Qué difícil se hace, Faraón
Se despidió de la afición en casa dejando al Atleti segundo, matemático. 1-1 ante un Sevilla que sólo jugó la segunda parte. Marcaron Koke y Sarabia.
Patricia Cazón
As
U-ru-gua-yo.
Los abuelos tuvieron a Griffa. Los padres a Luiz Pereira. Nosotros, los hijos, te tuvimos a ti, Diego Godín, el futbolista que metió la cabeza entre el Barça de Messi, el Madrid de Cristiano. Esta no es una crónica de fútbol, que sí, claro que sí, un Atleti-Sevilla se juega. Uno busca el punto que le haga segundo. El otro seguir teniendo opciones de Champions. Fútbol en esta crónica que habla de cómo decir adiós a una leyenda. Podría escribirla la tela del brazalete de capitán, la hierba, la pelota o el mismito Calderón. Podría pero lo hace un grito, ese en la grada, que no se calla. 12 de mayo, Madrid. El Faraón se va pero antes deja un último servicio. Al Atleti segundo.
U-ru-gua-yo.
Hacerse mayor es aprender a despedirse, dicen. Simeone se ajusta la corbata sobre ese nudo que lleva en la garganta. El balón rueda. Esa canción empuja las piernas. U-ru-gua-yo. Crece en el segundo 34: Koke lanza un córner y Godín vuela, a punto de marcar, como aquella tarde en Barcelona. Sale volcado el Atleti sobre Vaclik pero es ahogar sin apretar. Ben Yedder lo hace como único punta del Sevilla. Un Sevilla deformado entre tanta baja y una temporada que se le ha hecho demasiado larga. Sin Escudero, es Gnagnon el lateral zurdo. Prueba el Mudo Vázquez los guantes de Oblak en su único disparo en la primera parte. No corre sino anda. Sin presión, sin intensidad, con Roque Mesa titular y un desastre. El Atleti domina con un Thomas dueño y señor, todo ocurre porque pasa antes por sus botas en este constante mirar a Godín, son tantas las gracias. Por ser, por estar, por el gol del Camp Nou. Su adiós en casa es una tarde de antes. De radio y toda la jornada a la vez. Un hermano se cuela en ella desde Bilbao: Raúl García acaba de hacer dos goles.
U-ru-gua-yo.
Qué alta suena hoy esa canción. Busca Morata el gol pero cae siempre en fuera de juego. Lo encuentra Koke, con fortuna. Quién si no. Su disparo lo roza Kjaer y se le cuela a Vaclik. Cómo da igual, importa cuándo, esta tarde. Tenía dedicatoria antes de jugar. “Hermano para ti”, dicen sus dedos. Y señalan a Godín.
U-ru-gua-yo.
Aleix Vidal entra por Kjaer y el movimiento de Gnagnon al centro de la defensa le cambia al Sevilla la cara cuando los otros resultados le quitan, matemático, la Champions. Griezmann busca, corre, se va de un defensa en un movimiento para asistir a Thomas, que dispara fuera. Entra Correa, con su alboroto y el francés le encuentra, pero en fuera de juego. El Sevilla de pronto despierta, se ve en medio de un partido y se pone a jugar. Con eso basta para no salir un rato del área de Oblak. Un achuchón y gol. Sarabia empala un balón desde la izquierda, de Aleix Vidal, y lo marca. El Sevilla vuelve a tener opciones de Champions. En el segundo achuchón no se pone 1-2 porque Sarabia envía fuera ese balón de Ben Yedder. Caparrós sienta a Roque Mesa que, a falta de fútbol, se dedica a dejarle moratones a Correa. Golpe aquí, golpe allá, sobrevolando la roja. El Sevilla aprieta.
U-ru-gua-yo.
Godín cae por falta de Aleix Vidal, Godín cae tras un golpe de Ben Yedder, Simeone alza los brazos pidiendo de nuevo ese grito.
U-ru-gua-yo.
Asoma una pancarta con su cara y un ‘2’ en el fondo sur cuando el Sevilla lo intenta una última vez, Aleix Vidal, para que la parada de Oblak de cada partido no falte en este homenaje. El árbitro pita el final. 1-1. El Atleti es segundo, lo logró. Esta ya es sólo la crónica de cómo decirle adiós a una leyenda. Que Godín se va y aquí quedan ocho títulos, sus dientes, nariz y un gol del cojo. Y esa es la mejor enseñanza que para siempre deja. Que por este escudo se mata pero sobre todo se muere.
Patricia Cazón
As
U-ru-gua-yo.
Los abuelos tuvieron a Griffa. Los padres a Luiz Pereira. Nosotros, los hijos, te tuvimos a ti, Diego Godín, el futbolista que metió la cabeza entre el Barça de Messi, el Madrid de Cristiano. Esta no es una crónica de fútbol, que sí, claro que sí, un Atleti-Sevilla se juega. Uno busca el punto que le haga segundo. El otro seguir teniendo opciones de Champions. Fútbol en esta crónica que habla de cómo decir adiós a una leyenda. Podría escribirla la tela del brazalete de capitán, la hierba, la pelota o el mismito Calderón. Podría pero lo hace un grito, ese en la grada, que no se calla. 12 de mayo, Madrid. El Faraón se va pero antes deja un último servicio. Al Atleti segundo.
U-ru-gua-yo.
Hacerse mayor es aprender a despedirse, dicen. Simeone se ajusta la corbata sobre ese nudo que lleva en la garganta. El balón rueda. Esa canción empuja las piernas. U-ru-gua-yo. Crece en el segundo 34: Koke lanza un córner y Godín vuela, a punto de marcar, como aquella tarde en Barcelona. Sale volcado el Atleti sobre Vaclik pero es ahogar sin apretar. Ben Yedder lo hace como único punta del Sevilla. Un Sevilla deformado entre tanta baja y una temporada que se le ha hecho demasiado larga. Sin Escudero, es Gnagnon el lateral zurdo. Prueba el Mudo Vázquez los guantes de Oblak en su único disparo en la primera parte. No corre sino anda. Sin presión, sin intensidad, con Roque Mesa titular y un desastre. El Atleti domina con un Thomas dueño y señor, todo ocurre porque pasa antes por sus botas en este constante mirar a Godín, son tantas las gracias. Por ser, por estar, por el gol del Camp Nou. Su adiós en casa es una tarde de antes. De radio y toda la jornada a la vez. Un hermano se cuela en ella desde Bilbao: Raúl García acaba de hacer dos goles.
U-ru-gua-yo.
Qué alta suena hoy esa canción. Busca Morata el gol pero cae siempre en fuera de juego. Lo encuentra Koke, con fortuna. Quién si no. Su disparo lo roza Kjaer y se le cuela a Vaclik. Cómo da igual, importa cuándo, esta tarde. Tenía dedicatoria antes de jugar. “Hermano para ti”, dicen sus dedos. Y señalan a Godín.
U-ru-gua-yo.
Aleix Vidal entra por Kjaer y el movimiento de Gnagnon al centro de la defensa le cambia al Sevilla la cara cuando los otros resultados le quitan, matemático, la Champions. Griezmann busca, corre, se va de un defensa en un movimiento para asistir a Thomas, que dispara fuera. Entra Correa, con su alboroto y el francés le encuentra, pero en fuera de juego. El Sevilla de pronto despierta, se ve en medio de un partido y se pone a jugar. Con eso basta para no salir un rato del área de Oblak. Un achuchón y gol. Sarabia empala un balón desde la izquierda, de Aleix Vidal, y lo marca. El Sevilla vuelve a tener opciones de Champions. En el segundo achuchón no se pone 1-2 porque Sarabia envía fuera ese balón de Ben Yedder. Caparrós sienta a Roque Mesa que, a falta de fútbol, se dedica a dejarle moratones a Correa. Golpe aquí, golpe allá, sobrevolando la roja. El Sevilla aprieta.
U-ru-gua-yo.
Godín cae por falta de Aleix Vidal, Godín cae tras un golpe de Ben Yedder, Simeone alza los brazos pidiendo de nuevo ese grito.
U-ru-gua-yo.
Asoma una pancarta con su cara y un ‘2’ en el fondo sur cuando el Sevilla lo intenta una última vez, Aleix Vidal, para que la parada de Oblak de cada partido no falte en este homenaje. El árbitro pita el final. 1-1. El Atleti es segundo, lo logró. Esta ya es sólo la crónica de cómo decirle adiós a una leyenda. Que Godín se va y aquí quedan ocho títulos, sus dientes, nariz y un gol del cojo. Y esa es la mejor enseñanza que para siempre deja. Que por este escudo se mata pero sobre todo se muere.