Ángel sin alas
Di María no terminó el partido, pero no por lesión: fue lo más flojo de una Selección de discreta para abajo, salió a los 45' y un sobrio De Paul lo dejó expuesto en el ST.
Martín Eula
Olé
Si la vida de Lionel Messi con la Selección Argentina ha sido de desencuentros, la de Ángel Di María a veces parece ser un suplicio. El rosarino volvió a tener un partido olvidable en Salvador, en el debut por la Copa América. Esta vez no fueron las malditas lesiones, los malditos desgarros que este cuerpo técnico quiso combatir con algún plan secreto para dosificar cargar. El plan fue un éxito: Angelito no se lesionó, terminó entero, pero en la cancha no aportó casi nada de lo que puede aportar, de lo que suele ofrecer cada fin de semana en el Paris Saint Germain.
Y, de hecho, esta vez no lo sacó de la cancha ninguna sobrecarga muscular ni nada por el estilo sino simplemente un rendimiento bajísimo de uno de los futbolistas a priori más importantes del equipo de Lionel Scaloni. Para que el deté lo dejara apenas 45 minutos en cancha... Lo de ADM fue muy flojo, definitivamente. No se mostró como opción jugando por momentos como extremo izquierdo de ataque y por otros como volante para defender por su banda en un 4-4-2. No recuperó, no desniveló con la pelota en el mano a mano, no le picó al vacío a Messi casi nunca o nunca y se mostró llamativamente errático con la pelota en los pies, con errores no forzados que no son esperables de un jugador de su categoría pero que se han visto otras veces en este contexto, el de una Selección sin demasiado rumbo, una Selección que a él a veces parece pesarle más que a ningún otro. De los tres históricos que puso Scaloni en ataque en el equipo, el zurdo fue el de peor performance incluso con actuaciones discretas como las del Kun Agüero y del propio Messi.
Encima, terminó quedando expuesto en el segundo tiempo: ya en el banco de suplentes. Claro, es que a Rodrigo De Paul, su reemplazo, le alcanzó con poco para ser una variante más interesante en ataque para la Argentina, con otra claridad, otra voluntad, sin los brazos caídos que mostró Angelito, que esta vez fue Desangelado Di María. Y eso que se trataba de su primer partido con la celeste y blanca en este nuevo ciclo, porque Scaloni no lo había llevado a las primeras giras y porque en el amistoso previo al debut por la Copa América de Brasil, contra Nicaragua, prefirió observar a otros jugadores. Así, a esta altura no está demasiado claro si el 11 volverá a ser titular este próximo miércoles (desde las 21.30) contra Paraguay en el Mineirao de Belo Horizonte.
¿Habrá estado más pendiente de no lesionarse que cumplir con la Selección? “La última vez que me citaron y me lesioné, psicológicamente me mató. Es más que nada la ansiedad lo que me lleva a tener esos problemas. Uno sabe que acá tiene poco tiempo para demostrar que puede ser titular y por eso das el 150%. En tu club es diferente. Tenés todos los días del año, vas manejando las cargas. Y a veces ya sabés que jugás. Acá tenés menos espacio para demostrar”, le decía a Olé en la previa al partido contra Colombia. Paradójicamente, este sábado en Brasil terminó entero pero mostrando una versión totalmente ida, sin el desborde ni la precisión que lo caracterizaron a lo largo de su carrera en Europa. Sufrió defensivamente con Cuadrado en esa línea de cuatro que por momentos formaba Scaloni y absolutamente nunca pudo desnivelar en el uno contra uno versus Stefan Medina, el lateral derecho de la selección cafetera.
En un equipo con varios jugadores sin demasiada experiencia en la Nacional, Di María estaba llamado a ser uno de esos tipos que apuntalaran a los nuevos junto a Messi, Agüero y Otamendi. No sólo no lo logró sino que los nuevos -inclusive un chico como De Paul para el que jugar de celeste y blanco es toda una novedad más allá de su pasado en Racing- fueron bastante más que él en un contexto muy deslucido del equipo, que ahora tendrá que subir la cuesta en una Copa América que ya pinta complicada de entrada...
Martín Eula
Olé
Si la vida de Lionel Messi con la Selección Argentina ha sido de desencuentros, la de Ángel Di María a veces parece ser un suplicio. El rosarino volvió a tener un partido olvidable en Salvador, en el debut por la Copa América. Esta vez no fueron las malditas lesiones, los malditos desgarros que este cuerpo técnico quiso combatir con algún plan secreto para dosificar cargar. El plan fue un éxito: Angelito no se lesionó, terminó entero, pero en la cancha no aportó casi nada de lo que puede aportar, de lo que suele ofrecer cada fin de semana en el Paris Saint Germain.
Y, de hecho, esta vez no lo sacó de la cancha ninguna sobrecarga muscular ni nada por el estilo sino simplemente un rendimiento bajísimo de uno de los futbolistas a priori más importantes del equipo de Lionel Scaloni. Para que el deté lo dejara apenas 45 minutos en cancha... Lo de ADM fue muy flojo, definitivamente. No se mostró como opción jugando por momentos como extremo izquierdo de ataque y por otros como volante para defender por su banda en un 4-4-2. No recuperó, no desniveló con la pelota en el mano a mano, no le picó al vacío a Messi casi nunca o nunca y se mostró llamativamente errático con la pelota en los pies, con errores no forzados que no son esperables de un jugador de su categoría pero que se han visto otras veces en este contexto, el de una Selección sin demasiado rumbo, una Selección que a él a veces parece pesarle más que a ningún otro. De los tres históricos que puso Scaloni en ataque en el equipo, el zurdo fue el de peor performance incluso con actuaciones discretas como las del Kun Agüero y del propio Messi.
Encima, terminó quedando expuesto en el segundo tiempo: ya en el banco de suplentes. Claro, es que a Rodrigo De Paul, su reemplazo, le alcanzó con poco para ser una variante más interesante en ataque para la Argentina, con otra claridad, otra voluntad, sin los brazos caídos que mostró Angelito, que esta vez fue Desangelado Di María. Y eso que se trataba de su primer partido con la celeste y blanca en este nuevo ciclo, porque Scaloni no lo había llevado a las primeras giras y porque en el amistoso previo al debut por la Copa América de Brasil, contra Nicaragua, prefirió observar a otros jugadores. Así, a esta altura no está demasiado claro si el 11 volverá a ser titular este próximo miércoles (desde las 21.30) contra Paraguay en el Mineirao de Belo Horizonte.
¿Habrá estado más pendiente de no lesionarse que cumplir con la Selección? “La última vez que me citaron y me lesioné, psicológicamente me mató. Es más que nada la ansiedad lo que me lleva a tener esos problemas. Uno sabe que acá tiene poco tiempo para demostrar que puede ser titular y por eso das el 150%. En tu club es diferente. Tenés todos los días del año, vas manejando las cargas. Y a veces ya sabés que jugás. Acá tenés menos espacio para demostrar”, le decía a Olé en la previa al partido contra Colombia. Paradójicamente, este sábado en Brasil terminó entero pero mostrando una versión totalmente ida, sin el desborde ni la precisión que lo caracterizaron a lo largo de su carrera en Europa. Sufrió defensivamente con Cuadrado en esa línea de cuatro que por momentos formaba Scaloni y absolutamente nunca pudo desnivelar en el uno contra uno versus Stefan Medina, el lateral derecho de la selección cafetera.
En un equipo con varios jugadores sin demasiada experiencia en la Nacional, Di María estaba llamado a ser uno de esos tipos que apuntalaran a los nuevos junto a Messi, Agüero y Otamendi. No sólo no lo logró sino que los nuevos -inclusive un chico como De Paul para el que jugar de celeste y blanco es toda una novedad más allá de su pasado en Racing- fueron bastante más que él en un contexto muy deslucido del equipo, que ahora tendrá que subir la cuesta en una Copa América que ya pinta complicada de entrada...