Hong Kong, entre el yugo chino y la lucha por la libertad: por qué se desvanece el proyecto de "un país y dos sistemas"

La "región especial" está en ebullición por un proyecto que abría la puerta a las extradiciones a la República Popular. A pesar de que la jefa ejecutiva Carrie Lam suspendió la iniciativa, las protestas siguen siendo masivas. La creciente tensión entre un Estado opresivo y una población cada vez menos dispuesta a tolerarlo

Darío Mizrahi
dmizrahi@infobae.com
"Un país, dos sistemas". Deng Xiaoping, sucesor de Mao Zedong al frente de China desde 1978, creó esa fórmula para negociar con el Reino Unido la cesión de Hong Kong en 1984. La idea era que esta región, que era colonia británica desde 1842, se incorporara a China —formando un solo país—, pero manteniendo un sistema político y económico diferenciado —dos sistemas—.


Bajo esta premisa, Hong Kong se convirtió el 1 de julio de 1997 en una "Región Administrativa Especial de China". El acuerdo implica que permanezca con un estatus que le garantiza cierta autonomía hasta 2047. Entre otras cosas, tiene una división de poderes que sería inaceptable para los estándares chinos, que a su vez garantiza previsibilidad para los actores económicos, y elige a su propio Ejecutivo, aunque de manera indirecta y supervisada por Beijing.


Hong Kong tiene un PIB per cápita de 50.540 dólares, el séptimo índice de desarrollo humano más alto del mundo y libertades civiles y políticas incomparables con las chinas. Pero hay una tensión permanente entre un régimen que pretende aumentar el control sobre esta región, corroyendo la vigencia de los dos sistemas, y una población activa, que no se siente parte de China y que hace todo lo posible para resistir.

"Hong Kong todavía tiene una gran autonomía. A diferencia de lo que ocurre en China continental, no hay control sobre internet, las universidades están libres de interferencias del gobierno y no hay censura de la prensa, aunque muchos están preocupados por la autocensura. Tiene su propia moneda y política monetaria, y un sistema judicial independiente, que sigue al common law (derecho anglosajón). No obstante, hay señales de una creciente influencia de Beijing. Los periódicos críticos tienen problemas para conseguir publicidad, las librerías que solían vender obras que cuestionan a China han cerrado, y quienes critican al país tienen dificultades para venir a Hong Kong", contó Joseph Bosco, profesor del Departamento de Antropología de la Universidad China de Hong Kong, en diálogo con Infobae.

En este contexto, un femicidio se convirtió en el catalizador del mayor movimiento de protesta en décadas, que desafía a las autoridades locales y continentales. En febrero de 2018, Chan Tong-kai, de 19 años, asesinó a su novia Poon Hiu-wing, de 20, que estaba embarazada. La estranguló en la habitación de un hotel de Taiwán, a donde habían ido para celebrar San Valentín. Puso el cuerpo en un una maleta, la dejó cerca de una estación de metro y regresó a Hong Kong.

Cuando los videos de las múltiples cámaras de seguridad lo mostraron como el principal sospechoso del crimen, la justicia ya no podía hacer demasiado. China no reconoce la autonomía de facto que tiene Taiwán, y aunque lo hiciera, serviría de poco, porque no hay acuerdo de extradición entre Beijing y Hong Kong.

Así surgió la iniciativa de la jefa ejecutiva Carrie Lam —máxima autoridad gubernamental—, que pretende habilitar la posibilidad de que Tong-kai sea enviado a Taipei para que se lo juzgue y su delito no quede impune. Pero la decisión desató el rechazo generalizado de la opinión pública, que lo ve como un caballo de Troya, que puede abrirle la puerta a futuras extradiciones de disidentes políticos.

Ante la magnitud de las movilizaciones que se produjeron desde principios de junio, y tras darse cuenta de que la represión sólo servía para aumentar su caudal, Lam pidió perdón por no haber sabido explicarse y anunció la suspensión del proyecto, aunque no su retiro definitivo.

"Los comentarios de la jefa ejecutiva fueron muy condescendientes. Se refirió a sí misma como una madre que hacía a sus hijos hacer cosas que ella creía que eran buenas para ellos, aunque no estuvieran de acuerdo en ese momento. Eso sugería que los hongkoneses, que desaprueban el proyecto, son como niños que no saben lo que es bueno para ellos. Además, el público quedó consternado por la violencia de la Policía, que designó a los eventos como motines, lo que significa que los arrestados podrían afrontar largas penas de prisión si son acusados. En los videos publicados en Internet se mostraron imágenes de agentes golpeando a una mujer joven que se encontraba en el suelo y no se resistía. Esta violencia suscitó más apoyo a los manifestantes y menos para la jefa", dijo a Infobae la antropóloga Nicole Constable, investigadora del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Pittsburgh.

Hong Kong todavía tiene una gran autonomía. No hay control sobre internet, a diferencia de lo que ocurre en China continental, las universidades están libres de interferencias del gobierno y no hay censura

La respuesta de la calle a esas palabras llegó el domingo pasado: fue la manifestación más masiva de todas. Participaron dos de las siete millones de personas que viven en la región y el impacto retumbó en todo el mundo.

"El tamaño de la protesta se duplicó entre los dos domingos porque la gente entendía que la suspensión era una táctica dilatoria, y porque estaba indignada por la brutalidad policial del miércoles anterior. Más importante aún, muchos empresarios que solían ser conservadores y apolíticos, salieron a protestar por primera vez en su vida. Cualquiera que tenga negocios en China está preocupado", explicó Victoria Hui, profesora del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Notre Dame, consultada por Infobae.

La oposición realizó este viernes una nueva marcha. Más allá de pedir que la extradición quede enterrada, ahora exigen la liberación de los jóvenes detenidos en los últimos días y la renuncia de Lam. El lugar elegido fue la sede de la policía, principal blanco de los reclamos junto con la titular del Ejecutivo.

"Creo que hay tres razones principales por las que las protestas crecieron después de la suspensión del proyecto de ley —dijo Constable—. Primero, porque no fue retirado completamente. Segundo, por lo que Lam dijo sobre la iniciativa y sobre las movilizaciones, y por cómo lo dijo. Tercero, por la violencia de la policía. El público ve el proyecto como parte de una pendiente resbaladiza que se dirige hacia 'un sistema y un país', no hacia 'un país y dos sistemas', como se aseguró en 1997″.

Una autonomía bajo amenaza

"La explicación de la fuerza de las protestas es que la propuesta de revisión de la ley de extradición se convirtió en un símbolo de la erosión de la autonomía y los derechos civiles en Hong Kong. Ha habido reclamos por otros signos de erosión en los últimos años, pero ninguno fue tan claro ni serio. Por ejemplo, muchos protestaron por la colocación de agentes de aduanas y de control de fronteras provenientes del continente en la nueva estación de ferrocarril de alta velocidad de Kowloon, porque eso significaba que una parte de la estación, y por tanto un trozo de tierra de la región, tenía que ser considerada legalmente parte del territorio continental. Si bien ese episodio no despertó un gran apoyo, y muchos casos anteriores eran ambiguos o pequeños, ha sido evidente la erosión gradual de la autonomía de Hong Kong", sostuvo Bosco.

El proyecto de extradición no sólo generó rechazo porque fue percibido como un intento por parte de Beijing de aumentar el control político sobre la región. Molestó especialmente que buscara intervenir sobre el Poder Judicial, que es quizás la institución en la que más se diferencia Hong Kong de China, donde los jueces responden en última instancia a los designios del Partido Comunista.

Bastante menor es la satisfacción de los hongkoneses con el Poder Ejecutivo, cuya elección es indirecta y suele ser más representativo de los intereses chinos que de la población local. Lo eligen los 1.200 integrantes del Comité Electoral, que en parte son votados por los ciudadanos de la región, repartidos en 28 circunscripciones, y en parte por grupos de interés que tienen a sus propios representantes en el organismo.

Quien gana la nominación en el Comité debe ser luego ratificado por el primer ministro chino. Lam lo fue el 1 de julio de 2017. Pero desde hace tiempo hay grupos que pugnan por una verdadera democracia en Hong Kong, que tienen mucha capacidad de movilización. Su principal reclamo es que el mandatario sea elegido a través del sufragio universal.

La propuesta de revisión de la ley de extradición se convirtió en un símbolo de la erosión de la autonomía y los derechos civiles en Hong Kong

Una reforma que iba en esa dirección, pero con candidatos preseleccionados por Beijing, desencadenó en 2014 el principal antecedente a las protestas que comenzaron en junio de este año: la Revolución de los Paraguas, llamadas así porque los manifestantes se identificaban con ellos en las marchas.

"Creo que no hay duda de que la autonomía de Hong Kong se ha ido erosionando bajo el modelo de 'un país, dos sistemas'. Esto es muy evidente cuando se observa la libertad de los medios de comunicación en la ciudad. Beijing tiene también una influencia considerable sobre los legisladores favorables al establishment, y a través de su Oficina de Enlace, ha prestado apoyo a sus candidatos. Los recientes acontecimientos en los que cinco libreros fueron secuestrados por las autoridades del continente muestran aún más el alcance de Beijing", dijo a Infobae Yew Chiew Ping, profesora de Estudios sobre la China Contemporánea en la Universidad de Ciencias Sociales de Singapur.

El caso de los libreros es muy clarificador respecto de los abusos que viene cometiendo el régimen chino, que se potenciaron desde la asunción de Xi Jinping en 2013, que implicó el pasaje hacia una era de mayor represión. Las víctimas tenían un pequeño local en Causeway Bay, el corazón comercial de Hong Kong. Allí vendían sátiras políticas sobre los gobernantes chinos, entre otros materiales críticos.

Los cinco aparecieron bajo arresto en China en 2016. Cuatro de ellos estaban supuestamente allí de visita, pero el quinto, Gui Minhai, estaba en Tailandia cuando desapareció. Todos fueron mostrados por la televisión china confesando delitos. Obviamente, fueron forzados a declarar en su contra. Los primeros fueron liberados, pero Minhai, que estuvo un tiempo en libertad, volvió a ser secuestrado en 2017 y nunca más volvió a aparecer.

"Bajo el liderazgo actual en China, una mayor autonomía para Hong Kong es imposible —dijo Bosco—. Beijing considera que esos llamamientos son parte de un complot para debilitar al país. Lo que es notable es que después de 1997, Beijing se alegró de dejar que Hong Kong gestionara sus propios asuntos, pero a medida que China se ha hecho más fuerte, y que la idea de que Hong Kong es parte de su territorio se ha ido dando por sentada, la siguiente generación de líderes chinos empezó a mostrarse irritada por su estatus especial. De hecho, la opinión generalizada en la China continental es que los residentes de Hong Kong están siendo infantiles, irrazonables y desagradecidos con la patria. Esta actitud está afectando la forma en que los funcionarios del continente tratan con la región, minando su autonomía mucho antes de que expiren los 50 años de estatus especial".

Imágenes de la represión

El deterioro es tan grande que cada vez más personas comienzan a considerar el exilio como una alternativa real. Para una comunidad que durante décadas se acostumbró a vivir en relativa libertad y prosperidad, la idea de quedar subsumida en el modelo chino resulta aterradora. De todos modos, la potencia de la reacción colectiva que se manifestó en las última semanas impide dar su causa por perdida.

"No era muy optimista antes de la protesta del 9 de junio, pero después del domingo pasado, tras ver el gran número de manifestantes, escuchar a Lam modificar su posición y observar las críticas a las que se ha enfrentado por parte de miembros actuales y anteriores del gobierno, soy un poco más optimista. No creo que se trate de lo que Beijing pueda conceder o permitir a Hong Kong, sino de lo que la gente pueda exigir. Temo por el futuro de Hong Kong, pero estoy profundamente impresionada por el activismo y la fuerza de su pueblo. Esto me da cierto grado de esperanza", concluyó Constable.

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