Los peores problemas de Ferrari no solo están en el coche

En crisis tras las seis victorias de Mercedes, han tenido fallos graves en ejecución y ni siquiera alcanzan los resultados propios del segundo mejor coche.

Jesús Balseiro
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El grave error de Ferrari en la clasificación del GP de Mónaco, impidiendo un segundo intento de vuelta rápida para Charles Leclerc que a la postre le dejó eliminado en la Q1, parece la gota que colma el vaso entre la lista de problemas de Maranello. La Scuderia está en crisis, cinco dobletes consecutivos y la sexta victoria para Mercedes han hecho mucho daño en Maranello, a pesar de que se transmita que hay confianza en reengancharse al campeonato.


El SF90 ha decepcionado, es obvio, porque en la pretemporada parecía la referencia y en competición sólo se comportó como tal en Bahréin. Sufren mucho para que los neumáticos alcancen la temperatura correcta, en parte porque Pirelli los ha modificado en comparación con 2018 y quizás ahora sonríen más a Mercedes, pero también porque han optado por un diseño que hace al monoplaza muy eficiente en recta (el mejor en ese apartado) generando menos carga aerodinámica y, de esta manera, menos agarre en el asfalto.

Pero no todos los males de Ferrari están en su coche. Hasta ahora han mostrado debilidad en facetas como la ejecución de los fines de semana y las carreras, ciertas decisiones estratégicas, las polémicas órdenes de equipo o la gestión del ego de sus pilotos. Por ejemplo, en Bakú se recuerda el accidente de Leclerc en clasificación, pero no tanto que el monegasco andaba con prisas para lograr un buen tiempo porque sus ingenieros habían decidido salir a marcar un crono sin el neumático más blando.

El duelo Leclerc-Vettel tampoco ayuda. Seb no termina de encontrarse cómodo, es evidente, pero desde la prensa italiana (y desde los entornos de la escudería) empieza a formarse ese torbellino que en su día terminó con Alonso fuera de Maranello, obviando que el alemán es un tetracampeón del mundo y, de momento, su apuesta experimentada para seguir luchando por los títulos. Y a Charles le pueden entrar las dudas mientras llegan los mensajes de radio que le han obligado a dejarse pasar (en Barcelona lo hicieron dos veces entre ambos, como en China, arruinando los neumáticos mientras se perseguían mutuamente). Tampoco ayuda que las líneas de pilotaje de cada uno son muy diferentes, y es complicado que un set-up común favorezca a los dos.

La impresión es que Mercedes siempre sabe extraer el máximo de su monoplaza, que cuando tiene prestaciones para hacer primero y segundo lo consigue, mientras Ferrari, con el segundo coche de la parrilla, todavía no ha sido capaz de firmar un tercer y cuarto puesto. Él éxito de Mercedes también se basa en la armonía dentro del garaje, el entendimiento entre ingenieros y pilotos para trabajar los reglajes o las dinámicas de trabajo de equipo campeón.

De momento la figura de Mattia Binotto al frente sigue siendo sólida, en parte porque lleva más de dos décadas en el universo Ferrari y su perfil técnico parece conveniente en este periodo. Pero en el paddock se le ve solo, sin mucha gente en la que delegar, aunque él lo niega: "Mi papel es dirigir la escudería al completo, y cuando era director técnico ya tenía un papel de dirección en esta organización. Pero hay gente en Maranello apoyándome en el aspecto técnico, y en la pista está Laurent Mekies dirigiendo las operaciones, que es algo que yo sí hacía el año pasado". De hecho, se empieza a rumorear que Simone Resta, ahora director técnico de Alfa Romeo, puede regresar a la casa del Cavallino Rampante.

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