Keylor: crónica de una injusticia
Tomás Roncero
Madrid, AS
Cuando Jugones de La Sexta adelantó que el club ya ha comunicado a Keylor Navas que no seguirá en el Madrid la próxima temporada, me entró un escalofrío acompañado de una mueca de rabia. No me parece justo. Soy el primero que aplaudí el fichaje de Courtois por un precio-ganga, pese a llegar con la vitola de Mejor Portero del Mundial de Rusia. Los 35 millones de euros fijados por el Chelsea justificaban la contratación. También me gustó que el club ampliase el contrato de Keylor, de 2020 a 2021, a mitad de curso. Me pareció una demostración de confianza muy elogiable. Pensé: "Ahora el Madrid tendrá dos porteros de talla mundial para los próximos años". Con el regreso de Zidane al banquillo del Bernabéu imaginé que el costarricense lo celebraría en la intimidad con su familia, dado que es sabido que el francés siempre creyó en sus posibilidades. Tres Champions consecutivas contemplan al tico.
Por eso, anunciarle que no seguirá me entristece. El destino ha querido que sea ante el Betis, justo el equipo ante el que se reivindicó tres días antes de la noche del famoso fax al pararle un penalti a Rubén Castro que logró que todo el Bernabéu corease su nombre. No es razonable desprenderse de uno de tus seguros de vida en la portería. Ahora tocará rezar para que Courtois no tenga ningún percance físico la próxima temporada. Si el belga sufre una lesión, ¿el gran megaproyecto de Zidane reposaría en los guantes del inexperto Lunin o de su hijo Luca? No parece la medida más inteligente.
Sinceramente, llama la atención que Zizou esté partiéndose la cara por jugadores como Marcelo o Kroos, cuyo rendimiento está dejando mucho que desear, y que no vaya a cuadrarse ante la autoridad para evitar el peligroso adiós del tico. Una medida no sólo antipopular, sino de alto riesgo desde el punto de vista deportivo. Definitivamente, no vamos bien…
Madrid, AS
Cuando Jugones de La Sexta adelantó que el club ya ha comunicado a Keylor Navas que no seguirá en el Madrid la próxima temporada, me entró un escalofrío acompañado de una mueca de rabia. No me parece justo. Soy el primero que aplaudí el fichaje de Courtois por un precio-ganga, pese a llegar con la vitola de Mejor Portero del Mundial de Rusia. Los 35 millones de euros fijados por el Chelsea justificaban la contratación. También me gustó que el club ampliase el contrato de Keylor, de 2020 a 2021, a mitad de curso. Me pareció una demostración de confianza muy elogiable. Pensé: "Ahora el Madrid tendrá dos porteros de talla mundial para los próximos años". Con el regreso de Zidane al banquillo del Bernabéu imaginé que el costarricense lo celebraría en la intimidad con su familia, dado que es sabido que el francés siempre creyó en sus posibilidades. Tres Champions consecutivas contemplan al tico.
Por eso, anunciarle que no seguirá me entristece. El destino ha querido que sea ante el Betis, justo el equipo ante el que se reivindicó tres días antes de la noche del famoso fax al pararle un penalti a Rubén Castro que logró que todo el Bernabéu corease su nombre. No es razonable desprenderse de uno de tus seguros de vida en la portería. Ahora tocará rezar para que Courtois no tenga ningún percance físico la próxima temporada. Si el belga sufre una lesión, ¿el gran megaproyecto de Zidane reposaría en los guantes del inexperto Lunin o de su hijo Luca? No parece la medida más inteligente.
Sinceramente, llama la atención que Zizou esté partiéndose la cara por jugadores como Marcelo o Kroos, cuyo rendimiento está dejando mucho que desear, y que no vaya a cuadrarse ante la autoridad para evitar el peligroso adiós del tico. Una medida no sólo antipopular, sino de alto riesgo desde el punto de vista deportivo. Definitivamente, no vamos bien…