpresa se llevaron cuando Christian apareció y se abalanzó sobre sus antiguos dueños pero no para atacarlos sino para saludarlos con una efusión conmovedora. La escena dio la vuelta al mundo.

En 1980, Joy fue encontrada muerta en un camino. Tenía varias heridas cortantes y lo primero que se pensó fue que la había atacado un león. Pero la investigación policial determinó que había sido asesinada por un ex empleado despedido que se tomó venganza y la atacó con una espada africana de doble filo. "Ojalá hubiera sido un león", dijo George, la enterarse. Guardaba un gran afecto por su mujer pese a la ya larga separación. Tras organizar el funeral, Adamson esparció las cenizas de Joy sobre la tumba de Elsa, para que estuviesen juntas. "Ella -escribió George- siempre me decía que sentía que el espíritu de Elsa vagaba suelto y que influía directamente en los acontecimientos de su vida y de la mía".

Entretanto, las cosas habían cambiado mucho en el África. El crecimiento poblacional empezó a presionar sobre el hábitat animal, por la búsqueda de tierras para pastoreo y cultivo, que había que liberar de predadores y de cierta vegetación. Esto restringió mucho el área silvestre en la cual reinaba el león, que actualmente sí se encuentra amenazado en su supervivencia. 

En su cuaderno de notas, en sus últimos años, George escribió: "¿Quién cuidará de los animales en la reserva? ¿Quiénes alzarán su voz cuando a la mía se la lleve el viento?"

La voz de George Adamson fue acallada el 20 de agosto de 1989 por unos cazadores furtivos que estaban importunando a sus leones. En su camioneta, él salió a buscarlos, cargó contra ellos y lo acribillaron. Perdió el control del auto y lo estrelló contra un árbol, pero lo que lo mató fueron los disparos. Tenía 83 años.

George Adamson junto a Boy, en el campamento Kora
George Adamson junto a Boy, en el campamento Kora
El que por entonces ya era para todos "el padre de los leones", (Baba ya Simba en swahili), está sepultado entre ellos.

Varias fundaciones, alguna con su nombre, continúan el trabajo de Joy y George Adamson.

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