Mauricio Macri utiliza una gran inauguración de obra pública para fustigar a Cristina Fernández de Kirchner
La apertura de un nuevo corredor vial en Buenos Aires coincide con la segunda jornada del juicio por presunta corrupción contra la expresidenta
Federico Rivas Molina
Buenos Aires, El País
Las escenas no pudieron ser más dispares. Por un lado, el presidente Mauricio Macri, rodeado de altos funcionarios, inauguró el Paseo del Bajo, una autopista bajo nivel que corre paralela al Río de la Plata y es una de las mayores obras de infraestructura que se construye en Buenos Aires desde hace al menos 50 años. Por el otro, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner se sentó por segunda vez en el banquillo ante el tribunal que la juzga por presunta corrupción en el reparto de los contratos de obra pública durante su gobierno. En Argentina todo huele a campaña electoral, y Macri tuvo este lunes su día de gloria.
Macri no nombró a su rival político, pero ante la nueva obra dijo que él representa a una Argentina donde el dinero del Estado no termina “en manos de unos vivos, en bolsos que vuelan por los aires". Los bolsos de referencia son los de José López, el exsecretario de Obra Pública de Kirchner. En julio de 2016, el exfuncionario intentó ocultar 9 millones de dólares que arrojó sobre la cerca de un convento de las afueras de Buenos Aires. Un vídeo captó toda la escena, el personaje quedó detenido y los “bolsos de López” fueron desde entonces el azote del kirchnerismo. Macri recordó la escena este lunes, por si alguien la había olvidado.
El presidente llegó al Paseo del Bajo a bordo de un camión con acoplado, acompañado por la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, y el jefe del gobierno de la capital, Horacio Rodríguez Larreta. Tomó el micrófono, apoyó su mano en el asfalto recién colocado y disparó otra vez contra el kirchnerismo: “Esto no es relato; este pavimento es real, está bien hecho, es rugoso y va a durar muchos años sin siquiera tener que mantenerlo, y esto le empieza a cambiar la vida a mucha gente”. La frase, corta, fue un disparo a repetición. El “relato” fue aquel discurso combativo que durante 12 años sostuvo la mística del kirchnerismo. El asfalto “bien hecho” es diferente a aquel de mala calidad que, según Macri, usaba el gobierno anterior y que no duraba “muchos años”. La vida de los argentinos “empieza a cambiar” desde este lunes, porque a estas alturas la crisis económica ha obligado a Macri a prometer mucho para el futuro y referirse apenas al pasado cercano.
Cristina Kirchner estaba a esa misma hora, cerca de las 10 de la mañana, a unas pocas decenas de metros de allí, en los tribunales federales de Comodoro Py. No escuchó a Macri, sino a los fiscales que leían la acusación que pesa sobre ella y los exfuncionarios de su Gobierno vinculados a la obra pública. Como en la primera jornada, el martes pasado, Kirchner se sentó en la última fila de la sala, lejos de quien fuera su ministro de Infraestructura, Julio de Vido, y Lázaro Báez, el empresario constructor acusado de enriquecerse con sus favores. Entre los investigados está también José López, el hombre de los bolsos, convertido en “arrepentido” a cambio de beneficios judiciales. Los tres están presos. Kirchner evitó hasta ahora la cárcel porque sus fueros de senadora la protegen.
Faltan tres meses para las elecciones primarias que definirán a los candidatos que pelearán por la presidencia de Argentina el 27 de octubre. Macri está por debajo en todos los sondeos contra Kirchner, quien desde hace una semana es la candidata a vicepresidenta de Alberto Fernández, su ex jefe de Ministros. La jugada de Kirchner, de ajedrez, la puso otra vez en la primera línea de la política y obligó a Macri, que irá por su reelección, a recuperar la iniciativa. El Paseo del Bajo cumplió este lunes ese papel.
Se trató de una obra de gran envergadura. Costó unos 15 millones de dólares y los primeros planos se realizaron en 1962. Las crisis recurrentes y las dictaduras militares impidieron cualquier progreso y convirtieron la zona costera de la ciudad en un caos de autos y grandes camiones que entran y salen de Buenos Aires. El nuevo corredor sacó desde ayer a todos esos camiones y buses de larga distancia de las avenidas. La mejora ha sido evidente para los vecinos y todos aquellos que cada día ingresan desde el extrarradio para trabajar en la capital. La duda es si también será suficiente como arma electoral del macrismo.
Federico Rivas Molina
Buenos Aires, El País
Las escenas no pudieron ser más dispares. Por un lado, el presidente Mauricio Macri, rodeado de altos funcionarios, inauguró el Paseo del Bajo, una autopista bajo nivel que corre paralela al Río de la Plata y es una de las mayores obras de infraestructura que se construye en Buenos Aires desde hace al menos 50 años. Por el otro, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner se sentó por segunda vez en el banquillo ante el tribunal que la juzga por presunta corrupción en el reparto de los contratos de obra pública durante su gobierno. En Argentina todo huele a campaña electoral, y Macri tuvo este lunes su día de gloria.
Macri no nombró a su rival político, pero ante la nueva obra dijo que él representa a una Argentina donde el dinero del Estado no termina “en manos de unos vivos, en bolsos que vuelan por los aires". Los bolsos de referencia son los de José López, el exsecretario de Obra Pública de Kirchner. En julio de 2016, el exfuncionario intentó ocultar 9 millones de dólares que arrojó sobre la cerca de un convento de las afueras de Buenos Aires. Un vídeo captó toda la escena, el personaje quedó detenido y los “bolsos de López” fueron desde entonces el azote del kirchnerismo. Macri recordó la escena este lunes, por si alguien la había olvidado.
El presidente llegó al Paseo del Bajo a bordo de un camión con acoplado, acompañado por la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, y el jefe del gobierno de la capital, Horacio Rodríguez Larreta. Tomó el micrófono, apoyó su mano en el asfalto recién colocado y disparó otra vez contra el kirchnerismo: “Esto no es relato; este pavimento es real, está bien hecho, es rugoso y va a durar muchos años sin siquiera tener que mantenerlo, y esto le empieza a cambiar la vida a mucha gente”. La frase, corta, fue un disparo a repetición. El “relato” fue aquel discurso combativo que durante 12 años sostuvo la mística del kirchnerismo. El asfalto “bien hecho” es diferente a aquel de mala calidad que, según Macri, usaba el gobierno anterior y que no duraba “muchos años”. La vida de los argentinos “empieza a cambiar” desde este lunes, porque a estas alturas la crisis económica ha obligado a Macri a prometer mucho para el futuro y referirse apenas al pasado cercano.
Cristina Kirchner estaba a esa misma hora, cerca de las 10 de la mañana, a unas pocas decenas de metros de allí, en los tribunales federales de Comodoro Py. No escuchó a Macri, sino a los fiscales que leían la acusación que pesa sobre ella y los exfuncionarios de su Gobierno vinculados a la obra pública. Como en la primera jornada, el martes pasado, Kirchner se sentó en la última fila de la sala, lejos de quien fuera su ministro de Infraestructura, Julio de Vido, y Lázaro Báez, el empresario constructor acusado de enriquecerse con sus favores. Entre los investigados está también José López, el hombre de los bolsos, convertido en “arrepentido” a cambio de beneficios judiciales. Los tres están presos. Kirchner evitó hasta ahora la cárcel porque sus fueros de senadora la protegen.
Faltan tres meses para las elecciones primarias que definirán a los candidatos que pelearán por la presidencia de Argentina el 27 de octubre. Macri está por debajo en todos los sondeos contra Kirchner, quien desde hace una semana es la candidata a vicepresidenta de Alberto Fernández, su ex jefe de Ministros. La jugada de Kirchner, de ajedrez, la puso otra vez en la primera línea de la política y obligó a Macri, que irá por su reelección, a recuperar la iniciativa. El Paseo del Bajo cumplió este lunes ese papel.
Se trató de una obra de gran envergadura. Costó unos 15 millones de dólares y los primeros planos se realizaron en 1962. Las crisis recurrentes y las dictaduras militares impidieron cualquier progreso y convirtieron la zona costera de la ciudad en un caos de autos y grandes camiones que entran y salen de Buenos Aires. El nuevo corredor sacó desde ayer a todos esos camiones y buses de larga distancia de las avenidas. La mejora ha sido evidente para los vecinos y todos aquellos que cada día ingresan desde el extrarradio para trabajar en la capital. La duda es si también será suficiente como arma electoral del macrismo.