Netanyahu afronta una repetición de las elecciones si no suma mayoría antes del jueves

Miles de manifestantes de la oposición claman en Tel Aviv contra el retroceso de la democracia

Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
Si no logra conformar una mayoría parlamentaria suficiente antes de la medianoche del miércoles, Benjamín Netanyahu se enfrentará a una repetición de las elecciones legislativas que ganó el pasado 9 de abril. Cuando el plazo legal para la configuración de una coalición gubernamental está a punto de expirar, el primer ministro israelí aún no ha logrado un acuerdo entre los seis partidos del ala derecha de la Kneset (Parlamento). La oposición de centro-izquierda unida convocó en la noche del sábado a miles de manifestantes en Tel Aviv para protestar contra las amenazas que, según alerta, planean sobre la democracia en Israel.


Netanyahu no ha logrado aplacar por ahora el enfrentamiento sobre la legislación del servicio militar entre el exministro de Defensa y líder de Israel Nuestra Casa (cinco diputados), el ultraderechista laico Avigdor Lieberman, y los dos partidos ultraortodoxos judíos, que agrupan a 16 parlamentarios diputados en una Cámara de 120 escaños. Junto con el Likud (35) del primer ministro, la extremista Unión de Partidos de Derechas (cinco) y el centroderecha de Kulanu (cuatro) preveían garantizar la quinta investidura de Netanyahu como jefe de Gobierno tras un pacto de coalición avalado por 65 votos en la Kneset (Parlamento israelí). El proyecto de ley que establece el reclutamiento forzoso de un cupo de estudiantes de las yeshivas (escuelas rabínicas) ha emergido en las discusiones políticas, sin embargo, como un escollo aparentemente insalvable.

“El problema puede ser resuelto si hay buena voluntad (de los partidos). Este país no debe ser sometido a unas nuevas elecciones”, afirmó el primer ministro este domingo en la reunión semanal del Gabinete. “Pero parece que algunos así lo desean”. Netanyahu aludía a Lieberman, quien ha trazado una línea roja respecto al “reparto de las cargas de la defensa” entre los ciudadanos, durante las negociaciones para la formación de una coalición. Los jaredíes o ultrarreligiosos, que representan un 11% de la población de Israel (cerca de nueve millones de habitantes), son la comunidad judía con mayor crecimiento demográfico dada su alta tasa de natalidad. Los jóvenes ultraortodoxos se hallan exentos del alistamiento a filas, obligatorio para hombres y mujeres en el Estado judío, mientras estudian en las yeshivas.

“El Likud ha comenzado a prepararse para unas eventuales elecciones, dado que Lieberman sigue insistiendo en su postura”, aseguraba la dirección del partido conservador del primer ministro en un comunicado difundido el domingo. Si Netanyahu no notifica oficialmente al presidente Reuven Rivlin antes de que concluya la jornada del jueves que ha logrado sumar una mayoría parlamentaria, el jefe del Estado puede encargar la formación de Gobierno a otro dirigente político. El líder de la oposición, el exgeneral Benny Gantz, ya reconoció tras las elecciones que solo podía contar con los 35 diputados de su alianza centrista Azul y Blanco, y con los 10 de los dos partidos de la izquierda. Aunque sumase el apoyo de los 10 escaños de los dos partidos árabes, tampoco lograría superar los votos de la derecha en la Kneset.
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El analista político Yaron Deckel considera que la crisis política es real y no esconde una estratagema del primer ministro para acelerar el acuerdo. “Netanyahu ha tardado demasiado en abordar las negociaciones sobre la ley del servicio militar, tal vez por un exceso de arrogancia”, interpreta Deckel. “Por eso surgen dudas en torno a la repetición de las elecciones”.

La amenaza de la convocatoria de nuevos comicios —Netanyahu puede instar la disolución de la Cámara con la presentación de una ley específica— puede forzar un compromiso en el último momento. Pero Lieberman parece seguir firme en su convicción de no aceptar la imposición de un “Estado de la Halajá (ley religiosa judía)”, en el Estado judío. “Si no se acepta nuestra oferta de aprobar la norma sobre alistamientos, habría que repetir las elecciones”, sostiene en un comunicado publicado en Facebook.

Mientras las espadas siguen en alto en el seno de la derecha, las fuerzas de centroizquierda han conseguido su mayor éxito de movilización desde las legislativas del abril. Los ciudadanos que se concentraron en la noche del sábado en la plaza del Museo de Tel Aviv escucharon el llamamiento del centrista Gantz a “impedir que Israel se convierta en el patio privado de una familia real, en una especie de sultanato”. Su alusión al largo mandato de Netanyahu —que se dispone a superar dentro de dos meses el récord de más de 13 años en el poder de David Ben Gurion, fundador del Estado judío— fue seguida por miles de manifestantes, muchos de ellos tocados con un fez, el gorro de los turcos bajo el Imperio Otomano. Yair Lapid, número dos de Azul y Blanco, afirmó ante la multitud congregada en Tel Aviv: “No permitiremos que Netanyahu se transforme en un dictador como (Recep Tayyip) Erdogan (presidente de Turquía). No está por encima de la ley”.

A los líderes de centro les siguieron en el estrado los dirigentes del laborismo y la izquierda pacifista. También estuvo presente, en un inusual signo de unidad de acción de la oposición, el parlamentario árabe Ayman Odeh, quien apeló a una alianza entre judíos y árabes (palestinos integrados en Israel, que representan una quinta parte de la población). “Sin igualdad no puede haber democracia”, advirtió.

Netanyahu ha introducido en la negociaciones para la formación de la coalición gubernamental proyectos de reformas legales para garantizar inmunidad procesal al primer ministro durante el ejercicio de su cargo y para limitar las competencias del Tribunal Supremo, que en Israel revisa también la constitucionalidad de las leyes aprobadas por la Kneset.

El fiscal general, Avichai Mandelblit, ha aplazado hasta octubre el trámite de audiencia a Netanyahu previo a su previsible inculpación por fraude y soborno en tres casos investigados por la brigada anticorrupción de la policía. El líder del Likud niega todas las acusaciones, que atribuye a la “caza de brujas” desatada por la izquierda y por la prensa para descabalgarle del poder.
La fragmentada derecha israelí
Llkud (conservador).

Con 35 diputados sobre un total de 120, el partido de Benjamín Netanyahu es la fuerza derechista dominante, aunque dista de ser un bloque monolítico. El líder indiscutido no se vería obligado a renunciar mientras no haya sentencia firme en su contra. Su predecesor, Ehud Olmert, fue condenado por corrupción en 2015, seis años después de su imputación. Desde la oposición de centroizquierda se acusa al primer ministro de intentar blindarse desde el poder mediante una reforma legal que le garantice inmunidad.
Kulanu (centroderecha laico)

El partido del ministro de Finanzas, Moshe Kahlon, sufrió un serio revés en las urnas. Su líder se plantea regresar a la disciplina del Likud, de donde salió en 2013, a cambio de conservar la principal cartera económica, en un periodo en el que el crecimiento y el empleo dan señales de frenarse.
Ultraortodoxos

La Unión por la Torá y el Judaísmo (askenazi) y Shas (sefardí) son las dos fuerzas políticas más votadas por los jaredíes. Los ultraortodoxos exigen que se mantenga la exención general de reclutamiento para los estudiantes de las yeshivas, que la nueva norma deroga al imponer cuotas de reemplazo a estas escuelas rabínicas. El Tribunal Supremo fijó el mes de julio como plazo límite para la aprobación definitiva de una ley que garantice igualdad de obligaciones entre los ciudadanos frente al servicio militar.
Israel, Nuestra Casa (ultraconservador laico)

El partido del exministro de Defensa Avigdor Lieberman ha convertido la ley de reclutamiento en su principal bandera política. También amenaza con bloquear la mayoría absoluta de la derecha: sus cinco votos en la Kneset son claves para la investidura de Netanyahu.
Unión de Partidos de Derecha (nacionalistas religiosos)

El líder de esta alianza ultraderechista, Rafi Peretz, es un antiguo rabino jefe de las Fuerzas Armadas. Se ha coaligado con representantes de los colonos radicales en Cisjordania y con Poder Judío, heredero de un partido racista proscrito hace 30 años. Defiende la anexión de los asentamientos en territorio palestino ocupado.

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